Antuán Guci habló de su experiencia y los obstáculos que se le presentaron en su transición
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“El problema es la gente que por algún motivo se siente atacada por nuestra existencia”. Esto explica Antuán Guci en un video publicado en Instagram a los padres de un niño trans de 10 años, quienes le enviaron un mensaje de agradecimiento por sus publicaciones en las redes sociales que les ayudaron a entender a su hijo y apoyarlo.
Este psicólogo chileno de 28 años comenzó hace poco su propia transición hormonal, tras darse cuenta de que era un hombre transgénero y siempre lo había sido.
Era la segunda vez que salía del clóset, pues hace 10 años lo hizo como mujer lesbiana. Ahora, Antuán educa y aconseja desde su Santiago de Chile natal a miembros de la comunidad trans chilena y latinoamericana a través de sus redes sociales.
Algunos de sus videos fueron vistos decenas de miles de veces. “¿En qué te influye a ti que alguien sea gay, que alguien sea bisexual, lesbiana o trans?”, pregunta Antuán a los críticos de la comunidad LGBT+ en el mismo video en el que explica la importancia de que las personas transgénero se sientan apoyadas por sus seres queridos.
“¿Cambia el curso de tu vida? ¿Te hace cuestionarte cosas que no te habías cuestionado antes y te dan susto?”, prosigue. Antuán asegura no entenderlo, antes de explicarme que de todas formas ya se ha acostumbrado a recibir odio en las redes sociales.
“Honestamente, yo ahora me rio de algunos mensajes, porque son tan ridículos. Pero, agradezco a los haters, porque si no fuera por ellos probablemente yo no me habría vuelto viral y esta entrevista no estaría pasando”.
En el marco del Día Internacional de la Visibilidad Transgénero, Antuán Guci habló con BBC Mundo sobre la importancia de darle más espacio a la comunidad trans en los medios y en las redes sociales.
Según él, la visibilidad es clave para la aceptación. Y es que América es actualmente el continente más peligroso del mundo para ser trans. Según un informe de Amnistía Internacional, en este lado del mundo ocurrieron el 70 % de los 375 asesinatos de personas trans y de género diverso denunciados en todo el mundo desde enero hasta septiembre de 2021.
Además, es una de las comunidades con las tasas más altas de depresión, ansiedad e intentos de suicidio. Según datos de The Trevor Project, una organización sin fines de lucro dedicada a la prevención del suicidio de jóvenes LGBTQ+, más del 50 % de los jóvenes transgénero y no binarios en EE.UU. consideraron seriamente suicidarse el año pasado.
—A principios de marzo fuiste a tu última marcha del Día Internacional de la Mujer, antes de comenzar tu transición hormonal. ¿Cómo describes esos 28 años anteriores a tu transición?
—Fui un niño migrante en México, entonces, además de sentir que me faltaba algo en cuanto a identidad, siempre sentí que me faltaba esta parte de :”¿De dónde soy? ¿A dónde pertenezco? “.
Para mí, el hecho de migrar a otro lugar y de sentirme solo constantemente por no saber qué me estaba pasando marcó una etapa importante de mi vida. Viví una vida muy tranquila como mujer. Conocí a la mujer de mi vida y me identifiqué como mujer lesbiana durante 10 años.
Ser y vivir como mujer fue muy importante para mí porque yo soy psicólogo. El hecho de haber vivido mi propia experiencia como mujer me da un nivel de empatía mucho mayor para lidiar con temas específicos con mis pacientes, porque las entiendo. Así que para mí ser mujer fue maravilloso.
—Saliste del closet primero como lesbiana y luego como transexual. ¿Cómo fueron esos años?
—Vengo de un colegio extremadamente católico. Si conocen a los Legionarios de Cristo, van a entender el nivel de catolicismo. Para mí fue muy difícil salir del closet. Cuando salí como lesbiana, me daba mucho miedo pensar que me podía gustar una mujer.
Venía con toda esta carga de que era un pecado, estaba mal y me iba a ir al infierno. Creo que todos los que venimos de contextos religiosos hemos pasado por esto. Me preguntaba: “¿Por qué a mí? ¿Por qué Dios me está castigando?”. Uno lo considera como un castigo.
