Desborde en California: miles de turistas sin barbijos fluyen hacia las playas y temen un evento de “supercontagio”
Preocupa a las autoridades las reuniones de multitudes y sin medidas básicas de cuidado; temen que puedan ocurrir eventos similares a los de Miami durante el spring break
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LOS ÁNGELES.- Preocupadas por un posible rebrote de casos de Covid-19, las autoridades del sur de California luchaban este fin de semana por contener a las enormes multitudes de turistas que aprovecharon las Pascuas para inundar las playas, los muelles y los famosos boardwalks, las ramblas de madera para pasear junto a la costa.
Pero del lado de enfrente está la gente, harta de más de un año de restricciones y desesperada por festejar al sol, y los funcionarios parecen contar con pocas herramientas para hacer respetar el uso de tapabocas y el distanciamiento físico.
Las postales que se vieron estos últimos días —centenares de personas apiñadas y sin barbijo en el muelle de Santa Mónica o amontonadas alrededor de artistas callejeros en la rambla de Venice Beach—, generaron indignación en los residentes locales y preocupación en las autoridades, que temen que el feriado primaveral de Pascua en el “estado dorado” se salga de control, como sucedió en Miami, y se convierta en lo que se conoce como un “evento de supercontagio”.
Si bien en las últimas semanas la vacunación en la región se aceleró significativamente –aproximadamente el 50% de los adultos del condado de Los Ángeles recibieron al menos una dosis–, las autoridades locales de salud pública advierten que todavía no es momento de bajar la guardia.
La directora de salud pública de Los Ángeles, Barbara Ferrer, advirtió que la gente no debe descuidarse al viajar o reunirse con otras personas.
Sin embargo, ese mensaje se inscribe dentro de en un contexto más bien opuesto, con una veloz reducción de las restricciones por la pandemia y con líderes políticos deseosos de comunicar buenas noticias y relanzar la economía. Esta semana reabrieron algunos parques temáticos, y los bares al aire libre y las pistas de bowling en Los Ángeles tendrán autorización para operar nuevamente a partir del lunes.
“Cada medida que tomamos a nivel local está orientada en la dirección correcta”, dijo esta semana ante los medios el alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti, y apenas hizo referencia a la necesidad de actuar con prudencia durante el feriado de Pascuas.
El tono de Garcetti contrastó totalmente con el de Rochelle Walensky, directora de los Centros para el Control de Enfermedades (CDC), que ante el repunte de los contagios en algunas partes del país había dicho tener una sensación de “fatalidad inminente”.
Presagios similares tuvieron los funcionarios locales de Santa Mónica el fin de semana pasado, ante las más de 100.000 personas que visitaron sin restricciones el famoso muelle de la ciudad, y ante los vendedores ambulantes, que no están permitidos en el muelle y que encendieron parrillas improvisadas en carritos móviles, un riesgo concreto de incendio en la desvencijada estructura de madera del célebre boardwalk californiano.
“Si llega a explotar una garrafa en el muelle sería un infierno y un desastre”, dice Phil Brock, concejal de la ciudad. “El sábado a la noche estuve 45 minutos ahí, y no apareció ni un solo policía… Se supone que iba a ser un fin de semana con máxima presencia policial, pero no vino nadie”.
Para este fin de semana, las autoridades de Santa Mónica planeaban restringir la cantidad de personas en el muelle, cerrando el ingreso a partir de las 19:00, tres horas antes del cierre habitual. También tienen planeado desplegar media docena de “embajadores sanitarios” que les recordarán a los visitantes que se cubran la boca y distribuirán barbijos gratis.
Sin embargo, los funcionarios locales no planean repetir al sistema implementado el verano pasado, cuando los visitantes solo podían ingresar al muelle a través de un único punto de acceso y la cantidad de visitantes era monitoreada estrictamente por la jefatura de bomberos. También son reticentes a la idea de ordenarle a la policía que multe a quienes infrinjan la orden municipal de llevar tapabocas. “Preferimos no recurrir a ese tipo de medidas”, dijo el vicejefe de la ciudad, Anuj Gupta.
La policía de otras comunidades costeras que suelen recibir a turistas durante el feriado –Venice, Manhattan Beach y Hermosa Beach– se han mostrado igualmente reticentes a disolver las multitudes o evitar las fiestas en la playa, en parte porque existen pocas normas que gobiernen el comportamiento en lugares abiertos públicos, y los funcionarios temen que la mano dura tenga un efecto político negativo.
No obstante, los vecinos permanentes de las localidades costeras están furiosos al ver que hay miles de personas en la playa y que sus hijos ni siquiera han vuelta a la presencialidad escolar.
Anuj Gupta, el funcionario de Santa Mónica, dice que no hay pruebas de que la gente se enferme luego de visitar las playas de la ciudad. Pero reconoce que tampoco existe una forma certera de saber si los visitantes se enferman o contagian a otros al regresar a sus casas.
“Es posible que se haya instalado cierta autocomplacencia”, dice Gupta. “Pero también es cierto que estar atentos y cumplir con las reglas sanitarias es responsabilidad de los turistas.”
Traducción de Jaime Arrambide
Agencias AP y DPA y diario The Guardian
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