Los indígenas traban la salida de la crisis en Ecuador
QUITO.– Lenin Moreno compareció hoy por sorpresa ante el país cuando todavía humeaban los restos de la última batalla callejera en el centro de Quito y los gases lacrimógenos flotaban espesos en el "territorio" indígena de la capital. "Hago un llamado a los dirigentes a dialogar directamente conmigo, sentémonos para conversar. Es indispensable frenar la violencia", propuso el presidente de Ecuador .
El mandatario insistió en buscar soluciones de forma conjunta, para dirigir los recursos que se obtengan con la aplicación del decreto que elimina las subvenciones al combustible. "Asegurémonos de que vayan a quienes más lo necesitan, pongamos en nuestras manos la solución de las diferencias", sentenció mientras tendía simbólicamente su propia mano.
Moreno reconocía así el callejón sin salida (de momento), forzado por la mítica resistencia indígena, corresponsable junto a los asonadas militares de la caída de ocho presidentes durante la década previa al triunfo electoral de su predecesor, Rafael Correa. La lucha no cede tanto en Quito como en Tungurahua, Cotopaxi y Chimborazo, las provincias más beligerantes de la sierra.
Lenín constató desde Guayaquil, capital suplente, lo mismo que habían sentido durante todo el día los quiteños, quienes presenciaron cómo un contingente de alrededor de mil indios shuar, procedentes del Amazonas, se sumaban a las protestas al grito de "¡Fuera Lenin, abajo el paquetazo!". Hasta con pasillo de honor y algarabía musical los recibieron sus compañeros en la Casa de la Cultura, escenario ayer del secuestro de una treintena de periodistas y de 10 policías, que terminó con la agresión salvaje contra el periodista Freddy Paredes y con la entrega de los uniformados a delegados de la ONU.
El "territorio" de los rebeldes en medio de la ciudad es ahora una "zona de protección" por decisión del gobierno, pese al estado de excepción y el toque de queda nocturno que imperan en el país. Un supuesto espacio de paz que en realidad se ha transformado en el escenario de la radicalización de un conflicto que ya suma cinco víctimas mortales, 554 heridos y 929 detenidos, según el Defensor del Pueblo. Organismos de derechos humanos exigen que las fuerzas policiales cejen en la represión contra los manifestantes, aunque hay grupos muy violentos que arremeten una y otra vez contra policías y militares.
Una evidente tensión a la que hay sumar el deterioro económico en un país donde la mayoría de sus habitantes comen con lo que ganan en el día. Las protestas y los bloqueos de carreteras provocaron problemas de abastecimiento de alimentos.´
Con sus caras pintadas y portando las lanzas que simbolizan la defensa de sus derechos, que asustan al más valiente, los shuar revitalizaron al movimiento indígena en el noveno día de reto. "Vamos a luchar hasta el final, hasta que deroguen el decreto de la gasolina", aseguró uno de los guerreros, felicitado por los allí presentes, entusiasmados con su incorporación a la lucha.
El efecto fue inmediato: una marcha avanzó poco después al centro histórico para asediar, una vez más, la Asamblea. El martes pasado ya la tomaron, pero una vez en el interior fueron desalojados por efectivos policiales a golpe de gas lacrimógeno.
"Es la mecánica, es la tónica de todos los días y va a ser la tónica hasta que caiga el gobierno", se había quejado previamente el presidente ante el caos provocado por quienes intentan derribarlo. La batería de propuestas que el gobierno desplegó sobre la mesa son ignoradas de momento por la dirigencia indígena, aunque los ministros de Moreno insisten en que una parte de sus líderes sí son receptivos a las compensaciones.
Los jefes más radicales del movimiento indígena, contrariados por el gesto del gobierno, sumaron a sus reclamos el cese de dos ministros fundamentales para Moreno: María Paulo Romo, al frente de la cartera de Gobierno (Interior), y Oswaldo Jarrín, responsable de Defensa.
"(Los dos ministros) están asesinando al pueblo", insistió Jaime Vargas, el líder de la Conaie. "Todo lo que está pasando es el resultado de 10 años de correísmo y Moreno fue parte de la revolución ciudadana", arengó el dirigente.
Mientras tanto, la mayoría del país intenta volver a una normalidad que, hoy por hoy, se antoja imposible. Quito volvió a amanecer con poca actividad callejera, debido en gran parte a que se trata de un día festivo. Caravanas de taxis recorrían la capital de norte a sur para dejar muy claro que, pese a haber abandonado la huelga hace una semana, también quieren la derogación del decreto. Los insultos se mezclaban así al ritmo de la bocina de los vehículos por encima de la ciudad silenciosa.
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