Descubren la tumba de un niño y su perro, enterrados hace 2000 años
En el distrito de Clermont-Ferrand, en Francia, arqueólogos desenterraron los restos de un niño de aproximadamente un año de vida, que fue sepultado hace alrededor de 2000 años junto a un perro cachorro -posiblemente su mascota- y una notable cantidad de vasijas de cerámica y otros objetos, entre ellos grandes porciones de comida del banquete funerario.
El sitio se encuentra en Aulnat, una comuna francesa situada en la región de Auvernia, en los terrenos de un aeropuerto local, en donde especialistas del Inrap (Instituto nacional de investigaciones arqueológicas preventivas) vienen excavando desde noviembre de 2020.
Allí hicieron este hallazgo inédito para la región, por la cantidad de elementos que se acompañaron en el ritual funerario de un niño tan joven, dando cuenta que su familia tenía una posición privilegiada en su comunidad.
El niño vivió en un asentamiento galo del Imperio Romano, y murió durante la época de Augusto y Tiberio, considerados por muchos historiadores los dos primeros emperadores romanos (el segundo gobernó hasta el año 37 d.C.).
Fue enterrado en un ataúd de 80 centímetros de largo, cuya madera no se conservó hasta nuestros días, pero sí los clavos que la mantenían unida y una placa de hierro ornamental. Este ataúd fue colocado en una fosa de dos metros de largo por uno de ancho, con espacio suficiente para acompañar una gran cantidad de objetos, y con los restos de un perrocachorro -presumiblemente su mascota- colocado a los pies del niño, con un collar adornado con apliques de bronce y una campana.
Alrededor del féretro y sobre su tapa fueron situados varios recipientes de terracota que en el momento del entierro contenían alimentos y bebidas y que representaban la porción del banquete funerario destinado al difunto. También se encontraron los restos de medio cerdo cortado a lo largo, tres patas de jamón, otras dos porciones más pequeñas de cerdo (paleta y jamón) y dos gallinas a las que les falta la cabeza. A su lado había algunos jarrones y vasijas más pequeñas, aparentemente con productos cosméticos o medicinales (lo que será estimado según un análisis químico).
Además de estos elementos, se acompañaron en el entierro los efectos personales del niño: un broche de aleación de cobre, un alfiler ornamental y algunos "juguetes"; un círculo de hierro acompañado de una barra doblada y un aro con una varita. También se encontró un pequeño depósito con un diente de leche perdido por algún niño mayor, que pudo haber sido hermano o hermana del niño fallecido.
"Las tumbas de los niños galo-romanos a menudo se encuentran fuera del área funeraria de la comunidad, y a veces se enterraban cerca del hogar familiar. Estos niños pequeños rara vez se beneficiaban de las mismas prácticas funerarias que sus mayores, que generalmente eran cremados", señaló sobre el hallazgo el sitio de Inrap.
Y concluyó: "El mobiliario que acompaña al fallecido es bastante excepcional, tanto en cantidad como en calidad. Tanta profusión de vajillas y artículos comestibles, así como los efectos personales que siguieron al niño hasta la tumba, subrayan el rango privilegiado al que pertenecía su familia. En cuanto a la asociación del perro con un niño pequeño, ya está bien atestiguada en un contexto funerario, pero es aquí su collar y su campana los que aparecen inéditos".
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