Uruguay: economía y un difícil equilibrio regional, los principales desafíos
MONTEVIDEO.- Mejorar la seguridad pública con un combate firme contra el delito; recuperar el crecimiento de la economía y aumentar el nivel de empleo; abatir el déficit fiscal que pone en riesgo la calificación de deuda con grado inversor, reformar la educación para frenar el deterioro de resultados, y atender un problema de marginación social con planes de vivienda y de oportunidades para familias que tienen condicionado el futuro de sus hijos.Y, por si algo faltara, la integración comercial y un Mercosur con socios que chocan en materia ideológica y en la forma de encarar la política regional.
Luis Lacalle Pou, que anoche tenía ventaja para convertirse en presidente de Uruguay en el ballottage frente al oficialista Daniel Martínez, se tiene una confianza especial para reencauzar las relaciones regionales.
¿Cuál es el principal de esa lista de desafíos que está en la agenda del gobierno que comenzará en marzo de 2020?
El principal desafío será fijar las prioridades. Porque pese a que Uruguay vivió un período inédito de bonanza económica, entre 2004 y 2014, a partir de 2015 la economía quedó más o menos estancada, con varios sectores en recesión y pérdida de puestos de trabajo mientras se ha llegado a un récord histórico en materia de inseguridad.
Coalición
A los desafíos de tipo programático a Lacalle Pou, en caso de confirmarse su triunfo, podía sumarse otro de orden político, como consecuencia de un escenario inédito: el dirigente blanco lidera una coalición de cinco partidos y deberá demostrar habilidad extrema para mantener unidad interna y acción de consenso en las políticas a implementar y las leyes a ser votadas en el Parlamento.
El abanderado del Partido Nacional lució como gran estratega y negociador para mantener lazos firmes entre dirigentes de tono ideológico variado y banderas partidarias diferentes, pero en caso de gobernar debería pasar de la acción de campaña a la concreción ejecutiva y legislativa.
Primero debería asegurar la unidad interna de los blancos, porque eso es prioridad para exigir respaldo a los socios. Y luego debería concordar con los colorados, que también tienen dos corrientes internas, y con un partido nuevo que tiene 11% del electorado, pero genera "ruido" político en el ambiente partidario por la relación con "la familia militar".
Otro desafío residiría en la relación con los sindicatos y las organizaciones estudiantiles, cuyos dirigentes son también militantes del Frente Amplio.
Esos gremios, más otras organizaciones de banderas de diversidad sexual y otros planteos particulares, advierten que un eventual gobierno de Lacalle Pou les quitaría conquistas y derechos adquiridos y que hay que movilizarse para no dar oportunidad a reformas que les sean desfavorables.
Los gremios de la educación han tenido mucha fuerza para impedir que un gobierno de izquierda hiciera la reforma educativa, y ahora convocan a redoblar fuerzas para combatir los intentos de la nueva coalición.
Los sindicatos de estatales frenaron reformas en el sector público y sienten que con Lacalle Pou deberían liderar una campaña en defensa de la soberanía.
Pero el problema no está en paros o medidas sindicales, sino en el riesgo de contagio de la clase de manifestaciones violentas que se han visto en Chile, Ecuador, Bolivia y Colombia.
Lacalle Pou y su equipo confían en que podrán tener un canal de diálogo permanente con las organizaciones sociales, pero en la izquierda hay grupos que entienden que el nuevo tiempo no es de oposición, sino de "resistencia" e incluso apelan a canciones que se usaban para dar fuerza en la militancia durante la última dictadura, como el clásico "A redoblar".Los autores de esa canción, Mauricio Ubal y Rubén Olivera, hicieron un llamado público el fin de semana para frenar el intento de militantes que convocaban por redes a usar ese tema en medio de la veda, para llamar a no votar por Lacalle Pou.
Entendimiento
Sobre el Mercosur, Lacalle Pou cree posible que, pese a las diferencias ideológicas entre los presidentes de los países socios, haya caminos de entendimiento, y ya trabaja en eso con personas de su amistad que tienen contacto con el gobierno argentino, y vínculos con la administración del ultraderechista Jair Bolsonaro.
¿Por qué lo cree posible? Porque los desafíos económicos son para todos los países y entiende que para cada país es clave la integración regional para superar dificultades.
"No nos une el amor sino el espanto", parece ser la apelación de Lacalle, como si a su manera estuviera pensando en un famoso verso de Jorge Luis Borges.
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