“Dejás de ser quien sos”: la temible cárcel a la que fue enviado Navalny
El líder opositor ruso será trasladado a una cárcel conocida por el trato abusivo que reciben sus internos
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MOSCÚ.- El líder opositor ruso Alexei Navalny cumplirá su pena de prisión en una colonia penitenciaria tristemente célebre por sus medidas disciplinarias, consideradas extremas incluso para los estándares rusos. El Kremlin decidió trasladarlo a una cárcel conocida por el trato abusivo que reciben los internos a pesar de las crecientes críticas por su sentencia, así como por el intento de asesinato por envenenamiento a mediados de año pasado.
Navalny volvió a Rusia en enero a pesar de las amenazas del gobierno de arrestarlo, tras pasar meses internado en Berlín para recuperarse del envenenamiento sufrido en un aeropuerto ruso, tras lo cual empezó a sentirse mal en pleno vuelo. Fue detenido no bien volvió a pisar su país y luego sometido a un juicio amañado, por haber violado los términos de su libertad condicional por su estadía en Alemania. Lo sentenciaron a dos años de prisión.
Tras ser desoídos sus reclamos en favor de Navalny, la Unión Europea (UE) sancionó el lunes a cuatro altos funcionarios rusos considerados responsables de su persecución, en el estreno de una nueva ley que le permite al bloque europeo sancionar a los violadores de los derechos humanos en cualquier lugar del mundo.
Los funcionarios sancionados son el procurador general Igor Krasnov, el jefe de la Comisión Investigadora, Alexander Bastrykin, el jefe de la Guardia Nacional, Victor V. Zolotov, y el director del servicio penitenciario ruso, Alexander Kalashnikov. La UE ya había sancionado a seis rusos y a un centro de investigaciones científicas del Estado por su participación en el envenenamiento de Navalny.
Rusia enfrentó también el lunes una nueva ronda de críticas ante la difusión de un informe de Naciones Unidas que concluye que Navalny fue envenenado con el agente nervioso de grado militar Novichok.
“Creemos que envenenar a Navalny con Novichok puede haber tenido la intención deliberada de enviar la advertencia clara y siniestra de que ese sería el destino de todos los que critiquen y se opongan al gobierno”, dijeron en un comunicado dos investigadores de la ONU, la especialista en ejecuciones extrajudiciales Agnès Callamard y la experta en libertad de expresión Irene Khan.
En su comunicado, las expertas dicen que el gobierno ruso recibió una copia del informe hace dos meses, pero el tiempo para que respondiera expiró sin que hayan brindado ninguna explicación sobre el hecho. El servicio penitenciario ruso no reveló oficialmente el paradero de Navalny, según la práctica habitual de Rusia se mantener incomunicados a los detenidos durante los traslados y primeras semanas en su nuevo centro de detención.
De todos modos, los informes de noticias de los medios estatales rusos ofrecen un atisbo de las probables condiciones de encarcelamiento. El lugar sería la Colonia Penal N°2, más conocida por sus iniciales IK2, situada en la región Vladimir, en Rusia Occidental, al este de Moscú.
O sea que Navalny no cumpliría su sentencia en las prisiones más duras del país, ubicadas en Siberia o el Ártico. Pero la colonia IK2 es conocida por la imposición de una disciplina draconiana y por el uso discrecional e intensivo de dos instalaciones de castigo separadas, donde los internos no tienen permitido verse ni interactuar.
El lugar es una de las típicas prisiones tipo colonia que evolucionaron, muy poco, a partir de los campos de trabajos forzados del Gulag de la década de 1930. Los presos viven de manera colectiva en “brigadas” de varias decenas, en barracas de dos pisos rodeadas de muros y alambre de púas.
Si bien la prisión es vigilada por guardias penitenciarios, quienes mantienen la disciplina dentro de cada brigada son los propios prisioneros, ya sea en connivencia con los guardias -grupos llamados “activistas”-, o como líderes de pandillas delictivas en el interior de la comunidad penitenciaria, en este caso llamados “ladrones bajo la ley”.
Según expresidiarios de esa colonia penal, la IK2 está bajo el control de un grupo “activista” -presos y guardias-, un arreglo que permitirá que los directores del establecimiento tengan control permanente de la vida de Navalny. En la jerga penitenciaria rusa, las cárceles controladas por “activistas” son llamadas “zonas rojas”.
Dimitri Dyomushkin, un político nacionalista que estuvo preso en la colonia, describe las condiciones de vida en la unidad separada de castigo, donde Navalny podría terminar por cualquier minucia, como tener manchado el uniforme carcelario. “Es psicológicamente devastador”, dice Dyomushkin.
Los internos, por ejemplo, deben afeitarse todas las mañanas, pero no pueden hacerlo ellos mismos porque no tienen permitido tener navajas en sus manos. Así que son los “activistas” los que afeitan a los miembros de la brigada, y los cortes y sangrados no son infrecuentes, recuerda Dyomushkin.
En la unidad de castigo, los presos pasan horas parados con las manos esposadas a la espalda y mirando al piso, ya que tienen prohibido hacer contacto visual con los guardias, dijo Dyomushkin en una entrevista con la radio Eco de Moscú. Tampoco hay divisiones entre los inodoros, y los internos son obligados a hacer sus necesidades en presencia de un activista.
“Tienen mil maneras de presionar a Navalny”, dijo Dyomushkin en referencia a la estadía del líder opositor en la IK2. En esas condiciones, dice, “dejás de ser quien sos”.
Traducción de Jaime Arrambide
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