Desafíos: debilitado, Bolsonaro empieza a definir en 2021 su camino hacia la reelección
RÍO DE JANEIRO.– El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, terminará 2020 parecido a como lo empezó: envuelto en problemas y con decisiones urgentes por tomar. A medida que Brasil se aproxima a quebrar la barrera de los 190.000 muertos por Covid-19, con las infecciones nuevamente en aceleración, la postura del mandatario en relación con la pandemia, esta vez por el plan de vacunación y el debate sobre la obligatoriedad para aplicar el inmunizante, lo somete a un nuevo desgaste. Contra la voluntad del líder ultraderechista, la Corte brasileña falló esta semana que los brasileños que no se vacunen podrán sufrir sanciones.
Luego de un año en que Bolsonaro transformó su perfil –al acercarse a partidos del denominado centrão en el Congreso y ampliar su apoyo en capas de bajos ingresos gracias a la implementación del auxilio de emergencia que terminará en diciembre–, el gobierno entrará en meses clave para definir la suerte de su camino reeleccionista en 2022, coincidieron analistas consultados por LA NACION. El relativo éxito de la vacunación de los brasileños y la viabilidad de un programa de asistencia –con poco margen en las cuentas públicas para incrementar el gasto– podría sellar el futuro del proyecto político del gobierno brasileño.
La administración de Bolsonaro mantiene un nivel de aprobación del 35%, un porcentaje superior al de 2019, pero con una leve caída respecto a septiembre pasado, según una encuesta divulgada por la consultora Ibope esta semana. La medición, efectuada en diciembre, coincide con el último mes del auxilio de emergencia, una ayuda de 110 dólares que fue reducida a la mitad en septiembre y terminará el 31 próximo.
El subsidio, percibido por más de 60 millones de brasileños, fue uno de los motivos que ayudó a reducir el impacto de la crisis económica y dio al bolsonarismo aire y una nueva base, con más arraigo entre sectores de menores ingresos y en el norte y nordeste del país. "Fue un programa exitoso, generó un colchón que amortiguó el drama que sufrieron los brasileños en 2020", dijo Ricardo Ismael, politólogo y profesor de la Universidad Católica (PUC) de Río de Janeiro.
El fin del programa abre para el gobierno un dilema, opinó Ismael. "El discurso económico liberal y la delicada situación fiscal no permitirían la prórroga. Pero para llegar competitivo a 2022, hoy el gobierno es rehén de mantener algún programa de transferencia de renta anabolizado. No tiene más grasa para quemar".
La debilidad política de Bolsonaro tiene varias aristas. Perderá en breve a su principal aliado internacional y faro de la política externa, el presidente norteamericano, Donald Trump, y ha sufrido varios reveses electorales en los comicios municipales, con sus principales candidatos a alcalde derrotados.
La elección de presidentes de ambas cámaras en el Congreso, prevista para el 1º de febrero, puede ponerle al presidente nuevos obstáculos. Varios partidos de izquierda acaban de abroquelarse en apoyo al candidato a sucesor de Rodrigo Maia, que en las últimas semanas inflamó el discurso contra el presidente.
Un eventual triunfo del candidato de Maia y la izquierda podría trabar cualquier avance de la agenda de costumbres del gobierno, una demanda constante de la base evangélica, y también clausurar el tibio avance de reformas económicas que encaró el gobierno en la primera mitad de su mandato.
Bolsonaro tenderá a alejarse en la práctica, cada vez más, de las expectativas generadas en el discurso económico de rigor fiscal y liberal que lo llevó al poder, abrazando medidas populistas, cree Leandro Consentivo, profesor del Insper de San Pablo. Es una situación similar –a la inversa– de la que atravesó la expresidenta Dilma Rousseff en su segundo mandato (2015-2016).
"La exmandataria asumió en 2015 diciendo que económicamente estaba bien, pero enseguida se comprometió con una agenda de responsabilidad fiscal y cambió el discurso. Bolsonaro tiene el mismo problema, al revés", dijo Consentino. "Se cae la máscara del Bolsonaro que ganó la elección de 2018", añadió.
Vacunación
El ministro de Economía, Paulo Guedes, considerado por el mercado un fiador para evitar el avance de políticas populistas, se distinguió esta semana de Bolsonaro al otorgar una importancia vital a la campaña de vacunación contra el Covid-19 para el futuro del país. "El capítulo más importante viene ahora, es la vacunación en masa", dijo Guedes.
En el relativo éxito del gobierno en la vacunación de la población y en la recuperación económica comenzará a jugarse la suerte de Bolsonaro para 2022, consideró Michael Mohallem, coordinador del Centro de Justicia y Sociedad de la Fundación Getulio Vargas (FGV).
Se cree que la economía brasileña caerá 4,4% en 2020, de acuerdo con las últimas estimaciones de bancos. Con una cuenta rápida, Guedes destacó que la recuperación el año que viene dependerá de la inmunización de la población: "El auxilio [de emergencia] cuesta 55.000 millones de reales por mes [10.812 millones de dólares], mientras que la vacunación de toda la población saldrá 20.000 millones de reales [unos 4000 millones de dólares]".
Mohallem afirmó que Bolsonaro empezará 2021 más debilitado que en 2020, aunque los números de las encuestas den otra impresión, temporal, gracias al shock de dinero volcado en los meses de la pandemia. La fuga de sectores más escolarizados y de mayor ingreso, con el abandono de la agenda anticorrupción y la salida del exjuez Sergio Moro del gobierno, se compensó con la formación de una nueva base bolsonarista. Pero ésta pende de un hilo y se mantiene gracias a la inyección de recursos, consideró el profesor de la FGV.
"El gobierno tiene hoy un chaleco de fuerza", concluyó Mohallem. "No sobra el dinero, el presupuesto está alcanzado por la crisis, pero percibe que debe ofrecer un programa de transferencia de renta robusto y políticas populistas para llegar competitivo a la reelección".
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