Dos duras derrotas de su coalición enturbian el comienzo de la despedida de Angela Merkel del poder
La alianza de gobierno tuvo un fuerte retroceso en Renania-Palatinado y Baden-Wurtemberg en medio de un escándalo de corrupción y meses antes del paso al costado de la líder de la CDU
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PARÍS.– Los conservadores alemanes de la canciller Angela Merkel sufrieron hoy un revés histórico en dos votaciones regionales, consideradas verdaderos tests para las elecciones legislativas federales de septiembre próximo.
Fragilizada por los errores cometidos en la gestión de la pandemia y un complicado escándalo financiero, la Unión Demócrata Cristiana (CDU) se encaminaba anoche hacia su peor resultado electoral en los estados regionales de Baden-Wurtemberg y Renania-Palatinado, en el sudoeste del país. El partido de la canciller no obtendría más de 23,3% de los votos en el primer land, contra 27% hace cinco años. En el segundo, llegaría a 23,3% contra 31,8% en 2016.
“Sombrías horas” para la CDU, tituló el periódico Die Welt, mientras que el semanario Der Spiegel evocó una “catástrofe electoral”.
Es verdad, los conservadores no eran los favoritos en esos dos lander dirigidos respectivamente por los Verdes y los social-demócratas del SPD. Pero este malísimo resultado representa un muy mal augurio para las legislativas del 26 de septiembre. La ola de revelaciones en torno al llamado “escándalo de los barbijos” y las crecientes críticas a la gestión de la crisis sanitaria debilitaron en forma considerable al partido de Merkel.
“La CDU atraviesa su peor crisis” desde el escándalo de las cajas negras que provocó la caída del ex canciller Helmut Khol a fines de los años 1990, estima Jean-Dominique Juliani, presidente de la Fundación Robert Schuman.
Esta vez, se trata sobre todo de sospechas de comisiones recibidas a comienzos de la epidemia por diputados del partido por contratos de compras de barbijos, lo que enturbia la imagen de la mayoría gubernamental.
“Ese escándalo pesó enormemente sobre los resultados” de hoy, reconoció anoche el secretario general de la CDU, Paul Ziemiak, que prometió “tolerancia cero” ante las malversaciones de aquellos “que se enriquecen durante la crisis”.
Por el contrario, Los Verdes, que esperan entrar al gobierno federal en las próximas legislativas, se congratularon por el “supercomienzo” de la secuencia electoral –que incluirá la renovación de seis gobiernos regionales–, marcada por una amplia victoria en el land de Baden-Wurtemberg (probablemente el 31% de los votos), que dirigen desde hace una década. En esa próspera región, corazón de la industria automotriz, el muy popular ecologista Winfried Kretschann (72 años), gana cada vez más puntos.
La coalición con la CDU que dirige Kretschann desde hace cinco años es percibida como el laboratorio de una eventual alianza nacional entre ambos partidos después de las elecciones federales. La amplia victoria de hoy les permite negociar una nueva alianza regional ya sea otra vez con la CDU, con los socialdemócratas o con los liberales del FPD, que habrían obtenido alrededor del 11%. E incluso pensar en una fórmula que incluya a tres partidos.
En el land de Renania-Palatinado, la CDU llegó lejos detrás de la dirigente saliente, la líder de la socialdemocracia local, Malu Dreyer (entre 33% y 35%).
La pandemia tampoco parece haber beneficiado a la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD), que retrocedió más del 4% en ambos lander.
Estos resultados sin duda representan una gran decepción para la canciller alemana. Tras 16 años en el poder y una confianza popular intacta –a pesar de algunos tropiezos pasajeros– Angela Merkel esperaba dejar un partido sólidamente ubicado para enfrentar las próximas elecciones. Después de haber liderado los sondeos hace un año con el 40% de opiniones favorables, la CDU y su aliado bávaro, la CSU, cayeron recientemente al 33% de intenciones de voto, el nivel que tenían antes de la pandemia.
Dos de sus diputados, Georg Nüsslein (CSU) y Nikolas Löbel (CDU), tuvieron que dejar sus partidos respectivos, sospechados de haberse enriquecido gracias a la epidemia, sirviendo de intermediarios con los fabricantes en la compra oficial de barbijos anti-Covid. Otro diputado conservador renunció el jueves después de haber sido criticado por la publicación de anuncios publicitarios de Azerbaiyán –país rico en hidrocarburos y caviar, pero muy lejos de ser modelo de respeto de los derechos humanos–, en un diario nacional que él mismo dirige.
Esta derrota pesa considerablemente sobre las ambiciones de Armin Laschet, recientemente elegido al frente de la CDU, que debe convencer a sus afiliados de que es el mejor candidato conservador para la cancillería. Por el momento, el líder del CSU de Baviera, Markus Söder, lo supera en los sondeos. Interrogados a fines de febrero por el instituto Kantar, el 50% de los encuestados lo consideraron el mejor de los candidatos para reemplazar a Merkel, contra el 24% en favor de Laschet.
El “escándalo de las mascarillas” pesa sobre millones de alemanes, que un año después del comienzo de la pandemia están hartos de restricciones y dudan cada vez más de la estrategia escogida por el gobierno.
Las dificultades de aprovisionamiento de vacunas contra el Covid-19, que padece no solo Alemania sino toda la Unión Europea (UE), sumadas al reciente aumento de contaminaciones provocadas por las nuevas variantes del virus, acentúan el descontento. Al mismo tiempo, las autoridades sanitarias ya no ocultan su inquietud ante lo que consideran “el comienzo de una tercera ola” de la pandemia.
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