Doblegarse o redoblar la apuesta, el dilema de Xi
PEKÍN.- Mientras los funcionarios de China y Estados Unidos tratan de llegar a un acuerdo comercial, el presidente chino, Xi Jinping, enfrenta una alternativa dolorosa y posiblemente dañosa: intentar preservar su aura indómita o replegarse, después de que el presidente Trump acusara a China de echarse atrás con los términos del boceto de un pacto y aumentara los aranceles de importación.
Para Xi, los riesgos se potenciaron vertiginosamente en el transcurso de esta semana, después de que Trump y su representante en jefe en materia de comercio exterior, Robert Lighthizer, acusaran a China de desdecirse de sus compromisos. Al parecer, el punto ríspido fue la reciente decisión de Xi de rechazar la exigencia de Estados Unidos de que China modifique la legislación que restringe las inversiones norteamericanas en ese país.
La queja de Trump por Twitter se convirtió de inmediato en una reprimenda pública que dejó a Xi en el centro de la tormenta.
Xi es el líder chino más poderoso en décadas, y cuida mucho su imagen de estadista visionario que está conduciendo a su país hacia la grandeza. Pero las relaciones con Estados Unidos son las más importantes que tiene China, y si los vínculos entre ambos países son mal manejados, la economía china podría verse perjudicada, lo que mellaría la autoridad de Xi.
Las negociaciones comerciales están en estado crítico. En China ahora cuestionan si Xi no subestimó la determinación de Trump, y las turbulencias internas podrían crecer si Estados Unidos fuerza a Xi a hacer concesiones o si las negociaciones se cortan.
"Xi quedó en la cuerda floja", dice Paul Haenle, exdirector de asuntos chinos del Consejo de Seguridad Nacional norteamericano, que ahora dirige el Centro de Políticas Globales Carnegie-Tsinghua, en Pekín. "El que tendrá que hacer las mayores concesiones es él, lo que le dificulta aún más las cosas".
Pero la geopolítica tal vez ayude a China a hacer entender hasta qué punto ambos lados se necesitan mutuamente. El jueves, poco antes del reinicio de las negociaciones, Corea del Norte lanzó misiles de corto alcance. Desde hace tiempo, Estados Unidos presiona a China, principal apoyo del régimen norcoreano, para que ayude a frenar las provocaciones del líder Kim Jong-un.
Por más que la coincidencia de los lanzamientos y las negociaciones haya sido azarosa, podría servir para recordarle a Estados Unidos que necesita a China para mantener la presión sobre el norte.
China se había mostrado dispuesta a proteger la propiedad intelectual y abrir sus mercados a las inversiones norteamericanas, pero el gobierno de Trump quiso que el acuerdo especificara que algunos de esos cambios se introdujeran en la legislación china. Para China, cualquier cambio en las leyes o modificación de las políticas podría convertirse en un recordatorio público, y tal vez humillante, de que el país cedió bajo presión.
"Podría reavivarse el doloroso recuerdo de una época de humillación nacional en nuestra historia", dice Wang Yong, director del Centro de Economía Política Internacional de la Universidad de Pekín. "China ya ha hecho demasiadas concesiones".
Y los estridentes exabruptos de Trump no han hecho más que agudizar el dilema que enfrenta Xi de cara a las negociaciones. "Que Trump haga esto de manera tan pública complica muchísimo la posición de Xi", dice Susan L. Shirk, de la Universidad de California en San Diego. "Ahora, le costará mucho más ceder".
Hace apenas dos años, en la primera cumbre entre ambos mandatarios, Xi le dijo a Trump que China y Estados Unidos tenían "miles de razones" para trabajar bien juntos. Pero el lento ritmo de las negociaciones podría manchar la cuidada imagen de estratega que tiene Xi en su país.
A más de dos años de la asunción de Trump, a los funcionarios chinos les sigue costando entender al presidente norteamericano, por su temperamento y su estilo de negociación. Los políticos y expertos norteamericanos dicen que sus contrapartes chinas no logran entender por qué la desconfianza hacia China se ha convertido en virulenta hostilidad en tan poco tiempo y tal velocidad. Los chinos se han quejado de tener que lidiar con un presidente volcánico que según ellos tiende a convertir su desacuerdo personal en una trifulca pública. Según los economistas, si las negociaciones fracasan de plano, los riesgos para ambos bandos son enormes. Algunos académicos y ejecutivos chinos ya señalan que Xi subestimó la determinación de Trump para tensar las cosas y fogonear la imagen de China como potencial rival del predominio norteamericano.
Pero a Trump tampoco le saldría gratis. El colapso de las negociaciones empujaría a la baja el precio de las acciones de las empresas norteamericanas. Y por más que las negociaciones de Washington terminen con un apretón de manos y un nuevo acuerdo, la semana pasada habrá dejado al descubierto la falta de confianza entre China y Estados Unidos.
"Lo más importante no es si hay o no hay acuerdo", dice Zhang Jian, de la Universidad de Pekín. "Es el consenso en el seno de la clase política norteamericana sobre China como una amenaza".
Traducción de Jaime Arrambide