“Dominique Pélicot pudo ocultar sus crímenes porque su vida ordinaria no despertaba sospechas”, dice el director de la investigación
En una entrevista con LA NACION, el comisario Jérémie Bosse Platière reveló cómo desmanteló la compleja red de abusos organizada por el hombre que durante nueve años drogó a su mujer para que fuera violada por decenas de personas
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Jérémie Bosse Platière, comisario y director de la investigación del caso Dominique Pélicot, lideró durante cuatro años un reducido equipo que desentrañó una de las tramas más complejas y perturbadoras en la historia reciente de Francia.
Entre 2011 y 2020, Gisèle Pélicot sufrió más de 200 violaciones por parte de su marido y decenas de hombres (de los que, hasta el momento, fueron identificados y acusados 50), todos contactados a través de internet. Dominique, aprovechándose del estado de inconsciencia de su mujer, inducido por el uso de drogas, organizó estos abusos bajo la fachada de un matrimonio normal.
En diálogo con LA NACION, el investigador y director interdepartamental de la policía nacional de Altos Alpes afirmó que este caso de violación masiva “no habría sido posible sin Internet” y que Dominique Pélicot “probablemente nunca saldrá de prisión”. Además, compartió detalles sobre las confesiones de los acusados, las dificultades del proceso judicial y la estrategia que sigue la fiscalía para contrarrestar los argumentos de las defensas.
–¿En qué medida Dominique Pélicot y los otros acusados han confesado su participación en los hechos y qué explicaciones han dado sobre su comportamiento?
–Dominique Pélicot confesó inmediatamente cuando se le presentaron pruebas, pero sólo lo que estaba probado. A medida que salían a la luz nuevos hechos durante la investigación, los reconocía. De los otros 50 acusados, 49 reconocieron su participación en los actos sexuales, pero sólo 14 reconocieron que se trataba de violaciones. Los demás negaron cualquier intención de violar, creyendo que ella había consentido y que se trataba de un juego de libertad y una fantasía sexual. Todos ellos minimizaron la gravedad de lo que hicieron.
–¿Qué condena espera en el caso de Dominique Pélicot y en qué podría diferir de la que podrían enfrentar los otros 50 acusados?
–Dominique Pélicot enfrenta una pena de 20 años de prisión por delitos de violación agravada. Dada la gravedad de los hechos, seguramente será condenado a la pena máxima. Sabiendo que también está siendo investigado en otros dos casos penales, uno de ellos un asesinato precedido de violación cometido en los años 1990 en París, probablemente nunca salga de prisión. Los otros enfrentan la misma pena, pero probablemente recibirán condenas menos severas. La media de las condenas por violación en Francia es de ocho a 11 años, según la reincidencia de los hechos. Es probable que algunos sean condenados a menos de ocho años de prisión.
–¿Hay antecedentes en la historia francesa de un caso semejante? ¿Cómo describiría este caso?
–No creo que se hayan dado casos anteriores de esta envergadura. Aunque es indudable que la violación por sumisión química se ha practicado antes, hay que señalar que un caso así, con tantos autores, no habría sido posible antes de la existencia de Internet. Fue gracias a las redes sociales que los autores pudieron ponerse en contacto. Antes de la era de Internet, habría sido difícil para alguien como Dominique Pélicot encontrar cómplices y traerlos. Se trata de un crimen posible gracias a la era digital y a la creación de redes de individuos malintencionados que escapan a cualquier control social.
–¿Cuántos investigadores trabajaron en este caso?
–Numerosos investigadores participaron en la investigación y en sus distintas fases, en particular durante las detenciones, pero el equipo central estaba formado por cuatro investigadores, además de funcionarios y técnicos forenses para extraer y analizar los datos digitales.
–¿Cómo es Dominique Pélicot? ¿Por qué cree que pudo ocultar esto tanto tiempo?
–Dominique Pélicot es un manipulador sin empatía que supo esconder su monstruosidad. De apariencia común, podía mostrarse muy colérico. Para sus allegados, hasta que se descubrieron los hechos, parecía un buen padre y abuelo y un amigo simpático. Pudo ocultar sus crímenes porque su vida ordinaria y anodina no le daba motivos para ser sospechoso de nada.
–¿En algún momento expresó remordimientos?
–Sí, absolutamente
–Dado que Pélicot es de edad avanzada y enfrenta problemas de salud, ¿es posible que en Francia se le conceda la prisión domiciliaria en lugar de una pena de cárcel?
–Mientras los servicios médicos puedan prestar asistencia en prisión, Dominique Pélicot permanecerá encarcelado. Sin embargo, podría ser puesto en libertad bajo arresto domiciliario si su estado de salud se deteriora hasta el punto de no poder mantenerlo en prisión. Actualmente, su estado de salud no lo justifica.
