Después de un mes difícil, Vladimir Putin puso en marcha su plan B
Los servicios de inteligencia aseguran que las fuerzas rusas están llegando a un punto muerto en su ofensiva sin cumplir con sus objetivos iniciales, lo que llevó al líder ruso a poner en el centro de su plan los ataques a civiles y la consecuente oleada de refugiados hacia Europa
- 7 minutos de lectura'
NUEVA YORK.- Después de un mes confuso, la dinámica bélica en Ucrania va quedando clara: ahora es el Plan B de Vladimir Putin versus el Plan A de Joe Biden y el Plan A de Volodymyr Zelensky. Esperemos que ganen Biden y Zelensky, porque el posible Plan C de Putin es realmente aterrador, y ni siquiera me atrevo a escribir lo que podría ser su Plan D…
No tengo ninguna fuente secreta en el Kremlin que me informe de este tema, simplemente me baso en la experiencia de haber observado el modo de operar de Putin en Medio Oriente. Y por eso me resulta obvio que al darse cuenta del fracaso de su Plan A —su ilusión de que el ejército ruso marcharía sobre Ucrania, decapitaría a su gobierno “nazi”, y a partir de ahí el pueblo ucraniano volvería pacíficamente al seno de Rusia—, Putin puso en marcha su Plan B.
Y el Plan B es que el ejército ruso dispare deliberadamente sobre civiles ucranianos, complejos de viviendas, hospitales, comercios y hasta refugios antibombas —cosas que ya vienen pasando desde hace dos semanas— con el propósito de espantar a la gente de sus casas, provocando una masiva crisis de refugiados en los países vecinos, que pertenecen a la OTAN.
Sospecho que Putin está pensando que si no puede ocupar y conservar toda Ucrania por medios militares para imponer la paz en sus propios términos, entonces su siguiente mejor opción es desalojar a 5 o 10 millones de ucranianos, sobre todo niños, mujeres y ancianos, y empujarlos como refugiados a Polonia, Hungría y Europa Occidental, con el propósito de generarles una carga económica y social tan pesada que esos países de la OTAN finalmente presionarían a Zelensky para que acepte cualquier exigencia de Putin con tal de frenar la guerra.
Aunque ese plan muy probablemente implica la comisión de crímenes de guerra que convertirían al líder y al Estado de Rusia en parias para siempre, Putin tal vez confíe en que la necesidad de petróleo, gas y trigo rusos —y la ayuda de Rusia pasa resolver problemas regionales, como el tratado nuclear pendiente con Irán—, pronto obligarían al mundo a hacer negocios “el chico malo” igual que en el pasado.
Estrategia de desgaste
El Plan B de Putin parece estar desarrollándose según los planes. Según informó el domingo la agencia de noticias francesa AFP desde Kiev: “Más de 3,3 millones de refugiados huyeron de Ucrania desde el inicio de la guerra —la crisis de refugiados de crecimiento más rápido desde la Segunda Guerra Mundial—, en su inmensa mayoría mujeres y niños, según datos de Naciones Unidas. Y se cree que hay otros 6,5 millones de desplazados dentro del país.”
El informe de AFP continuaba así: “En su actualización de inteligencia de última hora del sábado, el Ministerio de Defensa británico afirma que Ucrania sigue defendiendo exitosamente su espacio aéreo, obligando a Rusia a depender de armas lanzadas desde su propio espacio aéreo. Rusia también se habría visto forzada a ‘cambiar su abordaje operativo, y ahora aplica una estrategia de desgaste, que probablemente implique el uso indiscriminado de su poder de fuego, con aumento de las víctimas civiles, destrucción de la infraestructura ucraniana y profundización de la crisis humanitaria’”.
El plan A de Biden y Zelensky
El Plan B de Putin, sin embargo, choca de frente con el de Biden y Zelensky. El Plan A de Zelensky —que sospecho está saliendo mejor de lo que él mismo esperaba—, es llegar a un empate con las fuerzas rusas en el terreno, quebrar su voluntad de lucha y obligar a Putin a aceptar los términos de paz propuestos por Zelensky, con alguna mínima salvaguarda de apariencias para el líder del Kremlin. Más allá del brutal derramamiento de sangre y la artillería de las fuerzas rusas, Zelensky sigue muy inteligentemente con un ojo puesto en la solución diplomática, presionando a Putin para que se siente a negociar y al mismo tiempo alentando a las tropas y el pueblo ucranianos.
