Deportaciones, impuestos y multas: en Bali están hartos de los visitantes irrespetuosos y se ponen firmes
En poco más de un año desde la reapertura de la isla indonesia a los viajes internacionales, un repunte del comportamiento indisciplinado de los extranjeros ha eliminado parte de la magia del paraíso
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Shannon Smith ya había estado en Bali, pero era la primera vez que volvía desde la pandemia. Esta vez, la australiana de Cairns había acudido a la “Isla de los Dioses” de Indonesia para asistir a una conferencia en Nusa Dua. Mientras recorría las zonas turísticas populares como Kuta y Seminyak, Smith, que trabaja en gestión hotelera, notó algunos cambios. Había más tráfico en las rutas, menos visitantes asiáticos y más rusos.
Pero los balineses eran tan acogedores como siempre, y el lugar seguía plagado de turistas bulliciosos.
“Si quisiera salir con australianos borrachos, me quedaría en casa”, dice Smith.
La imagen que muchos extranjeros tienen de Bali –la que aparece en la superproducción de 2010 Comer, amar y rezar, de Julia Roberts– sigue existiendo. Bali sigue cubierta de arrozales de un verde intenso y arena dorada que se adentra en aguas turquesas. Los cálidos lugareños siguen charlando con los extranjeros amantes de los chiringuitos. Pero ya no es tan tranquilo.
En poco más de un año desde la reapertura de Bali a los viajes internacionales, un repunte del comportamiento indisciplinado de los turistas ha eliminado parte de la magia del paraíso, empujando a las autoridades nacionales y locales a idear nuevas formas de hacer frente a los infractores.
Manejo irresponsable y exhibicionismo en redes sociales
Desde la capital del país, un alto ministro abogó recientemente por imponer un impuesto a los turistas extranjeros que entren en Indonesia para disuadir a los visitantes “de bajos ingresos”. La Oficina de Turismo de Bali está promoviendo una campaña publicitaria en la que se pide a los viajeros que se comporten de forma más respetuosa. El gobierno local ha propuesto recientemente prohibir a los visitantes el alquiler de motocicletas para frenar el manejo imprudente, informó la CNN. Y el departamento indonesio de inmigración ha estado ocupado deportando extranjeros que han estado trabajando ilegalmente con visados de turista o infringiendo las leyes locales.
El Gobernador de Bali, Wayan Koster, declaró en una rueda de prensa que ha propuesto revocar el programa de visados a la llegada para los viajeros procedentes de Rusia y Ucrania, que arriban en mayor número desde la guerra, aunque muchas personas de otras nacionalidades se han visto implicadas en incidentes recientes.
Los funcionarios de inmigración anunciaron la semana pasada que habían deportado a un ruso que publicó en las redes sociales una foto en la que aparecía con los pantalones por los tobillos en lo alto del monte Agung, un lugar sagrado para los hindúes. Otro ruso fue expulsado a finales de febrero por trabajar como fotógrafo, violando su permiso de residencia.
Las estadísticas registradas por la provincia de Bali muestran que 22.104 visitantes rusos llegaron este mes de enero, un total sólo superado por Australia, con 91.254. De noviembre de 2022 a enero de 2023, los turistas rusos representaron el 5,6% de los casi 997.000 visitantes extranjeros de Bali, cifra ligeramente superior al 4,8% de enero de 2020.
Los medios de comunicación extranjeros también se han hecho eco de los accidentes de tráfico, las peleas con las autoridades locales y las infracciones inmigratorias y el exhibicionismo. Un extranjero trabajaba ilegalmente con un visado de turista para enseñar danza balinesa y meditación, y un grupo de extranjeros se quejaron del canto de los gallos en un barrio local.
Este último incidente desconcertó a Megah Bintaranny, nativa de Bali y gestora de productos para el mercado del sudeste asiático de Rainforest Cruises. “¿Cómo pueden quejarse de eso? No podemos controlar las gallinas”, dice.
Si los extranjeros se hubieran alojado en un hotel de lujo en una zona turística, eso sería una cosa. Pero se alojaban en una pensión de una zona residencial donde abundan los ruidos de la vida rural, con gallos y todo. “Cuando eliges vivir en una zona local”, añade Bintaranny, “tienes que aceptar [los ruidos locales]”.
Exceso de turismo en la “isla de la fiesta”
Bali forma parte de un creciente número de destinos turísticos populares hartos del turismo excesivo. Hawai está estudiando un proyecto de ley para disolver su agencia de marketing turístico patrocinada por el gobierno. Ámsterdam ha intentado moderar el comportamiento inapropiado de los turistas en su Barrio Rojo, prohibiendo fumar porros en la calle, reduciendo el horario de restaurantes y burdeles y endureciendo algunas restricciones sobre el alcohol. Las autoridades italianas han estado multando a turistas en Roma, Florencia y Venecia por tirar basura, acampar, vandalismo e infracciones de tráfico.
Al igual que Hawai, Ámsterdam e Italia, Bali también está harta de turistas que no infringen ninguna ley, pero muestran poco respeto por la vida local.
“Aquí tenemos mucha tolerancia... pero es este comportamiento de ‘yo soy la persona más importante. Mírame a mí’”, dice Fatmawati, una fotógrafa independiente indonesa que se trasladó a Bali desde la isla de Java hace nueve años. “Es repugnante: la gente está harta. Yo estoy harta”.