–¿Se ha investigado la posibilidad de que otras personas de la familia, como su nuera, su hija o sus nietos, también hayan sido víctimas de abusos por parte de Dominique Pélicot?
–La investigación no determinó que otros miembros de la familia hubieran sido víctimas de sumisión química o de abusos sexuales. Persisten las dudas sobre su hija, Caroline Pélicot, cuya fotografía desnuda y dormida se encontró en el ordenador de su padre.
–¿Por qué, de los 50 acusados en este caso, la mayoría está libre?
–Todos los acusados fueron encarcelados tras ser interrogados por la policía y puestos bajo investigación. Dos de ellos murieron y otro nunca fue detenido porque huyó al extranjero. Todavía hay 18 acusados en prisión, entre ellos Dominique Pélicot. El principio en Francia es no encarcelar a los acusados salvo por las necesidades de la investigación y el temor a una posible fuga. Ahora que la investigación ha concluido y que los magistrados han decidido que algunos de los acusados ofrecen garantías de representación, han puesto en libertad a estos acusados y han mantenido en prisión a los demás.
–¿Podemos tener los detalles, sin los nombres, pero con las edades y las profesiones de cada uno de los acusados?
–No puedo transmitírselo, pero puedo decirle que tenían entre 22 y 67 años. Procedían de las clases media y trabajadora y tenían empleos muy variados: peón agrícola, artesano, vendedor, enfermero, periodista, bombero, funcionario de prisiones, jubilado, camionero, técnico, electricista, etc. Los orígenes sociales son más bien modestos. No hay personas ricas ni muy instruidas.
–¿Cómo sigue el juicio en este momento y qué fases del proceso judicial quedan por completar? En caso de que Dominique Pélicot sufra un grave empeoramiento de salud, ¿podría el juicio ser anulado?
–La investigación sobre la violación con agravantes de su esposa ha concluido. Al final del juicio, los condenados pueden apelar la decisión y obtener un segundo proceso. Del mismo modo, el fiscal puede recurrir contra la absolución de un acusado o contra una sentencia que se considere insuficiente. Dado el número de acusados, esto es casi seguro. Sin duda habrá un segundo proceso, de apelación. El juicio en curso podría aplazarse hasta que la salud del principal acusado le permita asistir a las audiencias. Pero el juicio no se cancelará, sólo se aplazará.
–Si los acusados argumentan que hubo consentimiento por parte de la víctima, ¿cómo piensa la fiscalía contrarrestar este planteo, sobre todo teniendo en cuenta la complejidad de la “sumisión química”?
–La teoría del consentimiento de la víctima es insostenible: las grabaciones muestran a Gisèle Pelicot inconsciente durante los actos sexuales, lo que ha sido confirmado por peritos médicos y algunos acusados, quienes admitieron la hipótesis de la violación por sumisión química. Todos los acusados admitieron que no habían tenido ningún contacto con Gisèle Pélicot antes de los hechos y que la habían descubierto dormida o “haciéndose la dormida” cuando entraron en el dormitorio antes del acto sexual. Por tanto, ninguno de ellos había obtenido su consentimiento implícito o explícito antes de los hechos. Si no se había obtenido el consentimiento, los acusados no podían ignorar que se trataba de un acto sexual no consentido y, por tanto, de una violación. Además, los detalles meticulosos de cada acto -el contacto inicial a través de la red social coco.fr, los intercambios por Skype y las instrucciones precisas que se daban con antelación o en el momento: la prohibición de usar tabaco o perfume, la recomendación de mantener las uñas cortas, desvestirse en la cocina, mantener el dormitorio sobrecalentado, evitar cualquier susurro durante el acto, y escapar inmediatamente si ella se movía- evidencian que los acusados no podían ignorar que estaban participando en una violación. Por último, la simple visualización de los videos de los abusos revela la crudeza de lo sucedido, haciendo imposible que los perpetradores pudieran creer que se trataba de un juego o una situación consensuada.
–¿Cuáles son los principales fallos del sistema judicial francés a la hora de tratar los casos de abusos sexuales, teniendo en cuenta que sólo un pequeño porcentaje de estos casos acaban en condenas efectivas?
– En la última década, la violencia sexual se ha convertido en una prioridad para la justicia y la policía en Francia, lo que ha llevado a una mayor formación de magistrados y policías. Sin embargo, el sistema judicial se rige por la presunción de inocencia, requiriendo pruebas claras de culpabilidad para condenar. En los casos de agresión sexual, las pruebas suelen basarse en el testimonio de la víctima, lo que complica las condenas cuando hay versiones contradictorias y pocas evidencias materiales. Aunque los casos de agresiones sexuales están en aumento debido a que más víctimas rompen el silencio, la dificultad radica en demostrar lo ocurrido, no en un fallo del sistema. Sin pruebas, no hay condena; la presunción de inocencia prevalece.
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