Ebullición en Venezuela: cómo se vive la previa electoral, entre el hartazgo, amenazas y la esperanza de un cambio
Los seguidores del candidato opositor, Edmundo González Urrutia, confían en que estos comicios terminarán con los 25 años ininterrumpidos de gobierno chavista; incertidumbre por lo que pueda pasar el domingo
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CARACAS.- Pasada las 13.30, la segunda llovizna intermitente del día irrumpe en Caracas este miércoles feriado en el que se conmemora el Natalicio de Simón Bolívar. Pero las gotas no perturban a Ana y Zaleth, de 18 y 19 años, que cortan pedazos de cinta scotch junto a sus compañeros para asegurar que la bandera blanca que planean colgar en uno de los puentes de la Avenida del Libertador quede bien fija en las barandas. De unos seis metros de largo, la bandera, que lleva escrito en letras negras “Vamos. El 28 de julio votamos”, genera un efecto inmediato una vez extendida. Al verla, algunos autos y motos responden con bocinazos de aliento, mientras que una transeúnte corea al pasar por al lado: “¡Vamos Edmundo, vamos!”.
“Tenemos esperanza de un cambio. Más allá del resultado, no pienso irme nunca de Venezuela. Me gusta mi país, no quiero irme. Y si tengo que morir en las calles lo haré”, asegura a LA NACION, emocionada, Ana, estudiante de ciencias políticas que colabora en la organización independiente Vamos Venezuela, encargada de promover el registro electoral y fomentar la participación para los comicios del próximo domingo, en los que la oposición confía en terminar con 25 años ininterrumpidos de gobierno chavista.
Además de estudiar, ambas trabajan todos los días. Una es niñera y otra da clases particulares de inglés, pero su sueldo apenas les alcanza para pagar el pasaje de ómnibus hasta la universidad. Es por eso que no viven esta elecciones como una más, sino como “el cambio de nuestra vida entera”, afirma Ana.
Cruzando la calle, pegado sobre un poste de luz, un cartel con letras blancas y amarillas sobre un fondo rojizo también invita a la gente a votar, pero esta vez por el presidente Nicolás Maduro, que busca asegurarse otros seis años en el poder. La imagen de su foto, junto a una más pequeña del fallecido comandante Hugo Chávez, inunda cada rincón del centro de la capital venezolana. En cada semáforo la campaña del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) plantó su insignia, ante la ausencia absoluta de propaganda opositora.
Y mañana cerramos esta campaña admirable en CARACAS!!
— María Corina Machado (@MariaCorinaYA) July 24, 2024
Nos vemos a las 4:00pm en Las Mercedes. 💪🏻 https://t.co/RN8NUaFf5w
Aún así, la propaganda no logra cubrir un sentimiento generalizado de cambio. Unos 21 millones de venezolanos acudirán a las urnas este domingo en unas elecciones cruciales que podrían marcar la historia de Venezuela. El actual presidente se medirá ante el exembajador Edmundo González Urrutia, una figura que hasta hace unos meses atrás era un completo desconocido, pero que según el último sondeo de la encuestadora independiente Delphos podría lograr una amplia victoria, al tener 59,1% de intención de voto frente al 25% de Maduro, los niveles más bajos de popularidad hasta ahora.
El exdiplomático se tornó en la cara visible de la oposición en la boleta electoral después de que la líder del movimiento Vente Venezuela, la exdiputada María Corina Machado, quedara inhabilitada de ejercer cargos púbicos por 15 años por la Contraloría General de la República, tras su mayúsculo triunfo en las primarias de octubre con un 92,35%.
“Ya es hora de que Venezuela encuentre la reconciliación entre los venezolanos, ya basta de gritos ya basta de insultos, es la hora del reencuentro”, dijo González Urrutia, de 74 años, ante decenas de simpatizantes en la plaza Bolívar, junto a su socia en esta campaña.
“Uno lo percibe en la población, sobre todo en las acciones de la dupla Corina Machado y en González Urrutia, es que hay una gran esperanza que no se ha visto nunca antes en elecciones. Que se concrete es otra historia, pero la percepción existe”, dijo a LA NACION la socióloga Ligia Bolívar, presidente de AlertaVenezuela.
