La compañía de mercenarios ha hecho incursiones alrededor de todo el mundo; su presencia se registró en distintos países de África, en Siria y no se descarta la posibilidad de trabajos en Venezuela
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Ucrania, Mali, Sudán, Siria, República Centroafricana, Libia… los tentáculos del Grupo Wagner se extienden mucho más allá de las fronteras rusas, donde las consecuencias de su levantamiento contra el Kremlin son difíciles de predecir. El Grupo Wagner había sido, hasta ahora, muy útil para los intereses de Moscú.
La compañía de mercenarios liderada por Yevgeny Prigozhin ha ejercido como una suerte de ejército ruso en la sombra, haciendo gran parte del trabajo sucio allá donde el Kremlin tenía intereses, pero no quería mandar a sus propios soldados para evitar posibles repercusiones legales o diplomáticas.
A cambio, Wagner, un entramado de empresas que va más allá del ejército privado, ha obtenido influencia política y una puerta de entrada a la explotación de los ricos recursos naturales de muchos de estos países, lo que le permite autofinanciarse.
En Ucrania, donde ha tenido un papel muy destacado desde la toma de Crimea en 2014 hasta la captura de Bajmut el mes pasado, Moscú ha abierto las puertas a que los miles de mercenarios de Wagner que combaten en el frente se unan a las filas del ejército regular, algo que debería materializarse antes del 1 de julio.
Pero, ¿qué podría ocurrir con las tropas de Wagner más lejos de Rusia?
“En muchos de esos países, el Grupo Wagner trabaja de forma semiautónoma y solo está allí por el dinero. Y el ejército ruso no tiene ni la intención ni los recursos para involucrarse en esos conflictos o intentar frenar a Wagner allí”, analiza para BBC Mundo el profesor Rasmus Nilsson, de la Escuela de estudios eslavos y de Europa del este del University College de Londres (UCL).
En su opinión, sus servicios van a seguir teniendo demanda en los países donde ya opera, y donde es posible que “Wagner acabe dividiéndose en distintos grupos, según quién les pague”.
Dónde están presentes
La guerra civil en Siria fue una de los primeras incursiones del Grupo Wagner fuera de Europa.
El presidente ruso, Vladimir Putin, salió en ayuda de Bashar al Assad en 2015, después de que el ejército sirio se viera desbordado por los combates contra la oposición -convertida en insurgencia- y contra las fuerzas yihadistas del Estado Islámico. Un mes después, a los soldados del ejército ruso se unieron los mercenarios de Prigozhin, que llegaron a sumar más de 5000 hombres.
Siria es también uno de los pocos lugares donde tropas occidentales se han enfrentado a los mercenarios de Wagner.
En 2018, el ejército de Al Assad, apoyado por mercenarios rusos, atacó un puesto militar estadounidense desde el que combatían a las fuerzas del Estado Islámico. EE.UU. respondió con una ofensiva en la que se cree que murieron entre 200 y 300 combatientes, entre ellos muchos miembros de Wagner.
El conflicto sirio se encuentra actualmente congelado, y se cree que muchos de los mercenarios abandonaron la región para unirse a los combates en Ucrania, aunque compañías vinculadas a Wagner han obtenido lucrativos contratos en las zonas que en su momento controló el Estado Islámico.
Menos documentada está su posible presencia en Venezuela.
En 2019, la agencia Reuters aseguró que mercenarios de Wagner volaron a Caracas para reforzar la seguridad del presidente Nicolás Maduro ante las manifestaciones antigubernamentales previstas a principios de ese año.
El Grupo Wagner también ha sido acusado de estar vinculado a la minería ilegal en Venezuela, una cuestión que llegó incluso al parlamento británico en 2022. Ante la pregunta de un legislador, el gobierno de Reino aseguró que estaba siguiendo de cerca las informaciones sobre la presencia de mercenarios rusos en el país latinoamericano y sobre las actividades de “empresas privadas militares rusas” en la región del Arco Minero, donde se lleva a cabo minería ilegal de oro.
Sin embargo, ante la rebelión de Wagner el pasado sábado, el gobierno de Maduro salió rápido a condenar la “amenaza terrorista” del grupo mercenario y su “respaldo absoluto” al presidente ruso, Vladimir Putin.
Gran presencia en África
El grupo de mercenarios liderado por Yevgeny Prigozhin tiene una importante presencia en África, donde ofrecen servicios de seguridad, consultoría política o campañas de desinformación.
Desde Libia, en el norte, a Sudáfrica, en el sur, las actividades de Wagner han ido en aumento en los últimos años, nutriéndose de la inestabilidad política e incluso, en algunas ocasiones, fomentándola ellos mismos, según denuncian expertos en la región.
En Libia, los mercenarios de Wagner hicieron su aparición pública por primera vez en 2019, donde apoyaron al general rebelde Jalifa Haftar en su asalto al gobierno de Trípoli, que tenía el respaldo de la ONU. Se cree, sin embargo, que el grupo se encontraban en el país desde 2014, cuando Libia se partió de facto en dos, con gobiernos opuestos en el este y oeste del país.
Prigozhin llegó a contar con unas 2.000 tropas en Libia, aunque se desconoce cuántos soldados siguen aún allí.
En Sudán, escenario también de los encarnizado combates entre dos generales rivales, Wagner cuenta con unos 500 hombres, según medios locales como The Sudan Tribune. Los mercenarios rusos entraron de la mano del entonces presidente Omar al Bashir, quien firmó en 2017 una serie de acuerdos con Moscú.
