Doctor y padre: tuvo una hija por inseminación artificial y no supo que el donante de esperma era su médico
Luego de muchos abortos espontáneos, mucho sufrimiento y 14 años de haberlo intentando, Pauline Chambless quedó embarazada en 1987 gracias a una tratamiento de fertilidad al que se sometió con su médico Kim McMorries.
De ese embarazo nació Jessica Stavena, una mujer que hoy tiene 33 años y dirige un centro de estética. En declaraciones a The New York Post, Stavena confesó que su madre siempre le dijo la verdad, que sabía que era hija de un donante de esperma.
"Mamá siempre fue completamente sincera y me hizo sentir especial. Sé cuánto intentó para poder tenerme. También me contó acerca de todo lo que sabía sobre mi padre biológico: un estudiante de medicina, pelirrojo y al que le encantaba la música. Siempre me pregunté si algún día lo conocería", reveló al medio neoyorquino.
Además de las curiosidad que le generaba su entorno biológico, saber si había tenido hermanos, Stavena comenzó con extraños problemas de salud y eso la llevó a querer indagar más sobre la historia genética de su familia. Para eso se sometió a un examen de ADN en enero.
Un mes después, con los resultados en una mano, y su madre al teléfono descubrió que tenía dos hermanas y un hermano. Facebook mediante, Stavena se puso en contacto con una de sus familiares biológicos, Eve Wiley.
En un mensaje Wiley le preguntaba si sabía todo acerca de cómo había nacido y si el doctor McMorries había sido quien atendió a su madre. Tras responder de manera afirmativa leyó en voz alta la respuesta de su hermana: "Odio ser quien dé las malas noticias, pero él también es mi padre biológico".
"Confiaba en él"
Chambless y su esposo se atendían con el doctor McMorries porque era el médico especialista en fertilidad del área donde vivían. En 1984 la mujer y su esposo llenaron documentos para acceder a tratamientos de fertilización a través de la donación anónima de donantes de esperma.
Durante dos años, Chambless perdió embarazos, todos cerca de la sexta semana de gestación. Hasta que, finalmente, en 1986 quedó embarazada de su hija Jessica. "¿Ayudó a que nazca mi beba en presencia de mi marido, mientras que sabía que él era el padre biológico? Me hiela la sangre de pensar que él creía que eso estaba bien", aseguró la madre de quien descubrió el escandaloso entramado.
Tanto el caso de Jessica como el de Eve son dos ejemplos de lo que se conoce como fraude de fertilidad, un delito por el cual un médico insemina con su propio esperma a sus pacientes sin su consentimiento. A raíz de estos casos, el estado de Texas aprobó una ley en el que a partir de 2019 toda persona que insemine o implante embriones sin el consentimiento de quien llevará adelante la gestación, ese hecho será considerado como un ataque sexual.
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