Las encuestas son el reflejo un hartazgo generalizado a una crisis humanitaria sin precedentes. Un cuarto de siglo de chavismo en el poder dejó a un sistema de salud colapsado, una economía rota en la que los salarios pierden frente a la inflación, cortes de energía y agua como moneda corriente y más del 69% de la población bajo niveles de pobreza multidimensional, según el último reporte de HumVenezuela.
Esta debacle forzó a 7,7 millones de venezolanos a migrar en busca de mejores condiciones de vida, en lo que marcó una de las mayores crisis de desplazamiento en el mundo. El resultado electoral, en caso de que el chavismo persista en el poder, amenaza con provocar una nueva oleada migratoria, según sondeos independientes.
“Tengo mucha esperanza por varias razones. Hemos intentando de muchas maneras tumbar a este gobierno y considero que la última opción que nos queda es la democrática. Hace mucho tiempo que no veía a la gente tan determinada a salir a votar de forma masiva, en 2018 hubo abstención electoral y esta vez es completamente diferente”, afirmó Zaleth, que contó que conoce a mucha gente que le soltó la mano al chavismo por estar “cansada de la situación”.
“Eso me da fe. Sin importar el resultado oficial, vamos a ganar por mayoría de votos”, añade.
Incertidumbre
Así como prima la ilusión de un triunfo opositor, también sobrevuela la incertidumbre por lo que pueda llegar a pasar en estos comicios. Como Zaleth, muchos creen que existe una gran posibilidad de que el domingo el gobierno recurra a un fraude electoral para impedir su previsible derrota. Ya ha puesto palos en la rueda para reducir la cantidad de personas habilitadas para votar. Este es el caso de quienes sufragan en el exterior. De casi 5 millones de venezolanos aptos para votar fuera del país, apenas 69.189 están habilitados, el 0,32% del padrón electoral, debido a los requisitos inaccesibles que impuso el Consejo Nacional Electoral (CNE).
En tanto, el gobierno de Maduro lanzó una campaña del miedo, apodada por él mismo como la “furia bolivariana”, construida a través de amenazas y persecución contra miembros de la oposición, activistas y organizaciones sociales que ha ido en aumento a medida que se aproximan las elecciones. La semana pasada llegó hasta la propia Machado, cuando agentes revolucionarios cortaron los frenos de los vehículos con los que se movilizaba en una caravana en el interior del país.
“Si la derecha engañara a la población en Venezuela podría haber un baño de sangre y una guerra civil, porque este pueblo no se dejará quitar la patria ni los derechos sociales”, exclamó Maduro.
Omayra, de 41 años, espera que el fin de semana los resultados consumen la caída del chavismo, un suceso que añora desde hace tiempo. Atiende en un kiosco ambulante en el municipio de Chacao, un pequeño puesto que adquirió después de tener que vender su negocio que iba rumbo a la quiebra. Ahora trabaja de lunes a lunes, de 4 de la mañana a 10 de la noche, y aún así, su sueldo le alcanza para comprar lo básico y recibe cada mes ayuda económica de su hermana.
Escuchó las declaraciones del presidente, pero, al igual que como cree que opina toda la población, no tiene miedo. “Queremos un cambio. La gente ya está harta, llegó a su límite. Y él puede hablar de un baño de sangre, pero la gente prefiere plomo a morir acá de hambre o en el hospital. Si igual ya estamos muriendo lentamente. Ya todos pensamos únicamente en el domingo”, dijo a LA NACION, mientras vendía un café a un cliente, que aportó a la conversación con un breve “el domingo va a estar fuerte”.
A poco más de 6 kilómetros de allí, en Petare, un exbastión chavista que hoy clama por la dupla de Vente Venezuela, Edwin, un conductor de motos de 37 años, comparte el mismo sentimiento que Omayra. “Escucho mucha gente que dice que hay miedo. Yo veo emoción, veo a la gente emocionada. La gran pregunta que se hace la población es qué va a pasar después de las elecciones. No hay que ser tonto para analizar que ellos mismos van a hacer fraude. Pero yo no tengo miedo de salir a luchar por el futuro de mis hijos, de mis padres. Los que provocan violencia son ellos, porque nosotros salimos con el arma más letal que es el voto. Ese es el temor que tienen que tener ellos”, señaló a LA NACION.
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