Después de las apariciones públicas de Trump, el Servicio Secreto debe lidiar con el virus entre sus filas
WASHINGTON.- A fines de julio, cuando el presidente norteamericano Donald Trump dio un discurso frente a un grupo de policías en la ciudad de Tampa, Florida, su decisión de viajar obligó a un enorme contingente de agentes del Servicio Secreto a desplazarse hasta un estado que batallaba con uno de los peores brotes de coronavirus de todo Estados Unidos.
Pero la debacle ya era evidente incluso antes de que el avión presidencial Air Force One aterrizara en Florida aquel 31 de julio: cinco agentes del Servicio Secreto que estaban en el terreno habían tenido que ser reemplazados después de que el hisopado de uno de ellos diera coronavirus positivo y se presumiera que sus compañeros de trabajo también estaban infectados, según confirman fuentes cercanas a los hechos.
El episodio, que hasta ahora no había sido informado, parece ser apenas un ejemplo de una seguidilla de casos en los que la insistencia de Trump por viajar y realizar actos de campaña en medio de una pandemia ha multiplicado los riesgos para quienes protegen su vida y ha sobrecargado aún más al Servicio Secreto, raleado por la enfermedad.
En los últimos dos meses, decenas de agentes del Servicio Secreto que trabajaban en la seguridad del presidente Trump y el vicepresidente Mike Pence en eventos públicos cayeron enfermos o debieron aislarse por ser contactos directos de personas infectadas, según numerosas fuentes al tanto de los hechos y que prefirieron preservar su anonimato.
A pesar de eso, Trump siguió realizando actos masivos, como el del jueves por la noche en el Jardín Sur de la Casa Blanca, donde asombrosamente dio su discurso de aceptación en la Convención Nacional Republicana ante una multitud de 1500 personas sentadas una al lado de la otra, casi todas sin barbijo. La inmensa mayoría de los asistentes no fue testeada por coronavirus antes del evento.
Las actitudes de Trump contradicen el consenso científico sobre la mejor manera de frenar la propagación del virus: evitar las aglomeraciones y la cercanía. Y muchos denuncian que su negativa a cumplir esas recomendaciones somete a peligros innecesarios al personal del Servicio Secreto, que no tiene otra opción que acompañar y seguir de cerca al presidente donde sea que vaya.
"Es la primera vez que el Servicio Secreto tiene que correr detrás de un presidente que piensa tanto en sí mismo sin importarle los costos, incluidos los que pagan quienes lo rodean", dice Ned Price, experto en seguridad nacional y exanalista de la CIA. "Al mantener su riguroso cronograma de viajes y pisotear toda recomendación sanitaria, Trump está obligando a los agentes a sumar nuevos riesgos a una profesión ya peligrosa, riegos que por otra parte son cualitativamente distintos y que nunca se comprometieron a enfrentar."
El vocero de la Casa Blanca, Judd Deere, dijo a través de una comunicado que el presidente "toma muy seriamente la salud y la seguridad de todos los que viajan con él por sus actividades y las de su gobierno."
"Durante los preparativos y el desarrollo de cada viaje, la oficina de Operaciones de la Casa Blanca, colabora con el médico presidencial y con la Casa Militar para asegurarse de incorporar los últimos lineamientos y recomendaciones de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades para limitar al máximo posible el riesgo de contagio del Covid.19", agrega el comunicado.
El Servicio Secreto no quiso informar cuántos empleados tiene con coronavirus. El director del servicio, James Murray, le había informado el mes pasado a su personal que el número de casos iba en aumento, una tendencia que atribuyó entonces al incremento de los testeos dentro de la agencia, según fuentes internas del organismo.
En un comunicado al diario The Washington Post, la vocera Catherine Milhoan dijo que la agencia "sigue evaluando metódicamente los requerimientos esenciales para funcionar en la actual situación de pandemia".
I queried @SecretService for a comment on this story and here's the response from Director of Communications Catherine Milhoan. pic.twitter.com/KguHnfKSDz&— Steve Herman (@W7VOA) July 3, 2020
"La agencia toma todas las medidas necesarias para garantizar la seguridad de nuestra fuerza de trabajo, de nuestros protegidos, y de la ciudadanía en general, frente a la amenaza de contagio", agrega. "Entre otras, esos recaudos incluyen el mantenimiento del distanciamiento social, la provisión y el uso de equipo de protección personal, y testeos de rutina cuando corresponda, ya sea antes, durante o después de un viaje oficial."
En las últimas semanas, la agencia redobló sus esfuerzos para frenar el avance del virus entre sus filas. Como preparativo para el doblete de convenciones partidarias de este mes —la demócrata en Milwaukee y la republicana en Charlotte—, el Servicio Secreto amplió el protocolo de testeos para que todo el personal afectado a esos eventos fuese testeado antes de viajar y a los pocos días de su regreso, según funcionarios de la agencia.
Ese régimen se implementó después del descontento y la inquietud que se instalaron en la agencia a principios del verano boreal, cuando agentes y funcionarios se quejaron en privado de que la Casa Blanca y el Servicio Secreto no estaban cuidando al personal de los riesgos que enfrentaban cuando estaban desplegados en el terreno. Por entonces, algunos denunciaban que no había testeos regulares y que ocasionalmente les entregaban algún elemento de protección personal.
Tras el incidente de julio en la ciudad de Tampa, dos agentes asignados a montar guardia en el club privado de Trump en Bedminster, Nueva Jersey, cayeron enfermos con síntomas de Covid-19 mientras el presidente jugaba al golf. Fue su tercer viaje a Bedminster de este verano. Un funcionario de la ley que prefiere mantener su anonimato dice que los agentes al servicio del presidente les advirtieron a sus colegas que viajaron a Bedminster que no compartieran información sobre su estado de salud, porque la cobertura que harían los medios enfurecería al presidente.
Los hombres y mujeres del Servicio Secreto viven bajo un código único, que los compromete a estar dispuestos a recibir una bala por el presidente, para salvaguardar la estabilidad de la democracia.
Pero este nuevo virus que ha matado a casi 180.000 norteamericanos en ocho meses ha llevado a algunos a hacerse una nueva pregunta: ¿Puede obligarse a alguien a correr el riesgo de contraer una enfermedad letal y contagiar a un ser querido para brindar seguridad en un evento que no cumple con los protocolos de salud?
Según los detractores de Trump, el desdén del presidente por los protocolos de seguridad, sobre todo cuando viaja a focos muy activos de la enfermedad, empeora aún más el riesgo para los agentes a cargo de su seguridad. Trump, sus allegados y sus seguidores rara vez usan máscaras y a menudo se reúnen en grandes grupos.
Recientemente, el Servicio Secreto comenzó a contratar aviones chárter para transportar a sus agentes a eventos clave, como la Convención Nacional Demócrata en Milwaukee.
Pero ni las mejores prácticas eliminan todos los riesgos. Según reveló un funcionario de la administración, aunque todos los pasajeros del avión a Milwaukee usaron barbijo y dejaron varios asientos libres entre ellos, uno de los agentes a bordo dio positivo al llegar. En consecuencia, el Servicio Secreto habría relevado a quienes habían viajado cerca del agente infectado, y les ordenó ponerse en cuarentena.
Sin embargo, las mismas fuentes confirman que los demás pasajeros del avión igual cumplieron funciones durante la convención de los demócratas.
The Washington Post
Traducción de Jaime Arrambide
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