Descubren un “excepcional” fósil de dinosaurio durante un allanamiento policial
Los restos de un raro pterosaurio de 113 millones de años fueron incautados junto con otros especímenes obtenidos de manera ilegal
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En 2013, los restos de un dinosaurio de 113 millones de años de antigüedad fueron incautados durante una redada policial junto con otros fósiles obtenidos de manera ilegal.
En la actualidad, un equipo de científicos estudió ese singular espécimen y determinó que se trata de un raro pterosaurio que tenía una envergadura de más de dos metros y una increíble cresta decorativa en la cabeza, y que quedó enterrado en los sedimentos luego de su muerte.
Victor Beccari, paleontólogo de la Universidad de São Paulo, encabezó el grupo de expertos que investigó al extraño fósil decomisado por la policía y reveló que es el esqueleto más completo que jamás se haya encontrado de un “tapejárido”, una familia de pterosaurios ornamentados que vivieron durante el período Cretácico.
“Nos quedamos asombrados cuando vimos el espécimen por primera vez”, manifestó Beccari, quien examinó el esqueleto por primera vez en 2016, cuando aún era estudiante. Y agregó: “Ya estaba preparado antes de que las autoridades confiscaran el espécimen, así que pudimos decir de inmediato que era un fósil excepcional”.
En el estudio publicado en la revista Plos One, los paleontólogos explicaron que el fósil del dinosaurio se encuentra en un perfecto estado de conservación y que está tan intacto que incluso conservó algunos tejidos blandos. Estos detalles lo convierten en un “registro sin precedentes de un esqueleto de tapejárido articulado”.
El esqueleto, conocido como GP/2E 9266, pertenece a un género llamado Tupandactylus. Según la investigación es “quizás el tapejárido más impresionante conocido”, debido a la inmensa cresta de su cabeza.
Los científicos identificaron dos especies del género: Tupandactylus navigans y Tupandactylus imperator. Y establecieron que estos animales podrían ser sexualmente dimórficos, lo que significa que representarían a miembros masculinos y femeninos de la misma especie con características diferentes.
Hasta ahora, los paleontólogos solo habían encontrado cráneos aislados de Tupandactylus en la Formación Crato, un sitio arqueológico del período Cretácico ubicado en el noreste de Brasil. Y por primera vez, Beccari y sus colegas tienen acceso a este fósil intacto.
“Este Tupandactylus navigans era un pterosaurio de tamaño medio, con una envergadura de aproximadamente 2,6 metros, similar a la de un cisne grande. Parado en el suelo, mediría alrededor de un metro de altura, y la cresta craneal representaba el 40% de esa altura”, aseguró Beccari.
Aunque los expertos reconocen la procedencia del esqueleto de la Formación Crato, los detalles de cómo fue descubierto y de la excavación siguen siendo turbios. El animal está conservado dentro de seis placas de piedra caliza de corte cuadrado que fueron incautadas por la policía hace casi una década atrás, y que ahora pertenecen al Instituto de Geociencias de la Universidad de São Paulo.
“En Brasil, los fósiles están protegidos por la ley ya que forman parte del patrimonio geológico del país. Por lo tanto, la recolección de las reliquias requiere un permiso, y el comercio y las colecciones privadas de fósiles son ilegales“, detalló Beccari.
“La policía federal de Brasil investigaba una operación de comercio de fósiles y recuperó, en 2013, más de 3000 ejemplares. Esos fueron depositados en el Instituto de Geociencias de la Universidad de São Paulo para su estudio y exposición. No sabemos cómo se recogió este fósil”, reconoció el investigador.
A pesar de sus misteriosos orígenes, el fósil está revelando nuevos conocimientos sobre estos hermosos pterosaurios tapejáridos. El espécimen aun conserva de manera visible los restos de tejido blando dentro de la enorme cresta, así como su pico óseo. El futuro estudio de este tejido podría revelar algunos de los colores que el llamativo animal lucía en su ornamento craneal.
“Usando la luz ultravioleta, podemos ver si había algún patrón de color en la cresta de este animal, y si se conservó más tejido blando (que se descompuso y no es visible a simple vista ahora). La microscopía electrónica de barrido nos permitiría ver si hay moléculas de pigmentación conservadas en el espécimen, y tal vez tratar de entender un poco más sobre la coloración de la cresta“, dijo Beccari.
El equipo de paleontólogos también espera que el fósil ayude a responder a las preguntas que aún no están resueltas sobre el hábitat, los comportamientos y las capacidades de vuelo del Tupandactylus navigans.
Los científicos creen la cresta, al ser tan grande, podría haber limitado la capacidad del pterosaurio para volar largas distancias. De esta manera, el dinosaurio podría haber sido más bien un forrajeador que subsistía en un entorno verde, aunque las futuras investigaciones sobre el esqueleto confirmarán o refutarán esta hipótesis, entre tantas otras.
“En este momento, estamos trabajando en la fuerza de mordida de este espécimen, utilizando modelos 3D y análisis de tensión. Esto nos ayudará a entender qué comía este animal, y luego cuál era su estilo de vida. Después, queremos hacer aproximaciones biomecánicas a las capacidades de vuelo y a la influencia aerodinámica de la cresta de la cabeza”, indicó Beccari.
“Por último, ahora que tenemos un esqueleto completo de Tupandactylus navigans podremos compararlo mejor con el Tupandactylus imperator, el otro pterosaurio encontrado en la Formación Crato. Esto nos permitirá entender si estamos ante dos especies diferentes o se trata de la misma especie, sexualmente dimórfica”, concluyó.
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