Dos hombres condenados hace 55 años por el asesinato de Malcolm X van a ser absueltos por las revelaciones de un documental
Una revisión del caso concluyó que el FBI y la policía de Nueva York retuvieron evidencia clave
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NUEVA YORK.– Dos de los condenados por el asesinato de Malcolm X hace 55 años serán exonerados este jueves, según informaron el fiscal del distrito de Manhattan y los abogados de ambos hombres, una decisión que reescribirá la historia de uno de los magnicidios más resonantes de la historia de la lucha por los derechos civiles.
La exoneración de culpa y cargo de Muhammad A. Aziz y el fallecido Khalil Islam constituye un reconocimiento de los graves errores que se cometieron en un caso de trascendental importancia: el asesinato, en 1965, de uno de los líderes más influyentes del movimiento afroamericano de lucha contra el racismo en Estados Unidos.
Una investigación de 22 meses realizada conjuntamente por la oficina del fiscal de distrito de Manhattan y abogados de ambos hombres descubrió que los fiscales de entonces y dos de las principales instituciones de aplicación de la ley –el FBI y el Departamento de Policía de la ciudad de Nueva York– retuvieron evidencia que de haber sido entregada habría conducido a la absolución de los acusados.
Los dos hombres, a quienes por entonces se conoció como Norman 3X Butler y Thomas 15X Johnson, pasaron décadas en la cárcel por el asesinato ocurrido el 21 de febrero de 1965, cuando tres hombres abrieron fuego en medio de la multitud reunida en un salón del Audubon Ballroom de Manhattan, donde Malcolm X iba a dar un discurso.
Pero la causa judicial contra ellos era cuestionable y dudosa desde el arranque, y en las décadas pasadas desde entonces, los historiadores y aficionados siguieron cuestionando la historia oficial.
En su revisión de la causa –conducida ante el lanzamiento de un explosivo documental en Netflix sobre el asesinato y una nueva biografía que reavivaron el interés en el caso– los fiscales actuales no revelan a quién o quiénes consideran realmente culpables de la muerte de Malcolm X, y los que fueron implicados pero nunca arrestados en aquel entonces ya están muertos.
La revisión de la causa tampoco revela una conspiración policial o del gobierno para asesinar al líder afroamericano. También deja sin respuesta cómo y por qué la policía y las fuerzas federales no lograron impedir el asesinato.
Pero el reconocimiento explícito de Cyrus Vance Jr., fiscal de distrito de Manhattan y uno de los representantes del Ministerio Público más eminentes, obliga a repensar uno de los momentos más dolorosos de la historia contemporánea de Estados Unidos.
Y en tiempos en que el racismo y la discriminación en el sistema de justicia penal son nuevamente un foco de protestas, la admisión tardía de los fiscales deja al descubierto una amarga verdad: que las dos personas condenadas por matar a Malcolm X –dos musulmanes negros arrestados a las apuradas y juzgados con evidencia endeble– fueron víctimas de la misma discriminación e injusticia que Malcolm X denunció con palabras que siguen siendo ciertas.
Pedido de disculpas
En una entrevista, el fiscal Vance se disculpó en nombre de las fuerzas de la ley, que según dijo, les falló a las familias de ambos condenados. Esas fallas, dijo Vance, “no pueden ser remediadas, pero lo que sí podemos hacer es reconocer el error, la gravedad del error”.
La revisión de la investigación llevada a cabo por la oficina de Vance junto a la organización Innocence Project y el estudio del doctor David Shanies, un abogado de derechos civiles, tuvo que superar serios obstáculos. La mayoría de los implicados en la causa, incluidos los testigos, investigadores y los abogados del juicio, así como otros potenciales sospechosos, murieron hace tiempo. Y hay documentos claves y evidencias físicas que se perdieron, como las armas usadas en el homicidio, y por lo tanto ya no pueden ser periciadas.
“Esto confirma que a lo largo de la historia las fuerzas de la ley muchas veces no han estado a la altura de sus responsabilidades”, reconoció Vance. “Estos hombres no tuvieron la justicia que merecían”.
Sin embargo, la evidencia disponible para la revisión del caso seguía siendo significativa.
Montaña de evidencias
Hay una montaña de documentos del FBI con información que apuntaba a otros sospechosos y que desestimaba la pista que conducía a Islam y Aziz. Las anotaciones de los fiscales, además, indican que no pudieron revelar la presencia de agentes encubiertos en el salón en el momento del crimen. Y los archivos del Departamento de Policía revelaron que aquella mañana un periodista de The New York Daily recibió una llamada para alertarlo de que Malcolm X sería asesinado ese día.