Tjok Bagus Pemayun, director de la oficina de turismo del gobierno de Bali, declaró por escrito a The Washington Post que la cultura balinesa es una fuente de felicidad para los lugareños, por lo que “por supuesto que se enfadarían” al ver que los extranjeros no la respetan: “Destruir su cultura significa destruir su vida”.
Cuando Ravindra Singh Shekhawat, director general de operaciones en Bali de Intrepid Travel, se trasladó a la isla en febrero de 2022, “las carreteras estaban vacías, los hoteles estaban vacíos”. El turismo ha aumentado considerablemente desde entonces. Las reservas de Intrepid se han recuperado a niveles de 2019, y en Bali, “definitivamente está muy ocupado”, aseguró. “Hay turistas por todas partes”.
Achaca algunos de los problemas recientes a la ignorancia. “Para mucha gente, Bali se considera más como una isla de fiesta”, señaló Shekhawat. “Esa podría ser una de las razones por las que la gente no es muy consciente de lo tradicional que es la población local”.
Como expatriado, Shekhawat se siente decepcionado al ver casos como el del extranjero que se hizo viral tras “discutir acaloradamente” con la población local por un desvío de tráfico debido a una procesión religiosa, algo habitual en Bali.
Justin Smith, propietario de la empresa de planificación de viajes de lujo Evolved Traveler, reconoce que Bali ha sido conocida durante décadas como un “destino bohemio” donde los extranjeros podían comportarse y vestir como quisieran. Cree que a los visitantes se les escapa que Bali exige respeto y modestia en el vestir.
“Era aceptable hasta cierto punto, pero ahora se ha ido demasiado lejos”, afirma Smith. “Hay una absoluta falta de respeto por el destino y para que Bali sea presionada hasta ese punto, eso significa que este mal comportamiento está bastante extendido”.
Denunciar a los trabajadores ilegales en Instagram
Bintaranny cree que los comportamientos escandalosos son cada vez más frecuentes gracias a las redes sociales. La gente parece estar sobrepasando los límites por la fama en Internet, viendo los sitios sagrados como “sexy para su Instagram”. “Y para ellos, probablemente no sea gran cosa, pero para los balineses... es simplemente un insulto”.
Aunque las redes sociales pueden amplificar cada ejemplo de mal comportamiento, Shekhawat cree que la mayoría de los visitantes no son perturbadores. Febria Diah Retnoningsih, consejera de asuntos sociales, culturales y de información de la embajada de Indonesia en Washington, coincidió en que el “mal comportamiento es sólo una gota en el océano”.
Pero el gobierno no avala el abuso de visados ni el manejo imprudente. “Es igual que en otros países”, apunta Shekhawat. “No se puede trabajar sin visa de trabajo, y hay normas estrictas para conducir un vehículo”.
Pemayun dice que es importante frenar el mal comportamiento, aunque el número de infractores sea pequeño, para evitar que el asunto “se extienda a otros turistas” y “dañe la imagen del turismo de Bali en el mundo.”
Bali cuenta con un programa para acoger a trabajadores a distancia, pero el llamado “visado de segunda residencia” conlleva una serie de requisitos, entre ellos acreditar el equivalente a casi 129.000 dólares en ahorros. La frustración actual no se dirige a esos residentes, sino a los trabajadores extranjeros que compiten con los locales por los puestos de trabajo. Hay varias cuentas de Instagram que documentan ejemplos; la que, según Fatmawati, crea más revuelo entre los locales, repostea anónimamente contenidos de extranjeros que anuncian sus servicios, presumiblemente sin el visado adecuado.
Bajo el satírico pretexto de apoyar al pequeño comercio local, la cuenta @moscow_cabang_bali (actualmente suspendida) y su cuenta de respaldo comparten anuncios públicos (en su mayoría de rusos, de ahí el nombre) en los que se venden clases de natación, cortes de pelo, clases de surf, tatuajes, clases de yoga y alquiler de villas. En la descripción de su perfil hay un enlace a un sitio web donde se pueden denunciar al gobierno indonesio problemas relacionados con la legislación laboral.
“Alardean de ello”, dice Fatmawati sobre los anuncios. “Lo que es una auténtica locura es que acepten trabajos como niñeras o alquilen motos. ¿Te imaginas quitarles el trabajo a los locales? ¿De niñeras?”.
Pedir respeto
Incluso en el clima actual, Fatmawati afirma que los turistas que visitan Bali no se encontrarán con el enfado de los lugareños o las autoridades si no infringen las normas básicas, y Pemayun afirma que “los balineses se sienten muy felices” con el regreso del turismo.
Para ser un mejor visitante en Bali, Pemayun anima a los viajeros a “respetar los valores culturales, las tradiciones y la sabiduría local”. Le gustaría que los visitantes se comportaran de forma ordenada, fueran respetuosos con el medio ambiente, se quedaran más tiempo, gastaran dinero en los negocios locales y repitieran la visita.
Shekhawat también recomienda informarse sobre las normas culturales antes del viaje y explorar zonas de Bali menos visitadas que los lugares más populares, como Seminyak, Ubud, Canggu y Uluwatu. Eso puede suponer dirigirse a las zonas norte y oeste de la isla, como el Parque Nacional de Bali Occidental, un oasis de vida salvaje con 160 especies de aves registradas. También puede tomar un ferry a las cercanas islas Gili y Lombok, donde encontrará más sol, arena y surf, y menos turistas.
Vaya donde vaya, “respete nuestra cultura”, dice Retnoningsih. “Eso es lo que hace de Bali, Bali: su rica cultura”.
Por Natalie B. Compton y Gabe Hiatt
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