Después, cuando logré aceptarlo y me di la oportunidad de vivir libremente mi orientación, todo cambió para bien. Tengo una familia que felizmente ha aceptado todos mis cambios con los brazos abiertos.
En mi transición como una persona transgénero, que fue relativamente hace poco, fue un poco lo mismo. Me daba miedo pensar en ese cuestionamiento constante sobre quien soy. Pensaba: “¿Por qué me tiene que pasar esto? ¿Por qué no puedo ser lesbiana y ya? “.
—¿Cómo lo tomaron tus padres?
—Bastante bien. A mi mamá le sorprendió. Mi mamá siempre ha tenido este miedo de qué va a decir la sociedad. Que la gente no lo entienda y que no quiere que me lastimen.
Yo creo que es la aprehensión que tienen todos los padres. Que no nos hagan nada. Pero fue un recibimiento hermoso. De hecho, estuve de vacaciones hace poco y mi mamá dio un discurso dándole la bienvenida a este nuevo hijo.
—En las redes te has dado a conocer por tus mensajes abordando temas psicológicos, sociales y relacionados con la comunidad LGBT y trans, ¿cómo ha recibido la gente estos mensajes?
—Mis seguidores bien. Siempre me he preocupado muchísimo de que mis redes sean un espacio seguro para mis seguidores y para mí.
Cuando salí del closet públicamente en ese espacio solamente recibí mensajes de amor y de apoyo. Fue maravilloso. Ya una vez que se comenzaron a viralizar contenidos que yo subía a reels, empezó a llegar el odio.
El 90% del odio que recibo en las redes sociales proviene de hombres cisgénero, ¿qué les importa que yo sea transexual? No logro entender por qué tienen esa fijación con nuestra comunidad.
—¿Por qué crees que a algunos les afecta tanto y les molesta que haya personas trans?
—Falta de educación. El hecho de que no comprenden qué somos las personas trans. Nos ven como si fuéramos algo extraño o bichos raros.
Ni siquiera entienden cuál es el concepto de identidad. Al final las personas cisgénero nunca van a tener que cuestionarse si la identidad con la que están es cómoda porque obviamente para ellos lo es.
Esa gente no vive ese proceso mental y al no vivirlo no lo entienden y tampoco quieren entenderlo. Consideran que es una enfermedad o un trastorno.
Si nos vamos por ese lado, la Organización Mundial de la Salud tampoco ha ayudado. Recién en 2019 se sacó de las patologías, trastornos y enfermedades a las personas trans. Entonces es algo extremadamente nuevo también.
—Uno de los mensajes de apoyo que has recibido es el de un padre que tiene un niño trans de 10 años que te sigue y que ha aprendido de tus videos y se ha sentido identificado. Es un tema que a muchos padres les cuesta entender y les angustia. ¿Qué les dirías?
—Lo primero es que lean, que investiguen, averigüen, que vayan a fundaciones. Volvemos a toda esta base de que hay muy poca educación sexual integral. Entonces la gente no sabe qué son las orientaciones sexuales, la gente no entiende qué es la identidad de género.
Partamos desde la base de que la gente pueda entender que no es un trastorno ni una enfermedad y que la identidad y la orientación están separadas, porque mucha gente junta ambos conceptos.
Hay que entender esos conceptos por separado para poder entender a tu hije (sic). Y que a tu hije no le pasa nada. Simplemente está entendiendo quién es. Y si puede entender quién es teniendo el apoyo de sus papás, va a ser un niñe (sic) que va a ser extremadamente feliz porque va a estar muy seguro.
Ese es el consejo número uno. Que escuchen a sus hijos, que escuchen las experiencias que están viviendo y cómo se sienten, y que aprendan del tema para que puedan darles el apoyo que ellos necesitan.
—Me llamó la atención que normalmente no desactivás comentarios, pero específicamente con este reel que hiciste sobre el niño de 10 años sí los desactivaste, ¿por qué?
—Porque estaba llegando una cantidad de “hate” (odio) astronómica. Yo siempre busco que mi espacio sea un lugar muy seguro para mí y para las personas que me siguen.
