Dos hermanos y el milagroso reencuentro que conmueve a Israel
Beniamin y Rozia se separaron en 1937
BNEI BRAK, Israel.- Se lo puede llamar el milagro de Hanukkah, porque ocurrió el viernes pasado, en la primera noche del Festival Judío de las Luces. Sucedió cuando Beniamin Shilom estaba por encender la primera vela tradicional y sonó el teléfono.
Alguien le preguntó si su nombre era Shlomowicz. Era el sobrino nieto de Shilom, aunque él no sabía que tuviera un sobrino nieto...
"No", contestó Shilom, apresurado, dado que Shlomowicz había sido su nombre hasta que lo cambió hace años, cuando llegó a Israel.
"¿Tiene una hermana llamada Rozia?" insistió el que llamaba.
"Sí" dijo Shilom, y sintió un pequeño escalofrío, aunque su primer presentimiento fue de algo malo.
Temía que esta persona le fuera a decir lo que suponía desde hacía años: que su hermana menor Rozia, que había visto por última vez en 1937, cuando ella tenía 6 o 7 años y él 10 u 11 (sus recuerdos son un poco vagos), había sido asesinada en el Holocausto.
"¿Le gustaría hablar con ella?" preguntó el sobrino nieto de Shilom, Nir Silberberg.
Al día siguiente, por primera vez en casi 67 años, Shilom, de 77 años, se reencontró con Rozia November, Shlomowicz de soltera, de 73 años.
"¿La reconoció?" le preguntaron.
"Y bueno, ya no es tan joven", dijo Shilom. No era un chiste. Pero continuó: "Miré a lo profundo de sus ojos y quedé convencido de que era ella".
Lo era y, a esta altura, casi todo el mundo en Israel conoce la historia de Bennie y Rozia, los hermanos que, por lo que equivale a toda una vida, pensaron que el otro había muerto. Y no sólo eso. Por casi medio siglo ambos han estado viviendo no demasiado lejos uno del otro en la diminuta Israel.
Ambos nacieron en Varsovia -Shilom en 1926 y Rozia cuatro años más tarde-, en una familia judía, próspera en un tiempo, que luego tuvo dificultades durante la gran depresión. Había otros dos hermanos en la familia, Shlamik y Savek.
Según Shilom, su padre abandonó Varsovia cuando él tenía 7 años, aunque no está claro por qué. Pasado un tiempo, su madre también se fue y los chicos, sin nadie que los cuide, fueron dispersados en varios orfelinatos.
Abrumado por un recuerdo
A fines de los treinta, Beniamin fue enviado a una institución en Pinsk, en lo que ahora es Bielorrusia, mientras que Rozia se quedó en Varsovia. Una vez Beniamin fue a la capital polaca en un viaje organizado por su escuela y quiso visitar a Rozia. "Vi una niña hermosa que llevaba una mochila de colegial y la reconocí", recuerda. "Le dije: "Hola, soy Bennie, tu hermano". Ella se puso en puntas de pie y trató de besarme, pero yo me sentí avergonzado y no la dejé".
Shilom se detuvo un minuto.
"Fue la última vez que la vi -continuó- ahora han pasado 67 años y todo este tiempo me ha abrumado el hecho de que no dejé que mi hermana me besara."
Debido a que Shilom estaba en la Unión Soviética cuando estalló la guerra, pudo convertirse en soldado del ejército soviético. Luchó en varios frentes y terminó la guerra en Berlín, con la derrota de Alemania.
A Rozia, que en Israel es conocida también por el nombre de Shoshana, las cosas le salieron un poco peor. Su padre volvió a Varsovia, se divorció de su madre y llevó a Rozia a vivir con él y una nueva esposa en Cracovia.
Cuando llegó la guerra, su padre fue arrestado (en 1947 Shilom recibió una carta de la Cruz Roja informándole que su padre había sido ejecutado en Varsovia). A los 13 años, Rozia fue llevada a Auschwitz.
"Mengele me puso en la fila de los niños", dijo Rozia, refiriéndose a Joseph Mengele, el médico a cargo de seleccionar quién viviría y quién debía morir en Auschwitz.
"Era la fila que iba a las cámaras de gas", dijo Rozia. "Me dieron un niño para que lo tuviera. Había una anciana y me dijo que debía mantenerme con vida y contarles a todos lo que sucedió."
"¿Pero cómo puedo salir de aquí?" preguntó Rozia.
"Tienes que hacerlo", recuerda que le dijo la mujer, antes de empujar a Rozia junto a un grupo de personas que no estaban destinadas a ser ejecutadas de inmediato.
Una terrible coincidencia
Sobrevivió seis meses en Auschwitz, luego sobrevivió a la marcha de la muerte, cuando la Gestapo evacuó los campos ante el avance del ejército soviético y obligó a los prisioneros a caminar hacia el Oeste. Terminó en un campo satélite de Ravensbrück y también sobrevivió a eso. En 1949, luego de tres años viviendo sin techo en Alemania, emigró a Israel.
Shilom se encontraba con las tropas soviéticas que liberaron Auschwitz a comienzos de 1945. Rozia ya había sido evacuada, por lo que no hubiera estado allí si a él se le hubiera ocurrido buscarla en ese lugar.
Ahora les parece una terrible coincidencia que ambos estuvieron en el corazón de la maquinaria nazi de crueldad y muerte, y que uno pudo haber salvado al otro.
Rozia se casó poco después de llegar a Israel; su marido murió hace 13 años. Tiene dos hijas. Shilom, que llegó a Israel en 1957, también se casó y tiene tres hijos, todos ellos oficiales del ejército israelí. Ninguno de los dos ha sabido nada del destino de sus dos hermanos y su madre.
Hace unos cuatro años, Shilom visitó Yad Vashem, el monumento recordatorio del Holocausto en Jerusalén, donde llenó formularios con información de sus parientes desaparecidos.
Rozia había estado en Yad Vashem varias veces para ver si había información acerca de los miembros de su familia, pero nunca la hubo.
Entonces, el viernes, un amigo de la familia de los Estados Unidos que estaba haciendo un film documental sobre su vida, le pidió que fuera nuevamente a Yad Vashem.
"Hacía frío. Llovía. No quería ir", recuerda Rozia. Pero fue y, esta vez, un miembro del personal quiso investigar un poco su caso.
"No tengo a nadie", protestó Rozia, que había visto por última vez a un miembro de su familia cuando la Gestapo arrestó a su padre en Cracovia.
"No diga que no tiene a nadie", dijo el empleado y le mostró el formulario que Shilom había llenado cuatro años antes.
"Vi que podía ser mi hermano, pero no estaba segura", dijo Rozia. Unas horas más tarde su nieto encontró el número de teléfono de Shilom y lo llamó y el resto, como se dice, es historia.
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