Donald Trump y un mismo patrón de negación, desde el coronavirus hasta Rusia y el cambio climático
WASHINGTON.- Hasta enfermo y dependiendo de un potente cóctel de esteroides y antivirales, el presidente norteamericano Donald Trumpconvirtió su meticulosamente orquestado regreso a la Casa Blanca en otro ejemplo patente de un tópico recurrente de su presidencia: la negación de los hechos evidentes cuando no se ajustan a sus necesidades políticas.
Su mensaje del lunes por la noche, luego reiterado el martes, fue que los norteamericanos no tienen nada que temer delcoronavirus , y negar lo obvio: la enfermedad que según él desaparecería "como un milagro" con los primeros calores de la primavera boreal, ya se cobró la vida de más de 210.000 de sus compatriotas.
En realidad, no dijo nada nuevo: viene minimizando el impacto del virus desde enero. De hecho, si hay algo que define su presidencia es el desdén hacia la mayoría de los peores desafíos que enfrenta Estados Unidos . Su obsesión por mostrarse fuerte o por acomodar los hechos para que confirmen su visión del mundo lo han llevado una y otra vez a minimizar, ignorar o burlarse de los temas más graves, desde el cambio climático hasta la interferencia de Rusia en el proceso electoral de Estados Unidos.
El propio Pentágono advirtió en un informe del año pasado que el calentamiento global era un serio "problema de seguridad nacional" con efectos desestabilizadores a nivel global, pero para Trump el cambio climático sigue siendo una teoría, un tema que se borra de los documentos de gobierno y se explica con excusas cuando los incendios forestales barren la Costa Oeste.
Sus agencias de inteligencia evalúan que el arsenal nuclear de Corea del Norte creció significativamente durante este gobierno. Pero para el presidente, ese arsenal que en 2017 lo hizo decir que desataría "una furia y un fuego nunca vistos", hoy prácticamente no merece mención. Y cuando le preguntan, invariablemente desvía el tema hacia su relación personal con el líder norcoreano Kim Jong-un .
El inclemente diluvio de ciberataques de Rusia, muchos apuntados contra el corazón del proceso político norteamericano, viene preocupando a los funcionarios militares que deben evitar queVladimir Putinvuelva a interferir en una elección. Pero Trump dice no tener razones para no creerle al líder ruso cuando dice que el Kremlin no tuvo nada que ver.
Trump ha abrazado el "negacionismo" en casi todos los frentes, como si desear que los problemas desaparezcan pudiese sustituir a la acción concreta y las políticas, dice Richard Haass, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores, una usina de ideas con sede en Nueva York.
"El negacionismo es un patrón", dice Haass, que fue funcionario de varios gobiernos republicanos, tanto en el Consejo de Seguridad Nacional como en el Departamento de Estado. "Y es generalizado. El temor de los aliados de Estados Unidos es que este síntoma no se limite a Trump, sino que refleje el cambio del país, y un cambio para peor."
"Pusieron su seguridad en nuestras manos, y ahora se preguntan si hicieron bien, justo cuando nuestros adversarios no ven divididos y distraídos", dice Haass, autor de The World: A Brief Introduction ("El mundo: una breve introducción").
Se trata de un patrón distintivo que arrancó con las primeras horas del gobierno de Trump, cuando el flamante presidente se enfureció por las fotos aéreas difundidas por el Servicio de Parques Nacionales donde se veía que la concurrencia a su ceremonia de asunción era modesta en comparación con la convocatoria que tuvo la jura de algunos de sus predecesores, entre ellos Barack Obama. Acto seguido llegó su cacería de tres millones de votos fraudulentos, todo para sostener la negación de haber perdido el voto popular, por más que haya ganado en el Colegio Electoral.
También hubo momentos risibles, como el marcador usado para alterar el mapa del Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos sobre el curso del huracán Dorian, el año pasado, solo para justificar la errónea declaración de Trump de que la tormenta se dirigía hacia Alabama.
El asunto dio pasto a los comediantes de la noche durante semanas. Después, en marzo de este año, cuando el coronavirus vaciaba las oficinas y empezaba a golpear a algunas ciudades, ese negacionismo dejó de ser grave para ser lisa y llanamente letal.
El propio Departamento de Salud y Servicios Humanos del gobierno de Trump, con el ayuda de personal de la Casa Blanca, se había preparado para una pandemia de gripe que muchos expertos consideraban inevitable. De hecho, hasta habían realizado un ejercicio de un mes de duración, cuyo nombre en código era Crimson Contagion, que fijó los lineamientos de la respuesta necesaria del gobierno ante un virus -un poco distinto al coronavirus- originario de China y llegado a territorio norteamericano a través de vuelos directos y en portadores como turistas, estudiantes, ejecutivos y viajantes de negocios.
A MESSAGE FROM THE PRESIDENT! pic.twitter.com/uhLIcknAjT&— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) October 7, 2020
Pero ese ejercicio de escritorio pasó por alto un elemento clave: un presidente que dejaba en claro que no quería escuchar noticias que pusieran en riesgo el crecimiento económico, especialmente en año de elecciones.
"Nadie imaginó cifras como estas", dijo Trump a mediados de marzo, cuando se empezó a derrumbar su historia inicial de que para esa fecha el virus estaría bajo control.
En realidad, sí habían imaginado cifras como esas, lo que pasa es que Trump no había querido verlas. Seguía minimizando las bajas, insistía en que las muertes se frenarían antes de llegar a 60.000, e instaló en la Casa Blanca una cultura que equipara el uso de barbijo con debilidad, y no con el equivalente pandémico de abrocharse el cinturón de seguridad.
Trump también se ha mostrado incapaz de reconocer el costo de esa negación de la realidad, o al menos no está dispuesto a hacerlo. Insiste en que la economía se recuperará "en forma de V", por más que Jerome Powell, el presidente de la Reserva Federal que él mismo nombró, haya dicho esta semana que los norteamericanos debían prepararse para "un esfuerzo más largo de los previsto hasta la recuperación plena".
Powell advirtió que si el gobierno no extendía el paquete de estímulo económico, las consecuencias serían trágicas. Horas más tarde, Trump anunció que cancelaba todas las negociaciones al respecto con los demócratas: prometió reanudarlas no bien sea reelegido.
The New York Times
Traducción de Jaime Arrambide
Otras noticias de Actualidad
Más leídas de El Mundo
1000 días de guerra. Ucrania, agotada: “Quizás vale la pena decir de acuerdo, tomen esta parte, pero déjennos en paz”
Desregulación y ajuste. El abrupto giro a la derecha de Nueva Zelanda tras tener uno de los gobiernos más progresistas del mundo
Nueva fase. El juego político en las potencias mundiales que explica la última escalada en la guerra de Ucrania
Tensión en Ucrania. EE.UU. y países europeos cierran sus embajadas en Kiev ante el riesgo de un “ataque aéreo significativo” de Rusia