Donald Trump reaparece desde el llano como amo y señor del Partido Republicano
Por primera vez desde que dejó la Casa Blanca, el expresidente se dirigió a un público ultraconservador en Orlando, decidido a recuperar el control de la fuerza política
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WASHINGTON.- La conferencia conservadora es la principal congregación anual de la derecha en Estados Unidos. Desde hace varios años, el encuentro es un Trumpfest. Poco parece haber cambiado tras la salida de Donald Trump de la Casa Blanca: este año, una de las principales atracciones fue una estatua dorada de Trump en ojotas, con un pantalón corto con los colores de la bandera de Estados Unidos, una vara mágica en una mano y una copia de la constitución en la otra. Y el lugar elegido para la reunión fue nada menos que Orlando, en Florida, un estado que idolatra a Trump.
Trump viajó hasta allí desde su resort en Palm Beach, Mar-a-Lago, para hacer su primera aparición pública tras dejar el poder, hace poco más de un mes, y renovar su título de amo y señor del Partido Republicano. Con una hora de retraso, y las estrofas de “I’m proud to be an American”, Trump pisó el escenario de un salón repleto.
“¿Ya me extrañan?”, arrancó su discurso.
Con un mensaje que le envió varios dardos al gobierno de Joe Biden y recicló muchas de sus clásicas promesas de campaña, Trump dijo que el viaje de su movimiento “está lejos de haber terminado”, y desechó de entrada la idea de crear un tercer partido político, una movida que hubiera fracturado el Partido Republicano y le hubiera abierto la puerta a los demócratas a la hegemonía política. A la par, ventiló la idea de volver a ser candidato.
“No voy a empezar un nuevo partido, eso fueron noticias falsas. ¿No sería brillante? Empecemos un nuevo partido, dividamos nuestro voto así no ganamos nunca. Vamos a estar unidos y fuertes como nunca antes”, dijo Trump. Su promesa desató una de las ovaciones del público. Pero el aplauso más prolongado llegó después de que repitió su mentira de que derrotó a Biden y los demócratas en la última elección presidencial, y dejó abierta la posibilidad de volver a la Casa Blanca: “¿Quién sabe? Quizá decida derrotarlo por tercera vez”, dijo, y dejó correr la ovación unos segundos.
La estatua dorada de Trump fue apenas el monumento más visible de la idolatría a Trump en la derecha de Estados Unidos, la cual para algunos ha terminado de convertir al Partido Republicano en un movimiento de culto, y no solo de principios. Durante unos días, Orlando fue testigo de la perdurable veneración a Trump en el conservadurismo del país, pese a que dejó la Casa Blanca con la popularidad más baja de toda su presidencia, y una de las peores de la historia moderna para un mandatario. Trump cerró el encuentro, tal como lo hacía cuando era presidente.
Amante de las victorias, Trump pisó el escenario de la Conferencia de la Acción Política Conservadora (CPAC, según sus siglas en inglés), el encuentro anual más importante de la derecha norteamericana, como un ganador: una encuesta informal entre los asistentes al encuentro lo puso al frente de una hipotética primaria presidencial en 2024. No fue casualidad: todas las encuestas indican que, pese al turbulento final de su presidencia, que incluyó un ataque al Capitolio y un segundo juicio político, que ocurrió luego de su salida del poder, Trump es, aún, la figura estelar del Partido Republicano.
El discurso de Trump reafirmó su intención de capturar el papel de líder de la oposición con la idea, quizá, de intentar volver a ser candidato presidencial en 2024. Algunas de las principales figuras del Partido Republicano que descendieron en Orlando para la reunión le rindieron pleitesía, en medio de una disputa interna que definirá quién lleva las riendas de los republicanos: si Trump, o alguien del grupo de políticos que intentan intentan tejer lazos entre el trumpismo y el establishment.
The Republican Party is not just the party of country clubs, the Republican Party is the party of steel workers, construction workers, pipeline workers, police officers, firefighters, waiters and waitresses. pic.twitter.com/mnITBWYLce
— Ted Cruz (@tedcruz) February 26, 2021
“Déjenme decirles ahora mismo, Donald J. Trump no irá a ninguna parte”, dijo el senador Ted Cruz, de Texas, fiel trumpista desde que Trump lo derrotó en la primaria de 2016.
El gobernador de Florida, Ron De Santis, otro fiel estandarte del trumpismo, a quien Trump puso como modelo por su manejo de la pandemia del coronavirus el año anterior, cargó contra el establishment republicano, cuyas principales figuras intentan –por ahora, sin éxito– desterrar a Trump del partido político que supo liderar Abraham Lincoln.
“No podemos, no volveremos a los días del fallido establecimiento republicano de antaño”, dijo DeSantis esta semana en su discurso a la conferencia. “Rechazamos las fronteras abiertas y en cambio apoyamos la soberanía estadounidense y al trabajador estadounidense. Construir un movimiento de amnistía y mano de obra extranjera barata es como construir una casa en un campo de arena movediza”, abogó, una frase sacada del mantra trumpista.
Kevin McCarthy, líder de la bancada republicana en la Cámara de Representantes, le atribuyó a Trump el avance en el número de bancas que los republicanos lograron en la Cámara baja del Congreso, la cual, con todo, continúa bajo el control de los demócratas.
“Esta es la primera vez desde 1994 que ningún republicano en el encargo pierde. Vencimos a 15 demócratas. ¿Y saben contra quién perdieron los 15 demócratas? Mujeres conservadoras y minorías conservadoras, todas y cada una de ellas”, dijo McCarthy. Como muchos otros, McCarthy criticó a Trump por haber alentado la insurrección contra el Congreso el pasado 6 de enero, pero luego viajó a Mar-a-Lago para sacarse una foto, sonriente, junto al magnate.
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