Divorcio consumado: Europa le puso punto final al traumático proceso del Brexit
El Parlamento Europeo ratificó el Acuerdo de Comercio y Cooperación que selló definitivamente la salida de Gran Bretaña del bloque
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PARÍS.– Esta vez no hubo giro espectacular ni cambio imprevisto. Solo una última etapa administrativa que puso punto final a casi cinco años de un traumático divorcio: el Parlamento europeo ratificó anoche el Acuerdo de Comercio y Cooperación establecido a fines de diciembre entre Gran Bretaña y la Unión Europea (UE), y el Brexit quedó definitivamente consumado.
Como el Parlamento de Estrasburgo está cerrado por la pandemia, los representantes del pueblo europeo, en sesión plenaria, dieron anoche desde Bruselas o a la distancia su luz verde al compromiso logrado in extremis, el 24 de diciembre, por la UE y Londres.
Sobre el resultado de la votación nunca hubo dudas: el Parlamento jamás tuvo la idea de hacer fracasar ese acuerdo, sinónimo de profundo alivio. El 15 de abril, su comisión de Relaciones Exteriores había dado una pista validando el texto casi por unanimidad.
En todo caso, en una resolución también votada anoche y que constituye el comentario del Parlamento sobre todo este triste proceso, el alto cuerpo legislativo repite que el Brexit es “un error histórico”, pero “saluda con vigor” el acuerdo concluido, que “limita los efectos negativos” y “planta las bases de una futura asociación sólida y constructiva”.
Ya era tiempo de finalizar esta última obligación jurídica. Desde el 1° de enero, el acuerdo post-Brexit funciona en forma “provisoria”… hasta el 30 de este mes. En ausencia de la luz verde de los eurodiputados, la expiración de ese plazo hubiera abierto la puerta al restablecimiento de derechos de aduana y cuotas en los intercambios entre las dos orillas del canal de la Mancha.
El Parlamento europeo atrasó voluntariamente el momento de fijar fecha para esta votación, en protesta por el aplazo —por parte del gobierno del primer ministro británico, Boris Johnson— de ciertos controles de mercaderías en Irlanda del Norte. El episodio reavivó las tensiones y los temores de ver a Londres renunciar progresivamente a los compromisos asumidos.
Temores
Esos temores también están alimentados por las dificultades que enfrentan los pescadores europeos para obtener los derechos (obtenidos) de operar cerca de las costas británicas, un tema crucial tanto para París como para La Haya.
Desde que comenzó a aplicarse el acuerdo, las relaciones entre Londres y Bruselas se han visto profundamente afectadas por el Brexit. Los intercambios comerciales, por ejemplo, enfrentan nuevas e interminables listas de obligaciones administrativas. Como consecuencia, el valor de las exportaciones europeas hacia el Reino Unido disminuyó 20%, mientras que, en sentido inverso, las exportaciones británicas hacia el bloque se desmoronaron 47% en enero y febrero de 2021, según Eurostat, la agencia europea de estadísticas.
Poco antes de iniciarse el debate, la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, advirtió que la UE no dudará en activar contra el Reino Unido los procedimientos legales previstos en el acuerdo, si Londres no respeta los términos del pacto. “Este acuerdo está dotado (…) de un mecanismo de resolución de diferendos y de la posibilidad de tomar medidas correctivas unilaterales si fuera necesario”, dijo ante los eurodiputados.
“Y quiero ser clara: no queremos tener que usar esos instrumentos. Pero no dudaremos en hacerlo si fuera necesario. Existen para asegurar el total cumplimiento del Acuerdo de Comercio y Cooperación y el Acuerdo de Retiro, que fueron ambos negociados en sus mínimos detalles y aceptados por ambas partes”, advirtió.
La intervención de Von der Leyen aludió a los desacuerdos que se cristalizaron en torno al protocolo norirlandés a partir de enero. El Reino Unido y la UE acordaron no restablecer una frontera física entre la provincia británica de Irlanda del Norte y la República de Irlanda (miembro de la UE). Con ese fin se decidió que los controles aduaneros deben realizarse en los puertos y la UE concedió un periodo de adaptación a Gran Bretaña —limitando las exigencias sobre esos controles—, hasta que las estructuras aduaneras portuarias estén en condiciones de funcionar. Pero Londres decidió prolongar ese plazo sin ninguna consulta previa, provocando un primer enfrentamiento con Bruselas en marzo.
El segundo expediente que crispa las relaciones entre Londres y Bruselas es el acceso de barcos de pesca europeos a las aguas británicas. Durante cinco años y medio, los navíos matriculados en la UE deben renunciar progresivamente al 25% de las cuotas que les acuerda la política común de pesca. Pero británicos y europeos deberán seguir compartiendo las aguas. Por el momento, Gran Bretaña, que se comprometió a entregar licencias a los pescadores franceses para acceder a ciertas zonas marítimas, se resiste a cumplir sus compromisos.
Los puntos en suspenso son múltiples y uno de ellos es la cuestión de la desaparecida libre circulación de las personas entre el Reino Unido y la UE. El Acuerdo de Comercio y Cooperación protege los derechos del millón de ciudadanos británicos que viven actualmente en la UE y de los europeos que residen en Gran Bretaña.
Pero, para un británico, la obtención de un permiso de residencia en alguno de los países del bloque puede tomar un tiempo considerable, mientras que los tres millones de europeos que deseen solicitar esa autorización en el Reino Unido tienen hasta el 30 de junio para hacerlo.
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