Sé que (me siguen) muchas personas que son parte del colectivo y no quiero que un mensaje como ese, que además era un mensaje bueno y de felicidad, se vea contaminado por los comentarios de odio de otras personas.
Yo siempre me río de los comentarios negativos. De hecho tengo una “story” destacada con los comentarios negativos que me llegan porque a veces los encuentro muy ridículos.
Pero se estaba tornando tan violento y tan bizarro que preferí cerrar los comentarios para que eso no afectara a otras personas. Lo que menos quiero es que una persona venga a mi plataforma y lea algo que la haga sentir mal.
—También dices que el problema nunca es la transición, sino la gente de la que uno se rodea.
—Cuando estamos en nuestro proceso de descubrimiento, siempre creemos que nosotros somos el problema. A los transexuales nos han hecho creer que estamos ocupando espacio, que estamos incomodando, pero la verdad es que no es así.
Nosotros solo estamos siendo nosotros mismos, descubriendo quiénes somos, cómo queremos presentarnos en la sociedad, y la reacción de las personas que nos rodean y del entorno es lo que termina contaminando nuestra experiencia y haciéndonos creer que nuestra transición es algo malo.
A mí me ha quedado claro porque yo tengo un entorno maravilloso. Mi transición ha sido bienvenida con brazos abiertos y ahí es cuando me doy cuenta de que la transición no es el problema, la transición no es difícil, lo que es difícil son las personas alrededor: cómo lo interpretan, cómo lo toman y lo abordan.
Si una persona trans se siente segura y acompañada por su gente, la transición no va a ser difícil porque va a poder experimentarla con la felicidad, la autenticidad y la alegría genuina del alma y de que por fin está encaminada a hacer lo que siempre tuvo que hacer.
—Eso dicen los padres del niño de 10 años, que se dieron cuenta de que el problema eran las personas de las que se estaban rodeando y cambiaron eso e inmediatamente cambió todo.
—Exacto. Ellos se alejaron de su familia, de amigos y de toda la gente que no les estaban sumando para que su hijo pudiera estar bien y desarrollarse de forma feliz.
Allí se dieron cuenta de esto mismo. Estando ellos en un entorno que apoya a este niño, el niño va a ser completamente feliz porque va a tener la libertad de poder ser quien es.
—¿Háblame de tu propia experiencia de aceptación?
—Fue complicado porque me daba mucho miedo cuestionarme de nuevo quien soy. Pero en el momento en el que me di permiso de cuestiónamelo e hice una revisión de toda mi vida, desde mi infancia hasta ahora, todo tuvo sentido.
Empecé a verme desde mi infancia y me dije: “¡Dios, siempre he sido un niño! “. Luego viéndolo con mi mama y viendo fotos con mi abuela me di cuenta de que evidentemente había estado pasando desde hace tiempo, solamente no tenía el espacio para poder cuestionarlo y explorarlo.
Pero cuando acepté que soy un hombre trans toda mi vida cobró sentido y todas las cosas que no entendía de mí se convirtieron en puntos de luz en mi vida. Entendí: ah, por eso soy así, por eso aquello me molestaba, por eso esto no me hacía sentido.
Fue un proceso de descubrimiento impresionante en el sentido en que todo esto le dio sentido a mi vida en muchos aspectos que antes no tenían sentido.
—Es algo que les pasa a muchas personas trans, ¿no? Lo de al principio no entender lo que está pasando ni como se sienten.
—Exacto. Al final es algo tan desconocido porque no es algo que se aborde. No es algo que se enseñe en el colegio ni en nuestras casas.
—La falta de educación es un problema en todo el mundo, pero particularmente en América Latina hay mucha falta de información sobre esto. ¿Qué tan transfóbica es América Latina?
—Muy transfóbica. Yo creo que en América Latina uno de los grandes problemas que tenemos es lo ligada está la religión a nuestras vidas.
En América Latina, un gran porcentaje de nuestra población es cristiana o católica. Ya venimos con ese “conocimiento” de que para la Biblia somos pecadores, una abominación y todo el discurso que conocemos.
Todos los procesos de educación están un poco tergiversados por la Biblia. Mientras tengamos la Biblia al lado de lo que sea que nos estén enseñando, ese proceso de enseñanza se va a ver cuestionado.
