Dramática búsqueda contra reloj de desaparecidos tras el terremoto en Ecuador
La cifra de muertos aumentó a 413; Correa dijo que "la reconstrucción llevará años"
PEDERNALES, Ecuador.- El pánico dejaba lugar a la desesperación ayer en Ecuador. Socorristas ayudados por perros entrenados buscaban entre los escombros a las personas que continúan atrapadas tras el peor sismo en Ecuador en 40 años, que dejó unos 413 muertos y devastó de Sur a Norte la costa del país.
El presidente Rafael Correa advirtió desde Pedernales, una localidad turística epicentro del potente terremoto de 7,8 grados de magnitud del sábado pasado, que la reconstrucción de esa zona llevará años y "costará centenas, probablemente miles de millones de dólares".
En esa localidad, con playas sobre el Pacífico y fuerte actividad turística, las calles daban la impresión de una zona de guerra, con casas reducidas a escombros, hoteles derruidos y postes de luz sobre el asfalto. Lo más urgente era encontrar a las personas desaparecidas.
A 150 kilómetros de allí, en Manta, los perros que acompañaban a los rescatistas olfateaban en medio de estructuras colapsadas el rastro de sobrevivientes. Sus ladridos alentaban la búsqueda. Querían decir que bajo montones de piedra y escombros había personas vivas.
"El edificio está muy inestable. Tenemos que talar la pared con motosierra, se supone que aquí hay unas 15 personas atrapadas", comentó el bombero Carlos Paredes.
Paredes, guiado por un perro de raza border collie, intentaba hallar supervivientes en un hotel del puerto de Manta que quedó completamente aplastado.
Los familiares de las víctimas también hacían su búsqueda. Entre lágrimas, removían con las manos placas de cemento y hierros retorcidos con la esperanza de hallar a sus seres queridos.
Según la Cruz Roja, cerca de 100.000 personas van a precisar asistencia, y de ellas unos 5000 afectados necesitan alojamiento urgente. Para atender a las víctimas, el gobierno movilizó a unos 14.000 efectivos, que se unen a los cientos de voluntarios de ONG.
Correa, que regresó a su país de urgencia desde Italia, donde se encontraba en viaje oficial, recorrió la provincia de Manabí, la tercera entre las más pobladas del país, y dijo que la reconstrucción de la zona llevará mucho tiempo y dinero. "Habrá que reconstruir Pedernales, el centro de Portoviejo, el barrio de Tarqui en Manta, Canoa, Jama... Eso tomará meses, años, y costará probablemente miles de millones de dólares", dijo Correa mientras visitaba las zonas más afectadas de Pedernales, donde el balance provisional de muertos ronda el centenar de personas. "Aún estamos estimando [el impacto del terremoto en el PBI]. Pero podría ser enorme", agregó el presidente.
La primera reacción internacional ante la tragedia de Ecuador fue enviar decenas de rescatistas. Los primeros equipos llegaron desde Colombia, Perú, Cuba, Chile, Venezuela, Bolivia y México y suman más de medio millar de personas, que se pusieron a trabajar inmediatamente, en espacial en la localidad de Pedernales, donde aún hay más de un centenar de desaparecidos que se presume están bajo las casas y edificios desplomados.
Desde la madrugada de ayer, los expertos internacionales llegaron en aviones militares y se pusieron a las órdenes del Comité de Operaciones de Emergencia (COE) establecido en la ciudad de Portoviejo.
El aeropuerto internacional de la ciudad de Manta fue destinado para recibir únicamente los vuelos de ayuda y de transporte de heridos. Entre los rescatistas figura el célebre grupo de Los Topos, de México, que llegó a la zona de desastre como parte de un equipo de 112 expertos con apoyo de perros especializados.
Los sobrevivientes pasaron la noche en colchones o sillas de plástico al lado de los restos de sus casas. Soldados y policías patrullaban las calles mientras los rescatistas seguían buscando algún sobreviviente.
En el estadio de fútbol de Pedernales, que no sufrió daños, se instalaron carpas para recibir cadáveres, tratar a los heridos y distribuir agua, alimentos y mantas entre los sobrevivientes.
En Portoviejo, donde unos 100 presos se fugaron tras el derrumbe de los muros de la cárcel, los pobladores se quejaban de la desatención que, a su juicio, sufren por parte de las autoridades. "Estamos abandonados, no hay quien nos proteja, no ha venido nadie, hay estructuras a punto de colapsar, hay muertos entre los escombros", dijo al borde de las lágrimas Gabriel Páez, un abogado de 45 años que tenía un negocio de celulares en el centro de la ciudad. Cerca de allí, muchas personas deambulaban en busca de algo valioso entre los escombros y fierros retorcidos. Según el testimonio de varios vecinos, la gente también buscaba ropa y zapatos entre las ruinas, mientras la policía intentaba infructuosamente controlarla.
En diversos puntos de Quito, Guayaquil y otras grandes ciudades, miles de personas llegaban con bolsas de comida, ropa y botellas de agua a los puntos habilitados para recibir donaciones, como cuarteles, centros comerciales y parques.
Aunque la dimensión completa del daño ocasionado todavía no está clara, el desastre natural probablemente complique el desarrollo económico de Ecuador, ya golpeado por el desplome del precio del petróleo.
Agencias AP, AFP, DPA y Reuters
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