Demolerán la icónica mansión de Amalita Fortabat en Punta del Este
La residencia Aldebarán, construida por el arquitecto Arturo Dubourg, dará paso a un complejo inmobiliario
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MONTEVIDEO.- Aldebarán, la mansión que perteneció por más de seis décadas a la empresaria argentina Amalia Lacroze de Fortabat será demolida en semanas para construir en su lugar un complejo inmobiliario de, al menos, cuatro casas, según pudo saber El País de fuentes inmobiliarias.
La espectacular residencia del barrio Golf, ubicada sobre la avenida Laureano Alonso Pérez y la calle Del Agua, es una de las icónicas casonas construidas en la década de 1940 por el arquitecto argentino Arturo Dubourg (1913-2003), que por entonces daba forma al barrio más exclusivo y suntuoso de Punta del Este.
Se estima que Dubourg diseñó y edificó cerca de un centenar de lujosas fincas en Punta del Este, entre ellas el Hotel L´Auberge, ubicado a metros de la residencia Fortabat.
Un largo romance con Punta del Este
Amalia Lacroze (1921-2012), llamada por sus íntimos “Amalita” y apodada por la prensa como la “La dama del cemento”, fue una empresaria que llegó a amasar la fortuna más importante de la Argentina y estar entre los primeros puestos en la lista de millonarios de la revista Forbes.
Su fortuna la heredó de su segundo marido, Alfredo Fortabat, y tuvo la capacidad y el talento de multiplicarla varias veces durante los años que presidió Loma Negra, la compañía cementera de Olavarría.
A Loma Negra hay que sumarle enormes extensiones de campo en la Argentina y también en Uruguay, negocios financieros y una colección de arte de las más importantes de América Latina que, desde hace un tiempo, se exhibe en la fundación y museo que lleva su nombre en un importante edificio de Puerto Madero.
Pero antes de ser la empresaria y la mecenas más rica de la Argentina, Lacroze veraneaba en Punta del Este en una casa alquilada. Tenía 23 años, estaba casada con su primer marido, el abogado Hernán de la Fuente, y había nacido su única hija, Inés, cuando arrendaron el chalet Gaimán en la Parada 7 de la Playa Mansa.
Entonces, en sus propias palabras, en Punta del Este: “Éramos muy pocos, todos nos conocíamos y pasábamos el día en la Brava, protegidos del viento por unas carpas precarias, de colores, apenas unos postes, unas lonas y ni siquiera un clavo para colgar la ropa”.
Su primer matrimonio duró muy poco y cuentan que para formalizar su relación con Fortabat (1894-1976), el poderoso empresario que era 30 años mayor que ella movió sus contactos -que no eran pocos- y logró que durante el segundo gobierno de Juan Domingo Perón se aprobara la ley de divorcio en la Argentina y que muchos recuerdan como la ley Fortabat, norma derogada ni bien fue derrocado el expresidente.
Un regalo de cumpleaños
El día de su cumpleaños de 1955, el 15 de agosto, Amalita recibió de Fortabat la foto de una casa como regalo. Cuentan que le dijo “es tuya, queda en Punta del Este, podés hacer con ella lo que quieras”.
Comenzó entonces un amor entre Amalita y Punta del Este que se prolongó por más de seis décadas y en las que fueron contados los veranos en los que faltó.
La casa tenía una historia propia, había pertenecido a uno de los primeros extranjeros que eligieron Punta del Este para vivir de forma permanente. En este caso fue un norteamericano, accionista muy importante del laboratorio que fabricaba el digestivo Alka Selzer. El hombre estaba gravemente enfermo de cáncer y buscó en Punta del Este el lugar para pasar sus últimos días. Pero lejos de morirse, se recuperó y vivió más de una década. Siempre atribuyó un poder curativo a aquellas playas semi desiertas abrazadas por bosques de pinos.
Lo primero que hizo Amalita al tomar posesión de su finca de verano, fue bautizarla y la llamó Aldebarán, nombre de la primera estrella de la constelación de Tauro.
Cuando visitó por primera vez la casa, no le gustó su interior. La encontró oscura, llena de enormes vigas de madera que, a su parecer, la hacían poco atractiva. Sí, se enamoró de su enorme parque jardín que se desparramaba como un campo de golf por miles de metros cuadrados. Dispuesta a hacer de aquella casa su lugar en el mundo, al menos en verano, Amalita comenzó a reformarla y fue este el estado casi permanente de la residencia durante décadas.
Ella argumentaba que tenía “mucha familia postiza”. Por tal razón compró el terreno lindero y convirtió la también lujosa casa que allí estaba en garages y habitaciones adicionales para el personal de seguridad que la seguía a todos lados.
Durante 21 años, Fortabat y su mujer veranearon en Aldebarán. El 9 de enero de 1976, el empresario argentino sufrió un severo quebranto de salud. Agonizando, fue trasladado por una ambulancia hasta el aeropuerto de Laguna del Sauce donde un avión sanitario lo transportó a Buenos Aires. Horas después murió. Tenía 82 años.
Tres días más tarde, Amalita irrumpió sin aviso previo en la sala de Directorio de Loma Negra, se sentó en la cabecera de la larga mesa, en el sillón que ocupaba su marido. Ante la mirada atónita del resto del Directorio presidió la sesión. Fue su debut como presidente del grupo económico y el comienzo de una etapa de crecimiento de las empresas sin precedentes. Cuentan que pasaba las noches leyendo y estudiando los informes que el personal de confianza le proporcionaba.
De esta manera, a los 56 años, Amalita, que no tenía formación académica, pero que dominaba varios idiomas y poseía una sólida cultura, comenzó a transitar el camino que la llevaría a convertirse en la mujer no solo más rica, sino también más influyente del mundo empresarial argentino. Entre los amigos que hizo en esos años se encontraban David Rockefeller y Henry Kissinger.
Historias y leyendas
¿Refugio de una presidente derrocada? Durante muchos años se sostuvo que Aldebarán fue el lugar en el que los militares argentinos eligieron para mantener presa a Isabel Martínez de Perón, la presidenta argentina derrocada en marzo de 1976. Los rumores fueron insistentes y la agencia internacional de noticias norteamericana United Press International (UPI) llegó a enviar un despacho en el que informó que la viuda de Perón se encontraba en la casona de Punta del Este. Entonces se desconocía dónde los militares la había llevado tras desalojarla de la Casa Rosada.
En 1997, la periodista argentina Silvia Pisani, entrevistó a Fortabat en Buenos Aires y le formuló la siguiente pregunta sobre Aldebarán: “¿Alguna vez refugió a alguien en su casa?”
“No, no sé porque me lo pregunta”, respondió Amalita.
“Hubo una versión según la cual usted habría protegido allá a María Estela Martínez de Perón”, dijo la periodista.
“Nunca la conocí”, contestó sin vacilar. Amalita Lacroze de Fortabat frecuentó Aldebarán hasta el verano de 2009, tres años antes de que muriera en febrero de 2012. Esa mujer que fue la más poderosa de la Argentina, jamás ocultó su amor por Punta del Este y por su casa. Sus paredes guardan muchas historias y secretos. Sus salones están decorados por murales de Nicolás García Uriburu expresamente diseñados y pintados para la dueña de casa. Esas obras fueron testigo de comidas en las que se escribió la historia más reciente del Río de la Plata. Sus habitaciones hospedaron a lo más granado de la política y de la cultura de la región y también del mundo.
En semanas, Aldebarán seguirá el triste derrotero de muchas de las extraordinarias residencias que Dubourg construyó en Punta del Este.
Diego Fischer
El País/GDA
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