Dilma evitará la cadena nacional por temor aun cacerolazo
El 1° de mayo, fecha clave para el oficialista PT, la presidenta transmitirá su mensaje por las redes sociales
RÍO DE JANEIRO.- Aunque no lo reconozca, el ruido de los "cacerolazos" asusta al gobierno de Brasil. Para evitar ensordecedoras protestas como las que ocurrieron el mes pasado después de su discurso televisivo por el Día de la Mujer, la presidenta Dilma Rousseff decidió que el viernes 1° de mayo, Día del Trabajador, no dará su tradicional mensaje por cadena nacional.
Será la primera vez desde que está en el poder que la mandataria, abanderada del Partido de los Trabajadores (PT), no realice esta presentación; en cambio, enviará saludos a través de las redes sociales. La decisión fue tomada tras una reunión del grupo de coordinación política de la presidencia la noche del lunes y anunciada por el ministro de Comunicación Social, Edinho Silva, que descartó que estuviera motivada por el miedo a una reacción popular negativa.
"La presidenta no le teme a ninguna forma de manifestación oriunda de la democracia. Va a dialogar con los trabajadores, con la sociedad brasileña, por las redes sociales. Es una forma de valorizar otros medios de comunicación; en este momento entendemos que la mejor forma de comunicación son las redes sociales", dijo Silva.
Sin embargo, desde hacía ya varios días se sabía que el mentor político y antecesor de Dilma, el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva, había recomendado a la presidenta no usar esta vez la cadena nacional. En su posición lo apoyaban el estratega de marketing del gobierno, João Santana, y el propio ministro Silva, aunque Dilma se resistía a la idea.
El último pronunciamiento de la presidenta por radio y televisión fue el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Entonces, mientras Dilma aparecía por las pantallas, en las principales ciudades del país estalló un fuerte "cacerolazo" seguido por críticas e insultos a la mandataria. El gobierno se vio sorprendido por la reacción, que, según los analistas, preparó el terreno para que el domingo siguiente mucha más gente saliera a las calles para participar de las manifestaciones convocadas por grupos civiles en reclamo de un juicio político a Dilma Rousseff por su responsabilidad en el multimillonario escándalo de corrupción de Petrobras.
Las protestas de ese domingo 15, que durante el día reunieron a unas dos millones de personas bajo la consigna "¡Fuera, Dilma! ¡Fuera, PT!", se replicaron con otro "cacerolazo" esa misma noche, mientras el secretario general de la Presidencia, Miguel Rossetto, y el ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo, daban una conferencia de prensa.
Desde entonces, el Palacio del Planalto hizo cambios en su estrategia de comunicación, dejó de calificar a los manifestantes de "golpistas" y la presidenta dio más entrevistas a medios específicos y no utilizó la cadena nacional. Y la segunda ola de protestas por el impeachment a Dilma convocada para el 12 de abril llevó menos gente a las calles, unas 700.000 personas. Pero si había dudas acerca de si el malhumor social se había calmado y sobre el efecto que tienen las apariciones públicas de los altos funcionarios del gobierno, anteayer quedaron despejadas cuando un grupo de bulliciosos manifestantes impidió que el vicepresidente, Michel Temer, y la ministra de Agricultura, Kátia Abreu, dieran sus discursos durante la apertura de una feria agrícola.
Si bien el Día del Trabajador es una fecha muy importante en el calendario del oficialista PT, este año llega en medio de un clima enrarecido no sólo políticamente por el caso Petrobras y sus consecuencias jurídicas, sino también porque el gobierno, en un intento de recuperar el ritmo de crecimiento económico, impulsa un ambicioso programa de ajuste fiscal.
Los sindicatos, grandes aliados del PT, se oponen a este plan y a otras medidas como la reforma laboral que ampliaría la tercerización de trabajadores, y hasta el principal socio del PT en la alianza gubernamental, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), ofrece resistencia para aprobar la legislación referente al ajuste.
"Este ajuste no es un ajuste fiscal; el ajuste se tiene que hacer con cortes en el Estado, se tiene que hacer una reforma del Estado. Este ajuste es laboral y por eso la presidenta está teniendo dificultades en hablar el 1° de mayo, porque la cuenta no puede acabar en el trabajador", señaló ayer el presidente del Senado, Renan Calheiros, del PMDB.
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