La transfobia, la homofobia y todas las fobias relacionadas con nuestra comunidad están extremadamente arraigadas en la religión. Si quitamos la Biblia de por medio ya no hay nada de sustento para que la gente crea lo que en este momento cree.
—Vivís en Santiago de Chile, ¿te han atacado en la calle?
—No, por suerte no me ha pasado. Cuando era lesbiana, me llegaban comentarios. Si iba con mi mujer de la mano en la calle, nos gritaban desde los autos.
Pero, enfrentamiento físico, no me ha pasado y espero que no me pase. Pero es una realidad que viven muchas personas.
—Viviste 20 años en México, ¿qué diferencias viste entre el nivel de aceptación entre México y Santiago?
—Desde mi experiencia, para mí en México fue mucho más positivo. Yo en México podía salir de la mano con mi mujer sin tener miedo de que me pasara algo, porque en México está mucho más visibilizado el colectivo.
En (Ciudad de) México está la Zona Rosa, por ejemplo, que es desde hace muchos años la zona gay de la ciudad. Si bien hay muchos actos de homofobia, yo me sentía mucho más segura allá que aquí en Chile.
— ¿Qué diferencias ves entre nuestra generación y generaciones anteriores respecto a actitudes hacia la comunidad trans?
—Creo que nuestra generación tiene mucha más libertad en cuanto a lo que pensamos tanto como sobre nosotros como sobre los demás.
En nuestra generación ya se dio ese cambio importante de que haces con tu vida lo que quieras y no me voy a meter, ¿qué me importa a mí tu vida si no me estás haciendo nada a mí?
Eso no lo vemos con las generaciones anteriores. La generación anterior siempre pensaba en el presunto daño que se le estaba haciendo a la sociedad. Pero solamente estoy existiendo, ¿por qué eso hace daño?
—Había más miedo…
—Exacto. Ese miedo a lo desconocido. El cerebro siempre le va a tener miedo a lo desconocido. Para las generaciones anteriores esto es tan desconocido. Le genera mucho miedo, mucho rechazo. Todos hemos sido víctimas de ese rechazo, ya sea de familiares, programas que vemos en la tele, políticos.
—¿Cuánto se ha avanzado en la lucha por la igualdad en los últimos años?
—Yo creo que mucho. Al menos en Chile ha habido un cambio importante. Quizá no a nivel social, sino a nivel de protección a la gente trans: la Ley de Identidad de Género, el hecho de que haya policlínicos trans en el sistema público de salud. En esa materia ha habido un gran avance pero siguen habiendo muchas carencias.
—¿Qué crees que hace falta?
—Todavía hay muy poca capacitación. Si bien tenemos policlínicos trans y ya podemos ir al registro civil a cambiar nuestro nombre y género, todavía falta capacitar a la gente involucrada en esos procesos.
Partiendo desde el colegio. Hace falta capacitar a profesores sobre temas trans, a doctores, enfermeros, políticos. Tiene que haber una capacitación a nivel global para que uno se sienta 100% seguro en el ambiente en el que está viviendo
—¿Qué mensaje les dás a los “haters”?
—A los haters les doy dos mensajes. El mensaje número uno es: gracias a los haters. Yo creo que esta entrevista está pasando gracias a que el video se hizo viral por la cantidad de odio que recibió. Lo subí a mis historias y pensé: “Qué hermoso que la gente incluso intentando hacer el mal haga un bien”.
Porque esta entrevista va a servir para crear visibilidad y hablar más del tema. Así que por un lado, gracias a los “haters”. Por otro lado, les digo que es muy fácil tirar odio desde una pantalla. Dudo que esas mismas personas me dirían lo mismo si me paro frente a ellas.
Cuando vayan a dejar un comentario de odio, léanlo y pregúntense. ¿Me atrevería a decirle esto a esta persona en su cara? Probablemente la respuesta sea no.
Pensemos un poco antes de compartir lo que queremos compartir, porque puede generar un impacto importante. A mí el odio no me afecta en lo más mínimo, pero si ese tipo de odio le llegara a un adolescente que está descubriendo quien es, eso podría fácilmente traducirse en un intento de suicidio.
*Por Norberto Paredes
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