Se termina la paciencia con Trump y lo acusan de atacar la democracia
WASHINGTON.- Mientras el presidente, Donald Trump, volvió a insistir en que ganó la elección presidencial y se mantiene firme en su rechazo a abrir el cambio de gobierno al presidente electo, Joe Biden, demócratas y republicanos moderados comenzaron a alzar la voz con más dureza en contra de su último intento por intentar dar vuelta los resultados de los comicios, una maniobra que fue denunciada como un ataque directo a la democracia.
Trump reapareció hoy en la sala de prensa de la Casa Blanca para anunciar la puesta en marcha de una reforma que busca reducir el precio de los medicamentos en Estados Unidos. Al pasar, en medio del anuncio, reiteró que ganó la elección en la que se impuso Biden.
"Esto no es algo fácil de hacer. Las grandes farmacéuticas gastaron millones de dólares en avisos negativos en mi contra durante la campaña, que gané, por cierto, pero ya saben, ya lo averiguaremos. Casi 74 millones de votos. Tuvimos a las grandes farmacéuticas en contra, los medios en contra, las grandes tecnológicas en contra. Tuvimos mucha deshonestidad en contra", se quejó Trump desde el atril.
El mandatario se fue sin responder las preguntas que los periodistas hicieron a los gritos mientras se alejaba del podio. Unas horas después, Trump recibió a los líderes republicanos de la Legislatura de Michigan. El encuentro, que la Casa Blanca describió como rutinario, fue visto por sus críticos como una maniobra sin precedentes en la historia para presionar a los legisladores estatales a desconocer la elección y nombrar electores que respalden a Trump en el colegio electoral, que se reunirá el próximo 14 de diciembre.
Ante esa ofensiva, el equipo de Biden, los demócratas y un puñado de republicanos moderados que suelen desmarcarse del trumpismo subieron el tono de sus críticas al presidente y a sus aliados, en medio de una transición confusa, plagada de interrogantes y jamás vista en la historia del país, que hasta este año se preciaba de su respeto impoluto a la transferencia pacífica del poder.
"Habiendo fracasado en presentar un caso plausible de fraude o conspiración generalizada ante cualquier tribunal de justicia, el presidente ahora ha recurrido a la presión abierta sobre los funcionarios estatales y locales para subvertir la voluntad de la gente y anular las elecciones", describió el senador republicano de Utah, Mitt Romney, un crítico frecuente de Trump. "Es difícil imaginar una acción peor, más antidemocrática de un presidente estadounidense en ejercicio", advirtió.
Otro senador republicano, Ben Sasse, de Nebraska, fustigó la conferencia de prensa en la cual Rudy Giuliani y el resto de los abogados de Trump desplegaron una supuesta teoría conspirativa para alterar la elección a favor de Biden que involucró a Venezuela, Cuba, posiblemente a China y "dinero comunista", al tildarla de "alocada" y advertir que Estados Unidos "es una nación de leyes, no de tuits".
Y el vicepresidente, Mike Pence, pareció comenzar a moderar el discurso oficial en un acto de campaña en Georgia, donde se definirá en enero próximo el control del Senado en una segunda vuelta para definir dos bancas en la Cámara alta, al afirmar que "sea cual sea el resultado" de la ofensiva legal del trumpismo "nunca dejaremos de luchar para que Estados Unidos sea grande de nuevo".
El equipo de Biden, que hasta ahora ha evitado una confrontación abierta, también subió el tono con una conferencia de prensa virtual del principal abogado de la campaña, Bob Bauer, quien deshilachó la estrategia trumpista al tildarla de "patética", "espantosa", "ridícula", y en última instancia "condenada al fracaso".
Bauer dijo que Trump sufrió 28 derrotas en los tribunales desde la elección, y remarcó que el intento de forzar a las legislaturas estatales a que desconocieran las elecciones era un "abuso de poder", y que nunca se hizo porque simplemente es imposible ya que es ilegal.
"Se siente mal, se ve mal y es muy, muy dañino. Mientras que el presidente y sus aliados están rasgando el tejido de la democracia de cualquier forma que puedan, el tejido no se está desgarrando. Se mantiene firme", dijo Bauer.
Pero una de las críticas más feroces provino del senador socialista, Bernie Sanders, quien apuntó a los republicanos que se mantienen leales a Trump: les dijo que habían dejado de ser un partido político, y se habían convertido en un "culto".
"Es más que patético que un presidente en ejercicio intente subvertir los resultados de una elección. Es aún peor cuando el Partido Republicano, con pocas excepciones, guarda silencio sobre este escandaloso ataque a la democracia. El Partido Republicano ha dejado de ser un partido político. Ahora es un culto", afirmó Sanders en Twitter.
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