Dos polémicas pulverizan la imagen del nuevo partido de izquierda que irrumpió durante las protestas de Chile
Tras la inscripción irregular del candidato presidencial y la revelación del engaño de uno de sus líderes, que fingió padecer cáncer, la Lista del Pueblo intenta rearticularse bajo otro nombre para evitar su desaparición y mitigar el daño
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SANTIAGO, Chile.- Hace casi cuatro meses, Chile eligió a los 155 integrantes de una convención encargada de redactar una nueva Constitución. En esos comicios, los dos bloques políticos tradicionales sufrieron un duro revés y las candidaturas independientes -que irrumpieron de la revuelta social de octubre de 2019-, se transformaron en la tercera fuerza más votada bajo el rótulo de la Lista del Pueblo.
Hoy, sin embargo, aquel nuevo referente de izquierda que llegó a tener 27 de los 155 escaños y articuló una serie de liderazgos emergentes con una fuerte crítica a la clase política, está en entredicho y en su peor momento como colectivo.
Dos polémicas y controversias pulverizaron su reputación: la embarazosa caída de su carta presidencial, el activista mapuche Diego Ancalao, que presentó 23.000 firmas falsificadas ante un notario muerto para validar su candidatura; y la revelación de que uno de sus líderes y vicepresidente de la Convención Constitucional, Rodrigo Rojas Vade, fingió tener cáncer durante la campaña en la que resultó elegido.
En medio de un caso que ha monopolizado la discusión política en los últimos días, la situación de Rojas Vade fue la gota que rebalsó el vaso. El convencional fue acusado por el Ministerio Público de mentir en su informe de patrimonio y declarar una deuda de 34.000 dólares por tratamientos derivados de su falsa enfermedad, la misma que utilizó como ejemplo de lucha ante las desigualdades del sistema de salud chileno y asociadas a un modelo de desarrollo de marcado perfil neoliberal.
“Todos esos episodios generaron un problema de credibilidad y desconfianza pública que todavía se asimila en el país. La Lista del Pueblo logró articular desde su diversidad una narrativa de critica hacia el establishment institucional y la elite, siendo sus rostros más emblemáticos figuras ligadas al estallido social de 2019”, dijo a LA NACION Claudio Elórtegui Gómez, académico de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
“El colectivo fue funcional, exitoso y pragmático para agruparse de cara a una elección específica y de tanta transcendencia, pero en su origen presenta muchas diferencias territoriales, de causas, movimientos y personalidades. Esta diversidad no buscaba, necesariamente, tener lógicas partidistas o adquirir una orgánica que no se focalizara en el trabajo constitucional”, añadió Elórtegui.
Armado precipitado
No obstante, ese mismo carácter disociado que buscó sintonizar con un mundo independiente, terminó rápidamente por mostrar sus primeras fisuras. Para los analistas, el hecho de sumar a la competencia electoral e intentar “profesionalizarse” tan rápidamente en la política, desnaturalizó la esencia de la Lista del Pueblo.
“Es un grupo muy heterogéneo que reivindica la noción de lo popular y de lo plebeyo por un lado, donde entraron personajes muy asociados a la revuelta social, representantes ambientalistas y feministas, pero que no tenía una orgánica ni una ideología precisa. Sus líderes, además, experimentaron una crisis de éxito y se produjo una fuerte tensión entre los elegidos para redactar una nueva Constitución y quienes querían conformar un grupo de poder con aspiraciones presidenciales y parlamentarias”, señaló Raúl Elgueta, académico de la Universidad de Santiago de Chile.
Por estos días, las renuncias al grupo se intensificaron y más de un tercio de sus 27 representantes originales ya han dejado la colectividad. De hecho, 17 de ellos decidieron agruparse de manera autónoma bajo el nombre Pueblo Constituyente y sus líderes han resurgido en medio de la discusión por la aprobación del reglamento de la nueva Constitución. La problemática por ahora se centra en la norma de 2/3 para aprobar las normas constitucionales, y que fue establecida en el acuerdo político de noviembre de 2019 que desatascó la crisis social.
“El funcionamiento de este colectivo seguirá estando presente en la instancia constituyente y es lo que ha sobrevivido a pesar de las malas decisiones que se tomaron para participar en la política tradicional. Ellos tendrá un rol articulador junto a los movimientos sociales o los pueblos originarios, o representantes de Chile donde está el Partido Comunista”, señaló Sebastián Salazar Pizarro, docente de la escuela de ciencias sociales de la Universidad de O’Higgins.
Daño a la Constitución
De igual modo, los grandes cuestionamientos que se le ha hecho al grupo también han perjudicado imagen del nuevo órgano que creará una nueva Carta Magna y cuyo texto debe ser aprobado en un plebiscito de salida que se realizará a mediados del próximo año, y en el que el voto será obligatorio.
“Sus últimas polémicas le han hecho a la Convención un daño muy fuerte ante la ciudadanía, pero también ha reflejado que, a pesar de su desprestigio, las instituciones y los partidos políticos, siguen siendo valiosos para el desarrollo de la democracia. Prueba de ello, es que para las próximas elecciones parlamentarias de noviembre hay solo dos candidatos independientes para el senado y ocho en los 28 distritos de diputados”, señaló Tomás Duval, decano de Ciencia Sociales de la Universidad Autónoma.
Pese a las críticas y la rápida debacle, algunos representantes de la Lista del Pueblo y políticos de izquierda buscan relevar que la discusión se centre en los contenidos que se discutirán en ley fundamental y pasar de los últimos escándalos.
“En la medida que esta agrupación política resuelva sus problemas de cohesión interna y que comiencen a funcionar de forma orgánica, es un sector que puede convertirse en una alternativa política seria”, dijo el analista político de la Universidad UTEM, Máximo Quitral, mientras que Claudio Elórtegui, también investigador en comunicación política, advirtió que en ningún caso está en juego proceso transformador que vive el país.
“Esto no implica en lo absoluto un riesgo para la nueva Constitución chilena o para el proceso que está reglamentando la Convención, menos para las causas que representan esos convencionales que abandonaron la Lista del Pueblo y que estarán en los contenidos a debatir en el texto constitucional. Es inevitable que pueda existir un daño en la imagen de la Convención, pero el tiempo dirá si fue importante o limitado, pues la ciudadanía mantiene una alta expectativa por el trabajo resultante”, sentenció.
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