Del Brexit al “Bregret”: asediada por los problemas económicos, Gran Bretaña empieza a arrepentirse de la salida de la UE
Aunque no todos coinciden en culpar a la salida de la UE por la actual situación, tampoco es que esa decisión abrió un futuro brillante para los británicos
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LONDRES.- Seis años y medio después de haber votado a favor de abandonar la Unión Europea (UE), a tres años de su salida formal, dos de firmar el tratado post-Brexit con Bruselas, y un mes después de la asunción del cuarto primer ministro desde el referéndum de 2016, como no podía ser de otra manera, Gran Bretaña está atrapada en un nuevo debate sobre el Brexit.
El Brexit tal vez ya haya llegado a los libros de historia, pero el “Bregret” -el neologismo inventado por los diarios ingleses para referirse al “arrepentimiento del Brexit” [Brexit regret]- puede sentirse en el aire.
Y la causa del arrepentimiento es clara: la crisis actual de la economía británica, la más grave en una generación y mucho peor que la de sus vecinos europeos. No todos y ni siquiera la mayoría de esos problemas son consecuencia del Brexit, pero las crispadas relaciones comerciales de Gran Bretaña con el resto Europa han jugado un rol incuestionable. Y eso convierte al Brexit en el blanco perfecto de una opinión pública ansiosa por encontrar culpables.
La última entrega de este drama sin fin arrancó la semana pasada con un sondeo de opinión que mostró que el apoyo de los británicos al Brexit está en un nivel más bajo que nunca: solo el 32% de los encuestados por la empresa YouGov piensa que divorciarse de la UE fue una buena idea, y el 56% cree que fue un error.
Y las dudas sobre el Brexit se potenciaron esta semana, cuando el diario londinense The Sunday Times informó que el primer ministro, Rishi Sunak, estaba considerando buscar un acuerdo más cercano con la UE, según el modelo suizo. Los suizos, que no integran la UE, tienen acceso al mercado común y pocos controles fronterizos, a cambio de contribuir con la arcas del bloque y aceptar algunas de los regulaciones.
Sunak salió de inmediato a desmentir la información, que el diario atribuía a “altas fuentes de gobierno”.
“En mi mandato, el Reino Unido no buscará ningún acuerdo con Europa que depende de un alineamiento con las leyes de la UE”, dijo Sunak el lunes ante un grupo de empresarios.
“Yo voté por el Brexit y creo en el Brexit”, agregó Sunak. “Sé que el Brexit puede redundar en enormes beneficios y oportunidades para nuestro país, y ya lo está haciendo.”
Pero la desmentida del primer ministro tiene tantas chances de dar por zanjada la cuestión como la promesa de uno de sus predecesores, Boris Johnson, de “concretar el Brexit” o de la exprimera ministra, Theresa May, quien en su momento aseveró que “Brexit significa Brexit”. Ambos líderes gastaron gran parte de su tiempo a cargo de Downing Street luchando en batallas derivadas de la salida del bloque regional. Y a May se la llevó puesta precisamente eso.
Aunque nadie cree que Gran Bretaña buscará reintegrarse a la UE, los analistas políticos dicen que la información de The Sunday Times, sumada a los a a los desesperantes datos económicos y la creciente impopularidad del Brexit entre los británicos, abre un nuevo capítulo de la búsqueda de Gran Bretaña para encontrar un nuevo tipo de relación con la UE. Pero también advierten que es imposible predecir a dónde puede conducir esa búsqueda.
Pero calcular hasta qué punto el Brexit es culpable de las penurias de Gran Bretaña puede ser engañoso, debido a la cantidad de otros factores en contra que golpean a la economía británica. Los economistas señalan que el país sufre la maldición de un crecimiento estancado desde la crisis financiera de 2009, resultado de la poca inversión y el derrumbe de la productividad.
En un pronóstico publicado la semana pasada en coincidencia con la presentación del nuevo presupuesto de Sunak, la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria, un grupo de monitoreo fiscal, dijo que el Brexit había tenido “un impacto adverso significativo” en el comercio exterior de Gran Bretaña.
