Día de la Victoria en Rusia: Putin intentó proyectar normalidad y volvió a lanzar amenazas nucleares
Los rusos celebraron el día de la derrota de la Alemania nazi, el más importante del año
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MOSCÚ.- Rusia se engalanó el jueves con aires patrióticos para el Día de la Victoria, una celebración de la derrota de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial que el presidente, Vladimir Putin, ha convertido en un pilar de sus 25 años de poder y una justificación de su ofensiva en Ucrania.
En su discurso de ocho minutos, también advirtió que las fuerzas nucleares estratégicas están “siempre” en alerta, en medio de tensiones con Occidente por el conflicto.
Los misiles balísticos atravesaron la Plaza Roja, los aviones de combate sobrevolaron y filas de dignatarios extranjeros observaron impasibles. Las ceremonia de este año pareció un reflejo de los intentos más amplios de Putin de proyectar normalidad mientras resigna a la población a una guerra prolongada y distante.
En la celebración del Día de la Victoria del año pasado, mientras Rusia luchaba en el campo de batalla, Putin dijo que el país estaba inmerso en una “guerra real” por la supervivencia y acusó a las elites occidentales de buscar la “desintegración y aniquilación de Rusia”. Este año se limitó a referirse una vez a la guerra en Ucrania, con su eufemismo inicial para la invasión: “operación militar especial”.
En el feriado secular más importante y profundamente emotivo de Rusia, dedicó más tiempo a los tradicionales comentarios sobre los sacrificios de los ciudadanos soviéticos en la Segunda Guerra Mundial que a atacar a los adversarios modernos.
Aún así, no ignoró por completo a esos adversarios. Repitió las críticas y quejas usuales sobre lo que dice son intentos de socavar a Rusia y acusando a Occidente de “hipocresía y mentiras”.
“El revanchismo, el abuso de la historia, los intentos de excusar a los herederos modernos de los nazis: todas estas son partes de las políticas utilizadas por las elites occidentales para provocar cada vez más conflictos regionales”, dijo Putin.
La ceremonia en sí fue un poco más amplia que el procedimiento básico del año pasado, una señal de un país que se ha recuperado del shock inicial de la guerra y actualmente tiene la ventaja en el campo de batalla en Ucrania.
Unos 9000 militares marcharon por la Plaza Roja mientras nevaba, en comparación con los 8000 de 2023. Había algunas docenas más de unidades de equipo militar en exhibición y algunos dignatarios extranjeros más presentes.
El centro de la ciudad, normalmente lleno de civiles que celebraban la festividad, quedó bloqueado en su mayor parte por los servicios de seguridad. La temperatura en Moscú fue la más fría registrada en esta fecha desde 1945, según el servicio meteorológico nacional.
El año pasado, Putin recibió sólo a los presidentes de las ex repúblicas soviéticas, que junto con Rusia lucharon contra la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial. Este año, entre los jefes de Estado extranjeros se encontraban los presidentes de Cuba, Laos y Guinea-Bissau, lo que subraya la persistente influencia de Rusia entre los países en desarrollo a pesar de los intentos occidentales de aislar diplomáticamente a Putin.
El aliado extranjero más cercano de Putin, el presidente Aleksandr Lukashenko de Bielorrusia, también asistió con su perro, un pomerania llamado Umka, a la primera fila de la tribuna.
Lo más simbólico es que el desfile de este año contó una vez más con un sobrevuelo de aviones de combate, que dejaron un rastro con los colores de la bandera rusa sobre el centro de Moscú. Esto fue cancelado el año pasado en medio de la escalada de ataques a la capital rusa por parte de drones ucranianos.
Desde entonces, estos ataques han disminuido a medida que Rusia ha reforzado sus defensas aéreas y mejorado sus propias capacidades de drones. Cuando el desfile estaba llegando a su fin, los drones atacaron una refinería de petróleo en los montes Urales, a 1200 kilómetros de Moscú. El gobernador local afirmó que seguía funcionando con normalidad.
En términos más generales, durante el año pasado Rusia estabilizó su economía, expandió su producción militar y organizó un flujo constante de nuevos reclutas, lo que le permitió retomar la iniciativa en el campo de batalla después de un primer año desastroso de guerra a gran escala en Ucrania.
El desfile del jueves todavía estaba muy lejos de la pompa del Día de la Victoria antes de la invasión, cuando más de 10.000 soldados rusos tradicionalmente marchaban en columnas estrechamente coreografiadas y los últimos tanques, aviones y helicópteros rusos cruzaban la Plaza Roja.
Pero el desfile ligeramente ampliado de este año todavía parecía indicar que lo peor de la agitación de la guerra de Rusia en Ucrania había pasado, que el conflicto se había asentado en un patrón brutal, aunque predecible.
Putin, que juró su quinto mandato como presidente el martes, logró en gran medida que el peso de los combates recaiga en voluntarios atraídos al frente por salarios militares descomunales y beneficios legales como indultos criminales y pasaportes rusos expeditos. Esto ha permitido a la mayoría de los rusos desconectarse de la guerra y cosechar los beneficios de una economía impulsada por el gasto militar.
En su discurso, destacó sus habituales temas históricos revisionistas sobre el ascenso del neonazismo en Occidente. En un momento, equiparó falsamente a la Alemania nazi con toda Europa, en un aparente intento de establecer paralelismos con su actual enfrentamiento con la Unión Europea. Y pareció aludir a las capacidades nucleares de Rusia contra Occidente, haciéndose eco de la orden del Kremlin a principios de esta semana de que sus fuerzas realizaran ejercicios sobre el posible uso de armas nucleares tácticas.
“Rusia hará todo lo posible para evitar un conflicto global”, dijo Putin. “Al mismo tiempo, no permitiremos que nadie nos amenace. Nuestras fuerzas estratégicas están siempre listas para el combate”.
Como es tradición, en el marco de la exhibición de equipamiento militar se pasearon sistemas de misiles con capacidad nuclear por la Plaza Roja.
El desfile atrae cada año a un público selecto. Este año, los espectadores expresaron patriotismo y apoyo al ejército ruso, al presidente, a la guerra y a la memoria de los antepasados caídos.
“Siempre lloro en el desfile y esta vez también lloré”, dijo Alyona Britkova, de 44 años, gerente de relaciones públicas de Moscú. “Lloro de orgullo por mi país, por mi ejército. Y por la memoria de mi abuelo”, quien, según ella, era parte del ejército soviético que luchó hasta Berlín.
Britkova dijo que veía la invasión de Ucrania como una continuación de la misma guerra, una narrativa falsa que Putin ha promovido para justificar la violencia.
Diario The New York Times y agencia AP
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