Día de la Mujer 8M: Afganistán es el país más represivo del mundo para las mujeres
Los talibanes anunciaron una nueva medida recientemente que anula los divorcios y obliga a las mujeres a regresar con sus ex maridos, en muchos casos parejas abusivas
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KABUL.- La ONU calificó este miércoles a Afganistán como el “país más represivo del mundo” para las mujeres en un mensaje por el Día Internacional de la Mujer, que coincide con una nueva orden de los talibanes de forzar a las mujeres divorciadas a volver con sus exmaridos.
“Afganistán bajo el gobierno de los talibanes sigue siendo el país más represivo del mundo con respecto a los derechos de las mujeres”, denunció en un comunicado Roza Otunbayeva, directora de la misión de asistencia de la ONU en Afganistán (UNAMA, por sus siglas en inglés).
El organismo llamó este miércoles a los talibanes a poner fin “inmediatamente” a las “restricciones draconianas” que imponen a las mujeres en el país desde su llegada al poder en agosto de 2021.
“Ha sido desgarrador ser testigo de sus esfuerzos metódicos, deliberados y sistemáticos para mantener a las mujeres y niñas afganas fuera de la esfera pública”, agregó.
En Kabul, una veintena de mujeres se manifestaron este miércoles, según constataron agencias internacionales.
“Llegó el momento de que la ONU tome acciones que sean decisivas para el destino del pueblo”, declaró una de las manifestantes durante la protesta.
Los talibanes han multiplicado las restricciones para las mujeres, a pesar de sus promesas iniciales de garantizarles libertades. Fueron vetadas de la universidad y no pueden acceder a la educación secundaria, tampoco pueden trabajar en el ámbito público ni en ONGs, no pueden viajar sin la compañía de un pariente hombre y deben respetar las estrictas normas de vestimenta.
En noviembre, los talibanes les prohibieron el acceso a los parques, jardines, gimnasios y baños públicos, relegando su vida al interior de sus hogares.
Las universidades volvieron a abrir sus puertas el lunes para que los estudiantes varones retomen sus estudios después de las vacaciones, pero las mujeres siguen vetadas por el gobierno.
En su más reciente medida, los talibanes están anulando los divorcios, obligando a las mujeres víctimas de violencia doméstica a regresar con sus ex maridos abusadores.
Aterrorizada durante años por un ex marido que le rompió todos los dientes, Marwa vive oculta junto a sus ocho hijos después de que el gobierno extremista anulara su divorcio y la forzara a volver con él.
Marwa forma parte del pequeño pero creciente número de mujeres que, bajo la antigua administración respaldada por Estados Unidos, consiguieron una separación legal en un Afganistán profundamente patriarcal, donde la violencia doméstica es endémica.
Pero cuando los talibanes regresaron al poder tras la retirada de las tropas estadounidenses, su marido alegó que había sido forzado a aceptar el divorcio y las nuevas autoridades ordenaron que volvieran con él.
“Mis hijas y yo lloramos mucho ese día. Me dije: ´¡Oh Dios, el demonio ha vuelto!´”, dijo esta mujer de 40 años, cuyo nombre se modificó por seguridad.
El gobierno talibán se rige por una interpretación radical del islam - aplicada únicamente en este país- e impuso severas restricciones a las mujeres que la ONU calificó de un “apartheid de género”.
Durante meses, Marwa soportó una nueva ronda de palizas, encerrada en la casa con las manos y los dedos rotos.
”Hubo días en que estaba inconsciente y mis hijas me alimentaban”, recuerda. “Solía tirarme del pelo tan fuerte que me quedé parcialmente calva. Me pegaba tanto que me rompió todos los dientes”.
Reunió el coraje para partir y escapó a casa de un familiar a cientos de kilómetros con sus seis hijas y dos hijos, que han adoptado nombres ficticios.
”Mis hijos dicen: ‘Madre, está bien si pasamos hambre. Al menos nos hemos librado de los abusos’”, dice Marwa, sentada en el suelo agrietado de su casa semivacía. “Nadie nos conoce aquí, ni siquiera nuestros vecinos”, agrega.
En Afganistán, nueve de cada diez mujeres experimentará violencia física, sexual o psicológica de su pareja, según la misión de la ONU en el país.
El divorcio, sin embargo, es a menudo más tabú que los abusos y la sociedad sigue siendo despiadada con las mujeres que se alejan de sus maridos.
Con el gobierno anterior, las tasas de divorcio crecieron paulatinamente en algunas ciudades, donde los pocos progresos en los derechos de las mujeres se limitaban a la educación y el empleo.
“Cuando ya no queda armonía en la relación marido y esposa, incluso el islam permite un divorcio”, afirma Nazifa, una abogada que tramitó con éxito un centenar de divorcios para mujeres maltratadas, y que ahora no puede ejercer bajo los talibanes.
La abogada explicó que cinco de sus clientas se encontraban en la misma situación que Marwa.
Otra abogada, que no quiso identificarse, explicó que los divorcios bajo el poder talibán solo están permitidos cuando el marido está clasificado como drogadicto o cuando ha dejado el país.
“Pero en los casos de violencia doméstica o cuando un marido no acepta el divorcio, el tribunal no los va a garantizar”, profundizó.
La red nacional de refugios y servicios que respaldaban a las mujeres colapsó casi por completo y el ministerio de Asuntos de la Mujer y la Comisión de Derechos Humanos desaparecieron.
Un alto cargo talibán indicó que las autoridades estudiarían los casos en que mujeres previamente divorciadas son forzadas a volver con sus exmaridos.
”Si recibimos ese tipo de quejas, las investigaremos de acuerdo con la sharía”, la ley islámica, detalló Inayatullah, el portavoz del Tribunal Supremo talibán. Consultado sobre si el régimen talibán reconocerá los divorcios aprobados en los gobiernos previos, afirmó que “es un asunto importante y complejo”.
”El Dar al Ifta lo está analizando. Cuando alcance una decisión, veremos”, apuntó en referencia a una institución vinculada a los tribunales que emite sus veredictos basándose en la sharía.
Para Marwa y sus hijas, que sobreviven cosiendo ropa para vender, el trauma les dejó profundas heridas psicológicas.
”Temo que no podré casarlas”, lamentó Marwa mirando a sus hijas. “Me dicen: ‘Madre, viendo lo mala que ha sido tu vida, odiamos la palabra marido’”.
Agencias AFP y AP
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