“Despegue con turbulencias”: los traspiés, errores no forzados e internas que dejaron a Gabriel Boric sin “luna de miel” en Chile
La “luna de miel” del presidente de izquierda con la opinión pública se terminó en menos de un mes y medio, con su desaprobación superando la imagen positiva; cuáles serán sus principales desafíos
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“Este primer mes se ha asimilado a un despegue de avión: despegamos con turbulencias que evidentemente generan zozobras e incertidumbres. Creo que las vamos a superar”.
El piloto del avión es Gabriel Boric y la frase la lanzó el 10 de abril, un día antes de cumplir un mes como el presidente más joven de Chile, en una reunión con sus ministros –la tripulación–, algunos de los cuales sumaron complicaciones al vuelo. En los días que siguieron, el mandatario de izquierda siguió tomando altura, sin lograr estabilizar la aeronave. Un rápido aumento de su desaprobación, un revés legislativo e internas dentro del oficialismo fueron algunas de las tormentas que tuvo que superar en el trayecto. Los problemas estuvieron incluso cerca de volverse físicos: el jueves, un hombre intentó golpearlo con una piedra en su primera gira por el país.
Condiciones desfavorables
Una combinación de condiciones externas adversas y de errores del piloto y su tripulación acortaron a un tiempo récord la “luna de miel” de la presidencia de Boric. Según la última encuesta de la consultora Cadem, la desaprobación del mandatario se disparó al 50%, un alza de 30 puntos en apenas cinco semanas de gestión, y superó así a la imagen positiva, que se sitúa en un 40%. La encuesta Pulso Ciudadano da una cifra de rechazo similar pero una aprobación menor, del 27,8%.
Roberto Izikson, gerente de Asuntos Públicos de Cadem, enumeró en diálogo con LA NACION cuatro motivos detrás de este fenómeno. En primer lugar, cuestiones de orden público que parte de la sociedad esperaba que se solucionaran rápidamente con la llegada del exlíder estudiantil al poder, como las manifestaciones en Santiago –sin la virulencia de 2019 pero aún vigentes–, la inseguridad y el conflicto mapuche en la Araucanía. A eso se suma la inflación –la mayor preocupación de los chilenos, según los sondeos–, que acumula un 9,4% interanual, impulsada especialmente por las ayudas fiscales frente a la pandemia durante el gobierno de Sebastián Piñera, además de las consecuencias de la guerra en Ucrania. La baja popularidad de la Convención Constituyente también tiene un impacto directo en la imagen del mandatario. Y, por último, está el sesgo generacional alrededor de Boric –de 36 años– y su gabinete –con un promedio de edad de 49 años–. Entre las personas de 35 a 54 años, la desaprobación de Boric alcanza el 61%.
“En América Latina están durando cada vez menos las lunas de miel. Hay mucha expectativa en los que no están y muchas críticas hacia los que están. La baja en la popularidad tiene que ver con eso: una idealización excesiva de una persona que viene del movimiento social y un rechazo a la política, pero que se tiene que volver pragmático en el poder”, dijo Claudia Heiss, directora de la carrera de Ciencia Política de la Universidad de Chile.
Rumbo al plebiscito
En el largo vuelo de Boric hacia 2026, el destino más importante este año será el plebiscito del 4 de septiembre, cuando los chilenos deberán acudir a las urnas para decidir si aprueban o no una nueva Constitución que reemplace a la escrita durante la dictadura de Augusto Pinochet en 1980.
El pronóstico por ahora es sombrío: según las principales encuestadoras, el “rechazo” al nuevo texto –que deberá entregarse el 5 de julio– supera por más de cinco puntos al “apruebo”. Pero los especialistas coinciden en que el panorama se pueda despejar –falta que terminen de redactarse los artículos vinculados a los derechos sociales, los más importantes–. Y remarcan que una victoria del “rechazo” será un duro golpe para Boric, uno de los principales impulsores de una nueva Carta Magna.
Por eso, el presidente se expresó públicamente “preocupado” por la pérdida de popularidad de la nueva Constitución, una iniciativa que surgió como respuesta al estallido social de 2019, y llamó a “buscar la mayor transversalidad y amplitud posible” en la redacción del texto. El mensaje se dirigía a los 155 constituyentes –la mayoría de izquierda e independientes–, que dieron a conocer propuestas que generaron ruidos y temores, como cambios en el sistema político, en los tres poderes del Estado (se aprobó la eliminación del Senado) y en la plurinacionalidad.