Los actuales investigadores también entrevistaron a un testigo vivo, a quien se identifica con las siglas J. M., que en su momento confirmó la coartada de Aziz, un indicio más de que no había participado en el tiroteo y de que en ese momento estaba convaleciente en su casa, como afirmó durante el juicio, ya que tenía lesiones en sus piernas.
Considerando todo eso, la nueva investigación llegó a la conclusión de que si al jurado de entonces le hubiesen presentado esas evidencias, probablemente habría absuelto a los enjuiciados. Y Aziz, que actualmente tiene 83 años y que fue liberado en 1985, e Islam, que fue liberado en 1987 y murió en 2009, no habrían tenido que luchar durante décadas para limpiar sus nombres.
“Esto no fue un mero descuido”, dijo Deborah Francois, abogada de Islam y de Aziz. “Fue producto de una inconducta oficial gravísima y extrema”.
Nueva pesquisa
Algunas de las pruebas que parecían exonerar a Aziz e Islam surgieron durante el juicio, pero como las autoridades retuvieron información y pruebas claves, la relevancia de esa evidencia exculpatoria recién quedó clara más tarde.
Un testigo de la defensa, Ernest Greene, testificó que había visto al hombre con la escopeta en el interior del salón y lo describió como de piel oscura, fornido y de “profusa barba”, una descripción que difícilmente se ajustaba a la de Islam, el hombre al que los fiscales sindicaban como portador de ese arma y que es esbelto, de piel clara y no usaba barba.
Pero la descripción de Greene coincidía con la de otro hombre, cuyo nombre los miembros del jurado nunca tuvieron oportunidad de escuchar: William Bradley, miembro de la misma mezquita de La Nación del Islam en Newark, Nueva Jersey, a la que asistía Halim. Bradley era un sicario de La Nación del Islam, a la que Malcolm X se había unido en 1952 y promovido incansablemente durante más de diez años, antes de romper con la organización, el año anterior a su asesinato.
Bradley medía menos de 1,80 metros, pesaba 90 kilos y era de piel oscura. Había sido artillero ametrallador en la Infantería de Marina y su prontuario incluía un cargo por posesión ilegal de armas.
La descripción de Bradley ya estaba en los archivos del FBI, y Halim incluso lo identificó como uno de los asesinos. Además, las autoridades sabían que la Nación del Islam tenía como objetivo a Malcolm X: una semana, prendieron fuego su casa mientras dormía adentro con su esposa e hijas.
Pero pasaron años hasta que la conexión con Bradley se hizo más clara, y fue gracias a investigadores aficionados –periodistas, historiadores, biógrafos y otros– que mantuvieron vivo el caso.
El documental de Netflix
Y uno de los más trascendentes fue Abdur-Rahman Muhammad, que a principios del año pasado presentó una serie documental de Netflix volvió a sostener la inocencia de los dos hombres y la culpabilidad de otros. Tras el lanzamiento de la serie, Vance anunció que tomaría en sus manos el caso.
En colaboración con los abogados de Islam y Aziz, los investigadores de Vance examinaron las pruebas que ya se habían presentado y analizado públicamente hacía tiempo, incluido el expediente del FBI sobre Bradley (cambió su nombre a Al-Mustafa Shabazz y murió en 2018, y su abogado negó que hubiera participado del crimen).
En los archivos del FBI encontraron un informe que indicaba que no les habían dicho a los funcionarios de Nueva York que Bradley era sospechoso, y también un relato de segunda mano de un informante que aseguraba que el responsable del tiro mortal era Bradley.
El panel también entrevistó a un nuevo testigo y revisó gran cantidad de registros: declaraciones públicas, archivos de la fiscalía, transcripciones de declaraciones de la investigación inicial, los procedimientos ante el gran jurado, el juicio propiamente dicho y las apelaciones posteriores a la condena.
Si bien la mayoría de las personas que querían entrevistar han muerto, un testigo que se presentó por primera vez después de ver el documental ofreció un relato que las autoridades no habían escuchado y que confirma la coartada de Aziz.
El testigo, identificado como J. M., dijo que el día del asesinato estaba a cargo de atender el teléfono en la mezquita de Nación en Harleem, y que Aziz llamó y preguntó por el imán de la mezquita. Colgaron, mientras el testigo J. M. iba a buscar al imán, y cuando le devolvió el llamado a Aziz al número de su casa, Aziz respondió el teléfono.
The New York Times
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