Un día (el que sea) un hombre se alista para salir de su casa. Viste ropa oscura, parecida a un uniforme, calza zapatos negros, a veces una gorra. Es adulto, estadounidense y está a punto de dar inicio a su turno. Agarra un arma y sale. No va a trabajar. No lo hace por dinero. Va hacia la frontera sur del país, la que lo une con México, la que a diario recibe a cientos de inmigrantes en busca de asilo. Va porque cree que es tiempo de luchar por su patria.
Esta podría ser una escena cualquiera de los miembros Patriotas Constitucionales Unidos, un grupo que dice que nació para proteger la constitución del país y a cada uno de los ciudadanos de los "enemigos extranjeros". Podría ser una escena de su líder, Larry Mitchell Hopkins, quien fue arrestado el 20 de abril, en su casa.
Los Patriotas Constitucionales Unidos (UCP por sus siglas en inglés) son una milicia de derecha extrema, supremacista blanca, que tiene su base en Flora Vista, Nuevo México, y que actúa con un solo propósito: detener a todo aquel que quiera entrar al país y no esté autorizado para hacerlo. Su accionar es ilegal pero no nuevo. Desde que el presidente republicano Donald Trump llegó a la Casa Blanca tras ganar las elecciones con un discurso duro y discriminatorio, en el que tildó a los inmigrantes latinoamericanos como los culpables de las drogas y los crímenes en EE.UU., abrió una puerta para que los que pensaran como él la atravesaran. Eso fue lo que hizo UCP, llegar hasta el otro lado. No es la única.
"Los grupos de milicias armadas están activos a lo largo de la frontera de forma intermitente desde principios de la década de 2000. En su mayoría limitan sus actividades a la observación y al reporte de actividades sospechosas a la patrulla fronteriza. Los UCP son el primer ejemplo de una milicia armada que de hecho detuvo a inmigrantes", cuenta en diálogo con LA NACIÓN Micah McCoy, directora de Comunicación en la sede de Nuevo México de la ONG Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU).
El método que UCP utiliza para hacer lo que hace es simple. Quedó al descubierto semanas atrás, cuando publicó en sus redes sociales un video de lo que deben haber entendido como hazaña: detuvieron a cerca de 300 inmigrantes, que venían en caravana con lo poco que tenían, con chicos, bebés, padres y abuelos, los apuntaron con armas, con linternas, los obligaron a sentarse y los hicieron esperar allí, en la frontera, de noche, quietos de miedo, hasta que llegaran las fuerzas de seguridad.
"UCP acampaba cerca de la frontera, en una parte remota de Nuevo México, en las afueras de El Paso. Allí patrullaron fuertemente armados, vestidos con prendas de camuflaje estilo militar. Además, llevaban credenciales de ley falsas. Cuando se encontraban con grupos de migrantes, los detenían ilegalmente", agrega McCoy sobre el grupo, que según las autoridades fue desmantelado pero que de acuerdo a la información que ella tiene aún trabaja en la frontera, aunque desde tierras privadas.
"Arrestos ciudadanos". Así llaman ellos los secuestros que realizan cuando encuentran inmigrantes que por ley, si entran al territorio estadounidense, tienen derecho a pedir asilo, y los apresan de manera clandestina. No aceptan llamarse milicia, tienen un centro de comando en la zona desde noviembre de 2018 y dicen que van a quedarse hasta que Trump construya el muro que prometió en campaña. "Estamos acá para ayudar y para mostrar la realidad de la frontera al público", dijo el vocero del grupo según lo publicado por el diario The New York Times.
Son cerca de 20 los miembros que patrullan en las sombras. Pero los UCP son muchos más, son todos los estadounidenses que los escuchan en su programa de radio, en el que aseveran cosas como que en las caravanas que llegan desde el sur hay muchos musulmanes infiltrados que quieren atentar contra el país, en los que dispersan teorías conspirativas sin fundamentos. Son los tantos que les donan dinero través de las páginas de financiamiento colectivo, son los cientos y cientos que comparten sus publicaciones en redes sociales y les dan me gusta. Son los que rieron en el acto de Trump en Florida semanas atrás, junto con Trump, cuando el republicano se preguntó qué hacer con los extranjeros que llegan de a miles y una voz a lo lejos gritó: "Dispararles".
"El racismo y la supremacía son siempre un problema en EE.UU. Pero está claro que el presidente envalentonó a las personas racistas para expresar sus creencias intolerantes públicamente y actuar de manera cada vez más violenta. Cuando la persona más poderosa del mundo califica a los migrantes como violadores y criminales, crea un ambiente en el que los grupos racistas se sienten empoderados", dice McCoy.
La gobernadora de Nueva México, Michelle Lujan Grisham, calificó el accionar de la milicia como "inaceptable" y aseguró: "Los ciudadanos comunes no tienen autoridad para arrestar o detener a nadie. Que las familias migrantes puedan ser amenazadas cuando llegan a nuestra frontera, muchas veces después de un viaje inimaginablemente difícil, es completamente inaceptable", según lo publicado por NBC News. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos dijo en un comunicado que no apoyaba a los ciudadanos que hacían uso de la fuerza como si fueran agentes. Los Patriotas Constitucionales Unidos aseguran que nunca nadie les pidió que se fueran.
El líder
69 años, robusto, espalda de leñador, tatuajes en los brazos, amplios como las ramas de un roble, algo de canas, patillas y un cuello arrugado como única muestra de debilidad. Larry Mitchell Hopkins fue arrestado en abril pasado por el FBI, acusado de posesión ilegal de armas y municiones. En su casa, búnker de los UCP, tenía varios rifles y revólveres.
No es la primera vez que tiene problemas legales. En 2006 había sido detenido por hacerse pasar por un oficial. Desde entonces, le prohibieron poseer armas. No le importó. Cuando los oficiales allanaron su casa, dijo que el arsenal que tenía era de su esposa.
A los miembros del grupo, de acuerdo con la cadena BBC, les dice que lo llamen "comandante nacional". También les asegura que tiene contactos con autoridades del gobierno de alto nivel. Además de ser el jefe de una banda ilegal que detiene a inmigrantes, canta canciones del músico country de los 50 Johnny Horton y las sube a su canal de YouTube. Le gusta que le digan Johnny Horton Jr. Podría ser condenado por detención ilegal de personas y por hacerse pasar por un oficial de seguridad.
En las entrevistas que le hicieron antes de quedar preso, siempre se mostró seguro. "Este país se construyó sobre tres bases: Dios, armas y agallas. La bandera estadounidense tiene que seguir flameando. Está en peligro, hay mucho peligro en este momento. Voy a luchar y dar mi vida, estaré allí y defenderé mi juramento. Si me abaten ahora, al menos moriré por nuestro país. De lo que se trata mantener a Estados Unidos libre".
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