Después de la fiesta de Londres, crece la inquietud por Río 2016
Hay retrasos en las construcciones y problemas de infraestructura; esperan 400.000 visitantes
SAN PABLO.- A medida que la calma se apodera del Estadio Olímpico de Londres después de la ceremonia de clausura de anteayer, aumenta la presión sobre Río de Janeiro, sede de los Juegos Olímpicos de 2016.
Cuando Río ganó la organización de los juegos, hace tres años, fue considerado un reconocimiento para Brasil, la sexta economía del mundo. Junto con la Copa Mundial de fútbol que se disputará en 2014 en Río y otras 11 ciudades brasileñas, los Juegos Olímpicos deberían demostrar que el país está finalmente alcanzando la estatura de una potencia desarrollada.
Pero la euforia está dando lugar a cierta inquietud en esta ciudad de 6,5 millones de habitantes. Retrasos en las construcciones, presupuestos excedidos y aeropuertos, rutas y líneas de subterráneo saturados dan la impresión de que Río, la primera ciudad de América del Sur en organizar los Juegos, tiene aún mucho por delante si quiere realizar el evento con la misma calma y eficiencia que lo hizo la capital británica.
Parte de la preocupación tiene que ver con la sensación de que Río de Janeiro, pese a su larga historia como atracción turística, está todavía rezagada en términos de desarrollo.
Pese a un reciente boom económico, una lluvia de inversiones atraída por los eventos deportivos y la carrera por desarrollar enormes reservas de petróleo en el mar, la falta de desarrollo aún es notoria.
"Brasil y Río tienen cuatro años para hacer todas esas cosas que no se hicieron en 400 años", dijo Alberto Murray Neto, ex miembro del Comité Olímpico Brasileño. La tarea es -por supuesto- enorme.
El ministerio de Turismo brasileño espera casi 400.000 visitantes extranjeros durante los Juegos, además de cientos de miles de brasileños que acentuarán la congestión de aeropuertos y hoteles.
Mientras tanto, los costos de los proyectos relacionados con el evento se disparan, en la medida que el auge de las inversiones y los elevados impuestos y costos laborales de Brasil inflan los precios, desde las grúas hasta los cocos que se venden en Copacabana.
El costo final de los Juegos Olímpicos, temen los críticos, podría exceder ampliamente la previsión de 14.400 millones de dólares. El propio alcalde de Río, Eduardo Paes -que ayer aterrizó en Río proveniente de Londres, con la bandera olímpica-, dijo que era imposible calcular el presupuesto. "Sólo podremos divulgar el costo final cuando todo esté dispuesto", explicó.
Pero, hasta ahora, pocas cosas están listas. En junio pasado, durante su última visita, integrantes del Comité Olímpico dijeron que los plazos para la entrega estaban "bastante apretados". Y, además, que era todavía más preocupante el hecho de que Río de Janeiro no hubiera comenzado la construcción del Parque Olímpico y un conjunto de edificios que albergarán a la mayoría de las competencias y las instalaciones para los medios de comunicación.
Sin embargo, Paes y otros funcionarios de la ciudad son optimistas. Leonardo Gryner, jefe del comité organizador de Río 2016, dijo la semana pasada en Londres que las instalaciones estarán listas en 2015, a tiempo para probarlas antes de los Juegos.
No es la primera vez que la ciudad brasileña organiza grandes eventos. El famoso carnaval de Río atrae cada año a más de 800.000 visitantes, y los masivos recitales en la playa de Copacabana, a más de un millón de personas.
Río fue sede de los Juegos Panamericanos de 2007. Los críticos señalan que aquella cita estuvo marcada por presupuestos excedidos y falta de mejoras de largo plazo para la ciudad.
O Globo, el principal diario de Río, publicó anteayer una foto de una bandera sucia y deshilachada sobre el memorial de los Panamericanos, y lo describió como un "retrato del abandono". El Maracaná, el emblemático estadio de fútbol, fue remodelado para aquella competencia y está otra vez en obras para los megaeventos que se avecinan.
Además, los funcionarios de Río destacan los actuales esfuerzos por reparar la ciudad luego de décadas de abandono.
Hasta que el reciente auge económico de Brasil empezó a revivir la ciudad, Río de Janeiro sufría de falta de inversiones, galopantes índices de criminalidad y el avance de las favelas sobre sus verdes colinas. Y, a pesar de los recientes progresos, aún existen obstáculos para el desarrollo.
Los aeropuertos de Río, igual que en el resto de Brasil, están saturados y operan al límite de su capacidad debido a un aumento del tráfico aéreo.
Los planes para construir un tren de alta velocidad entre Río y San Pablo, la mayor ciudad del país, están retrasados y las autoridades reconocen que no estará listo a tiempo para los Juegos. Y las calles cariocas, apretadas entre las colinas y el mar, se congestionan cada día por el tráfico.
"Desplazarse por la ciudad ya es casi imposible en circunstancias normales", dijo Christopher Gaffney, un profesor de urbanismo en la Universidad Federal Fluminense. "No veo cómo pretenden agregar más usuarios", advirtió.
La capacidad de los hoteles de la ciudad es tan reducida que, incluso después de agregar 10.000 habitaciones -cuya construcción está prevista para los Juegos-, las autoridades pretenden alojar a los visitantes en cruceros anclados frente a la ciudad.
Los operadores hoteleros, igual que otras industrias afectadas por las carencias del sistema educativo brasileño, se quejan de lo difícil que es encontrar personal calificado.
Mientras tanto, los consumidores, temen que los precios se disparen como consecuencia de los eventos.
El gobierno de la presidenta Dilma Rousseff tuvo que intervenir este año para obligar a los hoteles de Río a reducir los precios con miras a una conferencia de las Naciones Unidas sobre medio ambiente realizada en junio pasado. Los hoteles cobraban hasta cinco veces más del precio normal de las habitaciones.
Y luego están los problemas sociales, que complican la planificación.
La construcción de nuevas rutas y vías de tren para comunicar las instalaciones de los Juegos Olímpicos en los suburbios del sur de la ciudad atravesará algunos de los barrios más pobres de Río.
Desplazados
Los residentes de Vila Autódromo, una favela de 500 familias, son algunas de las decenas de miles de personas que podrían ser desplazadas por los proyectos del evento deportivo.
Aunque varias operaciones de seguridad aplacaron la violencia en muchos barrios, las mejoras se concentran principalmente en el corredor costero, donde tendrán lugar muchas de las actividades de los Juegos, desplazando los problemas a otras zonas hasta ahora más tranquilas.
Gryner, el jefe del comité organizador de Río 2016, dijo que la ciudad había aprendido "un montón" de los Juegos Olímpicos de Londres. "Estamos trasladando eso a nuestros términos. Estamos mejorando nuestros procesos de planificación", señaló.
Pero los críticos temen que pocas experiencias puedan ser llevadas de una ciudad del primer mundo a otra donde a menudo faltan los servicios públicos más básicos.
"Estamos comparando un país desarrollado con uno subdesarrollado que aún tiene mucho por hacer", dijo Murray Neto, ex miembro del Comité Olímpico Brasileño.
- 700
millones de dólares
Invertirá Brasil en atletas de alto rendimiento para Río 2016, el triple de lo que gastó en Londres 2012.
- 30
millones de dólares
Será la inversión de Brasil durante este año destinada a becas para más de 4000 deportistas.
- 14.400
millones de dólares
Es el costo final previsto para los Juegos de Río; analistas creen que la cifra será ampliamente superada.
Anna Irrera y Paulo Prada
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