Dos tragedias que alimentan el gran desvelo de Michelle Bachelet, la desigualdad
"Chile tiene un solo gran adversario y se llama desigualdad." Con estas palabras, una confiada Michelle Bachelet asumió su segundo mandato el pasado 11 de marzo, decidida a refundar la democracia de su país. Nunca imaginó, sin embargo, que otros enemigos imprevistos e implacables la obligarían a pelear complejas batallas antes de enfrentar a ese gran rival.
Primero, un violento terremoto y, luego, un dantesco incendio la forzaron en apenas un mes a rever su ambiciosa agenda de gobierno. Pero, paradójicamente, le hicieron un favor: le dieron tiempo y le quitaron presión de encima.
"En la política siempre hay sorpresas. Y, a veces, son una buena excusa para olvidar promesas de campaña excesivas y difíciles de cumplir. Eso fue lo que ocurrió con el sismo y el fuego en Chile: cambiaron el foco político", dijo a LA NACION el analista Patricio Navia.
Para achicar la brecha de desigualdad que la desvela, Bachelet apostó a tres plenos: una reforma tributaria, otra educativa y una constitucional. Tres objetivos colosales -tildados incluso por algunos de suicidas- que, frente a una sociedad más activa y exigente, generaron altísimas expectativas a corto plazo.
La naturaleza, sin embargo, tenía otros planes, y tanto el gobierno como la ciudadanía se vieron obligados a bajar un cambio. "Puede ser que en algunas áreas tome un poquito más de tiempo, porque habrá que dedicar más esfuerzos a las tareas de reconstrucción y rehabilitación", reconoció Bachelet tras el sismo de Iquique, de 8,2 grados, que dejó seis muertos y miles de viviendas destruidas. Días después, las llamas arrasaban con Valparaíso (centro) y le daban otro golpe a su flamante gobierno.
En ambos casos -y en contraste con la errática respuesta que tuvo la médica socialista frente al terremoto y tsunami que devastó al país en febrero de 2010-, la reacción de la mandataria fue rápida y eficiente.
Según analistas, ese hábil manejo terminó por consolidar su liderazgo y la dejó en una posición más fuerte para impulsar sus promesas de campaña. "Su rápida reacción mostró que está preparada y la ayudó a proyectar una imagen de fortaleza y seguridad", precisó Navia.
Lo cierto es que en este agitado primer mes de gobierno, en el que los desastres forjaron un camino más pesado del previsto, "la Michelle" se retrasó un poco, pero no se desvió de su hoja de ruta.
Un día antes del terremoto, de hecho, Bachelet envió al Congreso su proyecto de reforma tributaria, destinada a llevar la recaudación a un 3% del PBI. Se trata de un tema espinoso, que si bien ya dio que hablar -sobre todo en momentos en que el crecimiento se desacelera-, se descarta será aprobado, dado que el gobierno cuenta con una mayoría en ambas cámaras.
"Pese a las desgracias que ocurrieron en los últimos días, el gobierno no revirtió su agenda política, sino que mostró que tiene mucho carácter, determinación y habilidad para alcanzar sus metas", opinó a LA NACION el politólogo Cristóbal Aninat.
Sin renunciar a sus demandas, también las agrupaciones sindicales y estudiantiles pisaron el freno por la destrucción del sismo y las llamas.
En tal sentido, el miércoles pasado, los estudiantes secundarios y universitarios decidieron reprogramar la marcha prevista para el 24 de abril debido a las "emergencias" que vive el país, aunque aclararon que esperan desarrollarla antes del 1° de mayo.
"Ya corrimos la reunión con el ministro y esto [la emergencia] amerita evaluar la movilización; no suspenderla, sino postergarla", informó la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH), Melissa Sepúlveda.
El inicio de este segundo mandato de Bachelet, por otro lado, fue comparado por muchos con el de su antecesor, el empresario Sebastián Piñera, que asumió pocos días después del terremoto y del tsunami, que dejaron más de 500 muertos.
En esa oportunidad, sin embargo, la catástrofe fue mucho mayor e impuso un cambio radical de programa. "En el caso de Piñera, la atención se desvió de la agenda política tan fuerte que empezó de cero", dijo Aninat. "Ahora, por el contrario, no hay excusas para no cumplir con el programa de gobierno que prometió Bachelet", agregó. Hubo, a lo sumo, un leve retraso en el calendario para "cambiar el rostro" del país. Pero los chilenos están atentos, y el gobierno lo sabe.
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