Dinamarca le gana la batalla al desperdicio de alimentos
Redujo un 25% la cantidad que se tira a la basura gracias a una intensa campaña
COPENHAGUE.- Con las hojas verdes de la zanahoria puede hacerse pesto. Las de los rabanitos, bien lavadas y marinadas, sirven para ensalada. Asadas al horno, las que rodean la coliflor quedan sabrosas y crujientes. Estas recetas no son nuevas, pero sus ingredientes suelen acabar en la basura porque no parecen comestibles. Forman parte del 30% de la comida producida en el mundo -y del 25% del agua utilizada para su cultivo- que desechamos sin miramientos.
Nada menos que un tercio de los alimentos. Y para 2050 será necesario aumentar en un 60% su oferta para mantener a los cerca de 10.000 millones de personas que poblarán la Tierra, según Naciones Unidas. Aunque el despilfarro alimentario suele estar mal visto socialmente, y a menudo es una de las primeras lecciones aprendidas en el hogar, los malos hábitos superan las buenas intenciones. En Dinamarca, el esfuerzo invertido en los últimos cinco años ya dio sus frutos: redujeron en un 25% el desperdicio gracias al apoyo popular del movimiento encabezado por la plataformaStop Spild Af Mad ("freno al desperdicio de comida", en danés). Ellos son el motor, pero a bordo se han subido ya gigantes como Nestlé y Unilever, chefs famosos y cadenas de supermercados como Rema 1000. En cinco años, el martilleo caló hondo en la sociedad.
Una bolsa de pastinacas y otra de zanahorias flanquean la balanza para pesar frutas y verduras en un establecimiento de Rema 1000, en uno de los barrios de mayor crecimiento de Copenhague, la capital danesa. Muy populares, ambas hortalizas se venden por unidad, en lugar de en manojos o bolsas. Es sencillo y ayuda al consumidor a comprar sólo las que necesita. Un poco más allá, a la altura de la heladera de lácteos, se guardan los huevos. Están refrigerados a 12°C para prolongar su uso sin problemas de toxicidad. Las bolsas de pan de molde presentan medias porciones, y las de bollitos no tienen más de cinco. En las cámaras de la carne, por otro lado, los bifes y las pechugas con una fecha de caducidad muy corta portan una etiqueta llamativa y un precio reducido. En ninguna parte hay ofertas de "llévese tres y pague dos".
"Si lo analiza es de sentido común. ¿Para qué comprar más de lo necesario? Y sin embargo, lo hacemos todos", dice Anne-Marie Jensen Kerstens, consultora alimentaria de la Federación de Comerciantes Minoristas (DSK, por sus siglas en danés). En 2008, esta fue la primera cadena de supermercados danesa que suprimió los descuentos por volumen, como el 3x2, y se ha centrado en ofrecer piezas de productos a precios bajos. "No sólo no entorpeció las ventas, sino que el cliente tiende a llevarse la cantidad justa", comenta Jensen Kerstens.
La ruta danesa contra el desperdicio de alimentos lleva a Selina Juul, una diseñadora gráfica convertida en activista. Nacida en Moscú en 1980, llegó a Dinamarca con 13 años y no tardó en reparar en un hecho para ella inconcebible. "La gente tiraba los restos de comida, cuando en Moscú no sabías lo que ibas a comer al día siguiente", recuerda la impulsora de Stop Spild Af Maden un céntrico restaurante junto al Ministerio de Alimentación, Agricultura y Pesca. Su determinación la convirtió en "La Danesa del Año" en 2014. De ciudadana enfadada por la comida malgastada (un total de 700.000 toneladas anuales, de las cuales 260.000 corresponden al consumidor), Juul pasó a convertirStop Spild Af Mad en la mayor ONG de su tipo del país.
"El trabajo comienza desde el hogar. Si visualizas lo que tiras es más fácil consumir con sensatez. Por ejemplo, uno de cada dos daneses tenía en 2015 en su heladera algún objeto congelado no identificado que acaba en la basura." La activista pide imaginar, por otro lado, la comida que se pierde en Navidad al cocinar para 20 cuando a lo mejor en la mesa hay 10 personas. "Intentamos que la gente lo note. Como con los restaurantes de tenedor libre, que van desapareciendo."
En los restaurantes tradicionales caló otra de sus iniciativas. Con el apoyo del Departamento de Soluciones Alimentarias de la multinacional Unilever, desde 2013 se repartieron unas 80.000 bolsas de restos en cerca de 300 locales. Muy populares en Estados Unidos, allí se llaman doggy bag ("la bolsa para el perro", aunque sea para el cliente). La ONG danesa los ha rebautizado goodie bag ("la bolsa de las cosas ricas"), y anima a los mozos a ofrecerla al comensal para evitarle la vergüenza de pedirla.
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