El Brexit también ha exacerbado la escasez de mano de obra en sectores tan diversos como los restaurantes de Londres y las empresas de camiones. Si bien parte de eso se debe a que muchos británicos que dejaron su trabajo durante la pandemia aún no se reincorporaron a la fuerza laboral, los empleadores también tienen problemas para reemplazar a los trabajadores de Europa que después del Brexit se volvieron a sus países.
No es casual que el sentimiento público hacia el Brexit empezara a amargarse hace un año, cuando Gran Bretaña sufrió una grave escasez de choferes de camiones que provocó retrasos en las entregas de combustible y largas filas de automovilistas frente a las estaciones de servicio. Fue el fin de la luna de miel que había empezado a principios de 2021, cuando el gobierno afirmó, dudosamente, que gracias al Brexit el país había podido aprobar y lanzar rápidamente la vacuna contra el Covid-19.
Desde entonces, Gran Bretaña se ha visto afectada por una inflación anual de dos dígitos, tasas de interés cada vez más altas y una recesión que según advirtió recientemente el Banco de Inglaterra podría durar dos años más. De los países avanzados que integran el G7, Gran Bretaña es el único cuya economía es hoy más chica que antes de la pandemia. Y hace poco, Gran Bretaña fue desplazada por la India como la quinta economía más grande del mundo.
“Podemos discutir hasta qué punto el Brexit es responsable de los problemas económicos de Gran Bretaña”, dice John Curtice, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Strathclyde, Escocia, y un destacado experto británico en encuestas de opinión. “Pero es muy difícil convencer a la gente de que gracias al Brexit hay un maravilloso paraíso económico a la vuelta de la esquina”.
Los problemas de Sunak son otros, y aunque quisiera, tampoco hay indicios de que la Unión Europea apoyaría un acuerdo al estilo suizo para Gran Bretaña. De hecho, Gran Bretaña se ha negado a cumplir con el acuerdo que alcanzó con Bruselas sobre el status comercial híbrido de Irlanda del Norte, que es parte del Reino Unido pero comparte una frontera con la República de Irlanda, miembro de la Unión Europea.
Si bien en sus conversaciones con Bruselas Sunak ha tratado de bajar la temperatura sobre el acuerdo sobre Irlanda, tampoco hay señales de un avance inminente. Y resolver las eternas tensiones sobre Irlanda del Norte es un requisito previo innegociable para cualquier relanzamiento de la relación con los europeos.
Y hay menos esperanzas todavía de que su Partido Conservador, con su poderoso flanco euroescéptico, acepte un acuerdo con la UE al estilo suizo. El informe del Sunday Times provocó feroces denuncias de partidarios acérrimos del Brexit como David Frost, que negoció el acuerdo comercial con Bruselas durante el gobierno de Boris Johnson.
Las especulaciones sobre qué miembros del gabinete de Sunak filtró la información al Sunday Times han sido febriles. Unos apuntan al ministro de Hacienda, Jeremy Hunt, que votó en contra del Brexit, y otros sospechan hasta del propio Sunak. Los antecedentes de partidario del Brexit del primer ministro suelen son cuestionados por los euroescépticos de línea dura, debido a su estilo más pragmático.
“Para muchos conservadores de su partido, la forma de lidiar con las consecuencias económicas del Brexit no sería políticamente tolerable”, dice Anand Menon, profesor de política europea en el Kings College de Londres.
Eso deja a Sunak frente a una encrucijada: la solución económica más obvia es políticamente indigerible. Sus predecesores impulsaron el Brexit como una forma de consolidar la soberanía británica o para frenar la inmigración descontrolada. Pero ahora el Brexit está siendo juzgado por su impacto sobre la economía, y en ese sentido, está saliendo muy mal parado.
“El Brexit no fue analizado con los lentes de la economía, sino como un tema de cultura y de valores”, señala Menon. “Pero ahora la economía lo ocupa todo.”
Por Mark Lander
The New York Times
(Traducción de Jaime Arrambide)
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