Entre ellos estaba la construcción de una base naval en Port Sudan, en el mar Rojo, así como concesiones de explotación de minas de oro con la empresa M Invest que, según EE.UU., es una empresa pantalla del Grupo Wagner.
Desde entonces, aunque Sudán no ha reconocido la presencia de los mercenarios en el país, diversas imágenes publicadas en canales de Telegram vinculados al grupo -que no han podido ser verificadas por la BBC- han mostrado a tropas de Wagner formando a soldados sudaneses o ayudando a las fuerzas de seguridad a disolver manifestaciones.
En Mali, las tropas del Grupo Wagner llevan más de un año operando y, aunque las autoridades del país no lo han confirmado de forma oficial, el ministro de Exteriores maliense, Abdulaye Diop, ha dejado claro que no tienen necesidad de justificarse: “Rusia está aquí a petición de Mali y responde de manera efectiva a nuestras necesidades estratégicas”, dijo el año pasado.
Francia, la antigua potencia colonial, había sido hasta hace muy poco el socio estratégico de Mali, lo que incluía el despliegue de miles de soldados galos para ayudar a las tropas malienses a combatir a la insurgencia islamista que se había hecho con el control del norte del país.
Pero esta cooperación no dio sus frutos, la animadversión hacia Francia creció en el país y París se vio obligada a retirar sus tropas en 2022, que han sido sustituidas por mercenarios de Wagner.
Este escenario se ha repetido en Burkina Faso, donde el gobierno niega que los hombres de Prigozhin estén operando en el país. Según Uagadugú, la cooperación con Moscú se limita a la formación de soldados en el manejo del armamento comprado a Rusia.
Sin embargo, la inteligencia estadounidense daba por hecho a principios de este años que el grupo de Prigozhin estaba en negociaciones con el gobierno burkinabés para desplegar a sus tropas y que habían llevado a cabo operaciones de información.
Los soldados de Wagner podrían estar extendiéndose también a Chad, según han denunciado diversas fuentes africanas, europeas y estadounidenses. Chad ocupa una posición estratégica en el centro del Sahel, con fronteras relativamente abiertas con la República Centroafricana, Libia y Sudán, donde sus mercenarios están activos.
Wagner habría proporcionado material y apoyo operacional a los rebeldes locales que están buscando desestabilizar y posiblemente derrocar al gobierno interino presidido por Mahamat Idriss Déby Itno.
También están muy presentes en República Centroafricana, donde Francia retiró sus tropas en 2017 después de años de intervención que no lograron ayudar a Bangui a hacer progresos significativos en cuanto a estabilidad, seguridad y desarrollo económico.
El Grupo Wagner ha ocupado desde entonces su lugar, donde ha ayudado a consolidar al gobierno de Faustin-Archange Touadéra y a frenar el avance de los grupos rebeldes que iniciaron en 2013 una guerra civil.
El grupo de Prigozhin “es el representante más importante de Rusia en República Centroafricana, proporciona seguridad al gobierno, facilita la influencia política y diplomática rusa y ha ganado acceso a lucrativos recursos mineros”, explica a BBC Mundo Paul Stronski, investigador sénior del Fondo Carnegie para la Paz Internacional.
En Eritrea, Wagner estaría en negociaciones con el gobierno para proporcionar capacitación y equipos, y en Zimbabue para ofrecer su apoyo en operaciones de información, según material de la inteligencia estadounidense al que tuvo acceso el Washington Post.
El destino de Prigozhin
La gran cantidad de servicios que ofrece el Grupo Wagner en estos países van a seguir en demanda.
Su actividad ha estado acompañada a menudo de denuncias graves de los derechos humanos, y un reciente informe de Naciones Unidas alertaba sobre los posibles crímenes de guerra cometidos por sus mercenarios en Mali. Pero, como apunta Paul Stronski, esto no ha supuesto un gran problema para muchos de los países que han contratado a Wagner.
Tras el amotinamiento, el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, negoció un acuerdo entre Progozhin y el Kremlin para permitir al líder de Wagner exiliarse en Bielorrusia.
“Lukashenko va a tener un gran interés en mantenerlo a salvo para guardarse esa ficha con los rusos. Pero, por otra parte, Moscú no va a querer depender de Bielorrusia, así que esa es una razón clara para acabar con Prigozhin”, analiza Rasmus Nilsson.
La gran pregunta ahora, asegura el profesor de UCL, es qué va a hacer Yevgeny Prigozhin: “¿Se va a quedar calladito en Bielorrusia o, como han sugerido algunos, se va a ir a África para convertirse allí en un señor de la guerra?”.
Según este analista, la posibilidad de que el líder mercenario ponga rumbo al sur tiene sentido, ya que “podría rodearse de un grupo fiel y donde va a seguir teniendo a muchas personas interesadas en trabajar con él”.
En cuanto a sus soldados, Nilsson cree que algunos de ellos desplegados en Ucrania y Rusia acabarán integrando el ejército ruso, pero muchos no se fiarán ni de sus intenciones ni de sus capacidades.
Los sueldos, mucho más bajos que los de Wagner, también pueden jugar en su contra.
“Los habrá que decidan irse a alguna de las ramas de Wagner en África, por ejemplo, o a otro grupo. Hay multitud de organizaciones en el mundo que están buscando a mercenarios”, concluye el profesor de UCL.
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