Desde prisión, el opositor Alexei Navalny llama a los rusos a "salir a la calle"
PARÍS.– El gobierno ruso volvió a desafiar ayer las presiones internacionales al ordenar la encarcelación del opositor, Alexei Navalny, apenas llegó de regreso a Moscú procedente de Berlín, donde estuvo hospitalizado después de haber sido envenenado en su país.
En una audiencia improvisada en una comisaría de Khimi, en los suburbios de Moscú, un juez ruso ordenó su detención hasta el 15 de febrero. Ese día será presentado ante un tribunal que podría enviarlo a la cárcel durante varios años por supuestas "violaciones" a la libertad condicional que le había sido otorgada después de ser condenado a tres años y medio de prisión.
En un video filmado en la sala de audiencia y difundido por las redes sociales, el principal opositor al Kremlin llamó a los rusos a "salir a la calle" contra el poder: "Lo que más temen estos bandidos es que la gente salga a la calle. De modo que, no tengan miedo, salgan a las calles. No por mí, sino por ustedes mismos, por vuestro futuro", dijo.
"He visto muchas parodias de justicia. Pero esto es la ilegalidad total", agregó visiblemente irritado, calificando al presidente ruso, Vladimir Putin, de "viejito miedoso en su bunker".
Empecinado y carismático militante anticorrupción y enemigo jurado del Kremlin, Navalny, de 44 años, acusa a Putin de haber ordenado su asesinato envenenándolo con Novitchoc, una mortal substancia creada por los servicios de inteligencia militares del Estado.
A pesar de la inmediata reacción internacional, liderada por los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea (UE), así como por numerosos activistas —entre ellos Edward Snowden, residente en Rusia—, el Kremlin ejecutó su amenaza de aplicar la legislación que le permitirá enviar al más radical de sus críticos a la cárcel durante varios años.
"¿Me van a detener? Imposible. Soy inocente", había declarado con ironía Navalny antes de partir de Berlín, consciente de la recepción que le esperaba en su país. El no fue el único, también fueron detenidos muchos de los 200 simpatizantes que fueron a recibirlo al aeropuerto moscovita de Vnoukovo, donde debía llegar el avión antes de ser desviado a otro aeropuerto "por razones técnicas", según advirtió la tripulación.
El principal opositor a Putin había anunciado el miércoles pasado su intención de regresar a Rusia. De inmediato, los servicios penitenciarios rusos (FSIN) indicaron que "se verían obligados" a detenerlo por haber violado las condiciones de libertad condicional de una pena de prisión dictada en 2014. Según ese organismo, cuando estuvo en Alemania, Navalny no respetó esos términos, que lo obligaban a presentarse por lo menos dos veces por mes ante la administración penitenciaria. El opositor también es blanco, desde diciembre, de una nueva acusación de fraude. Se lo acusa de haber gastado 356 millones de rublos (unos 3,9 millones de euros) de donaciones en beneficio personal.
Ayer, la ONG Amnistía Internacional estimó que Navalny deberá ser considerado desde ahora como un "prisionero de conciencia", víctima de una "campaña implacable" de las autoridades rusas.
El Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas se declaró "profundamente inquieto" por su detención, solicitando su "inmediata liberación".
La Unión Europea (UE), Francia, Alemania, pero también Polonia y Gran Bretaña reclamaron su liberación, al igual que la futura administración del presidente electo Joe Biden. El actual secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, denunció por su parte una tentativa de "hacer callar a Navalny".
La detención debería figurar en la agenda de la reunión de ministros de Relaciones Exteriores de la UE del 25 de enero, que también solicitaron a Rusia "liberar de inmediato a todos los periodistas y ciudadanos que fueron detenidos por sus reportajes y el apoyo a Navalny".
Los occidentales "deberían ocuparse de sus propios problemas", respondió la portavoz de la diplomacia rusa, Maria Zajarova, por Facebook. Su ministro, Serguei Lavrov, estimó que los ataques a Rusia son un intento de "desviar la atención de la profunda crisis que mina el modelo de desarrollo liberal". Según Lavrov, el tema Navalny es "responsabilidad exclusiva de las fuerzas del orden" y se trata solo de "hacer respetar las leyes rusas".
Navalny cayó en coma en agosto cuando volvía de una gira electoral en Siberia. Hospitalizado en la ciudad de Omsk, finalmente pudo ser trasladado a Berlín para ser tratado. Tres laboratorios europeos llegaron a la conclusión de que fue envenenado con un agente neurotóxico militar del tipo Novitchok, desarrollado durante la época soviética, una conclusión confirmada por la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OAIC).
Rusia negó siempre su responsabilidad, rechazó la posibilidad de abrir una investigación oficial y multiplicó las versiones: enfermedad, mala higiene de vida, provocación de los servicios de inteligencia occidentales, etc.
Ampliamente ignorado por los medios rusos, Alexei Navalny es no obstante la principal voz opositora al Kremlin, gracias a una importante audiencia en las redes sociales y sus investigaciones sobre la corrupción de las elites rusas.
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