“Boric y la Convención desde lo simbólico explican lo mismo: lo nuevo y el cambio. La gente votó por Boric porque quiere un cambio concreto y real, pero un cambio en su justa medida. La Convención ha llegado a una sensación de radicalidad y el cambio radical es rechazado”, señaló Izikson. “La ciudadanía tiene miedo que Chile se trasforme en país socialista. Para que el texto sea aprobado, van a tener que moderar posiciones sí o sí. No va a dejar conforme ni a los más progresistas ni a los más conservadores, que será otro desafío para Boric porque va a empezar a bajar su núcleo duro. Pero es la única manera de que gane el ‘apruebo’”, sumó Clarisa Demattei, investigadora del Centro de Estudios Internacionales de la UCA.
Para Heiss, si bien la Convención es autónoma del Poder Ejecutivo, Boric también asumirá el rol de piloto en la campaña por el “apruebo”. “Cuando esté el texto, el Ejecutivo puede jugar legítimamente un papel clave, de informar a la ciudadanía. Va a ser una diferencia importante que esté Boric en la presidencia y no [el excandidato de ultraderecha, José Antonio] Kast o Piñera para acercar la Constitución a la ciudadanía”, opinó.
Las internas
Cuando se conoció el gabinete de Boric, mientras algunos elogiaban la fuerte presencia femenina, otros cuestionaban las edades o, más bien, la poca experiencia en cargos ejecutivos. ¿Faltaban horas de vuelo? En las primeras semanas de gestión, pareciera que sí. Y la ministra del Interior, Izkia Siches, una de las figuras de la mesa chica de Boric, es la más cuestionada.
Una visita a una comunidad mapuche que terminó con balazos, el desafortunado uso de un término mapuche que generó suspicacias en la Argentina justo antes del viaje de Boric al país y una denuncia contra el gobierno de Piñera sobre el traslado de migrantes venezolanas que resultó ser falsa fueron sus principales traspiés. “Evidentemente ha cometido errores”, reconoció la portavoz del gobierno, Camilla Vallejo, al cumplirse un mes de mandato. De todas maneras, pese a los pedidos de renuncia de la oposición, Siches fue ratificada en su cargo.
“Todos los gobiernos tienen periodos de instalación que son complejos, sobre todo en coaliciones nuevas, como Piñera en 2010. La diferencia es que hoy no se lo perdonan. Por el contexto [de Chile] y por falta de experiencia; hay errores de diseño en el gabinete. Se podía pensar que Boric podía unir generaciones, pero finalmente solo apostó a una generación”, evaluó Izikson.
Los errores no forzados de su tropa no son el único problema del oficialismo de Boric. También lo son las internas dentro de la coalición, que reúne a partidos de izquierda y de centro izquierda –de comunistas a socialdemócratas– y que mostró grietas en el Congreso que terminaron en el primer revés legislativo de Boric esta semana.
Es que el presidente, quien apoyó los retiros anticipados de los fondos privados de pensiones durante la presidencia de Piñera para afrontar los efectos económicos de la pandemia, ahora se opone a un gasto público tan grande por temor al posible impacto sobre la inflación. Por eso, frente a una coalición que mayoritariamente apoyaba un “quinto” retiro (aunque el cuarto en realidad no se concretó), presentó un proyecto alternativo en el Congreso que limitaba el alcance de ese beneficio solo para algunas circunstancias. Pero la iniciativa no prosperó y puso en evidencia que, ante un Congreso sin mayoría, las reformas prometidas en campaña –como la tributaria y la del fondo de pensiones– obligarán a Boric a demostrar sus dotes de piloto y su capacidad de maniobra.
El turbulento viaje del quinto retiro también puso el foco sobre otro de los ministros y excompañero de militancia estudiantil de Boric, Giorgio Jackson, secretario general de la Presidencia, cuestionado por los demás partidos de la coalición por cómo articuló las fuerzas legislativas.
“Espero que el ministro Jackson haya reflexionado sobre su accionar porque fue una derrota de nuestro pacto y de la falta de diálogo”, dijo tras la sesión Marcos Ilabaca, jefe de bancada del Partido Socialista en una entrevista con El Mercurio. “Si siguen tratando así a sus partidos aliados, van a vivir un momento súper complicado”, advirtió.
Pero hubo más tormentas dentro de Apruebo Dignidad. Desde Venezuela, el alcalde del Partido Comunista (PC) y exrival en las primarias presidenciales Daniel Jadue dijo esta semana que el presidente “nunca ha considerado superar el capitalismo y el neoliberalismo” y que el programa de gobierno “no tiene viabilidad política”, un dardo que se hizo sentir en La Moneda. “No comento los dichos del alcalde”, respondió Boric ante la inevitable pregunta al respecto, mientras que Vallejo –correligionaria del PC– llamó a “empujar el programa colectivamente”.
¿Seguirá Jadue a bordo del avión? “La decisión que Boric debe tomar es cuánto más le va a rendir seguir sosteniendo al PC”, consideró Demattei.
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