El diario New York Times informó el domingo que “después de más de tres semanas de lucha, la guerra en Ucrania ha llegado a un punto muerto, donde Rusia solo ha logrado victorias menores y está atacando cada vez más a los civiles”. Además, según un análisis el Instituto para el Estudio de la Guerra, con sede en Washington, “las fuerzas ucranianas han derrotado la campaña inicial de esta guerra. Los rusos no tienen ni los efectivos ni el equipo necesarios para apoderarse de Kiev, la capital, u otras ciudades importantes como Kharkiv y Odessa.”
El Plan A de Biden —del que advirtió explícitamente a Putin antes de que comenzara la guerra, para intentar disuadirlo—, era imponerle a Rusia un paquete de sanciones económicas como nunca lo ha hecho Occidente, para ponerle freno de mano a la economía rusa. La estrategia de Biden, que incluyó el envío de armas a los ucranianos para presionar también militarmente a Rusia, está logrando precisamente lo que se propuso. Y su éxito tal vez exceda las expectativas que tuvo el propio Biden, porque fue amplificado por cientos de empresas extranjeras que operan en Rusia y que suspendieron sus operaciones en el país, voluntariamente o por presión de sus empleados.
Las fábricas rusas están teniendo que cerrar ante la escasez de microchips y otras materias primas que necesitan de Occidente. Los viajes aéreos hacia y dentro de Rusia se están restringiendo, porque muchos de los aviones comerciales del país en realidad eran alquilados a empresas irlandeses, y Airbus y Boeing se han negado a hacer mantenimiento de los que efectivamente son de propiedad rusa. Mientras tanto, miles de jóvenes profesionales rusos del sector tecnológico están votando en contra de la guerra con sus pies: simplemente se van del país. Y todo eso ha ocurrido en apenas un mes, desde que Putin lanzó esta guerra malparida.
El plan C... o el temible plan D
Esa es entonces la pregunta del momento: ¿la presión sobre la OTAN de los miles de refugiados que está creando la maquinaria bélica de Putin será más fuerte que la presión sobre su ejército estancado en territorio ucraniano y sobre su economía interna en Rusia?
La respuesta a esa pregunta debería determinar cuándo y cómo terminará esta guerra, ya sea con un claro ganador y un claro perdedor, o lo que quizás es más probable, con algún tipo de “acuerdo sucio” que favorezca o perjudique a Putin.
Y digo “quizás” porque a Putin tal vez le resulta indigerible cualquier empate o acuerdo sucio. Puede llegar a sentir que solo una victoria total le evitaría una humillación que socave su férreo manejo del poder. En ese caso, podría optar por un Plan C, que probablemente incluiría ataques aéreos o con cohetes contra las líneas de suministro militar ucranianas, del otro lado de la frontera con Polonia.
Polonia es miembro de la OTAN, o sea que cualquier ataque en territorio polaco obligaría al resto de los miembros de alianza atlántica a salir en su defensa. Putin puede creer que si lograr forzar ese problema y algunos miembros de la OTAN se resisten a defender a Polonia, la OTAN podría fracturarse. Por cierto que una situación semejante desataría acalorados debates internos en los países miembros de la OTAN, especialmente en los Estados Unidos, frente a la posibilidad de involucrarse de manera directa en una posible Tercera Guerra Mundial con Rusia. Pase lo que pase en Ucrania, si Putin consigue fracturar la OTAN, sería su mayor logro, capaz de enmascarar cualquier otra derrota.
Si los planes A, B y C fracasan, me temo que Putin se convertiría en un animal acorralado y dispuesto a optar por el Plan D: lanzar armas químicas o la primera bomba nuclear desde Nagasaki. Es una frase difícil de escribir y un escenario aún más difícil de imaginar. Pero ignorarlo de plano sería una ingenuidad extrema y peligrosa.
Traducción de Jaime Arrambide
The New York TimesOtras noticias de Guerra en Ucrania
Injerencia. Moldavia y Georgia, los otros países acariciados por las garras del Kremlin
En Ucrania. La nueva táctica de Rusia: atacar a los civiles con drones para generar miedo en la población
¿Fracaso de Occidente?. La economía rusa está recalentada, pero sigue dándole cuerda a los planes de guerra de Putin en Ucrania
Más leídas de El Mundo
"Nos engañó". Angela Merkel en el Purgatorio: su partido reniega de la excanciller y el país revisa su legado
Denuncia penal contra el chofer. Murió una pasajera que viajaba en el colectivo que chocó contra la rambla en Montevideo
"Por ustedes no es". La emoción de la reina Letizia al hablar con los afectados por las inundaciones en Valencia
Tras ser abucheado. Sánchez reconoció el “sufrimiento” de los damnificados por las inundaciones pero condenó la “violencia”