Debilitado y en un día de protestas, Bolsonaro busca recuperar la iniciativa
El presidente brasileño impulsa la agenda económica y una mayor presencia con viajes por el país; hubo una jornada nacional de manifestaciones contra su gestión
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RÍO DE JANEIRO.- Jair Bolsonaro atraviesa días de malas noticias. A la aparición de una encuesta que mostró que sería derrotado de forma abultada por Luiz Inacio Lula da Silva en una segunda vuelta le siguió -la semana pasada- la presentación de su exministro de Salud Eduardo Pazuello en el Senado, devenido en un teatro donde la oposición machaca sobre los errores en la gestión de la pandemia. Faltaba apenas el encuentro entre los expresidentes Fernando Henrique Cardoso y Lula: una reunión de alto contenido simbólico que planteó que parte de la centroderecha está dispuesta a converger en 2022 con la izquierda para desbancar al actual mandatario.
El presidente brasileño enfrentó este sábado la primera jornada nacional de protestas callejeras en la pandemia. Miles de personas, convocadas por movimientos sociales y sindicatos, se manifestaron en más de 85 ciudades del país contra Bolsonaro y exigieron celeridad en la vacunación en masa en el país.
Frente al desgaste provocado por la investigación parlamentaria y a una mayor fragilidad política, el presidente brasileño ha comenzado a intentar recuperar el control de la agenda. Además de reforzar el intento de fidelizar a su base electoral dura, se prepara para multiplicar apariciones en actos con tono de campaña -como el desfile de motos en Río de Janeiro el domingo pasado-, según reconoció el propio mandatario.
“Bolsonaro está en una situación vulnerable”, dijo a LA NACION Leonardo Avritzer, politólogo y profesor de la Universidad Federal de Minas Gerais. “Por primera vez, perdió el control del Senado y la investigación por la gestión de la pandemia quedó en manos de la oposición. Al mismo tiempo, con un protagonismo mayor, Lula lo está obligando a discutir la pandemia, las muertes y la política desastrosa de vacunación”
Bolsonaro insistió el jueves con una de sus principales obsesiones durante la crisis del Covid-19: evitar el freno de la actividad económica. El derechista presentó un recurso frente al Supremo Tribunal Federal para evitar que tres estados impongan restricciones a las actividades y toques de queda.
La acción, patrocinada por la Procuraduría General del estado, busca derrumbar las medidas en Paraná, Pernambuco y Río Grande del Sur. Públicamente el presidente había amenazado varias veces con derogar medidas restrictivas por decreto y utilizar el ejército para cumplir su determinación. Finalmente, por una vía más armónica, pidió por escrito que los decretos de cierres sean considerados inconstitucionales por violar “los derechos fundamentales al trabajo, a la libre iniciativa y a la subsistencia”.
“El presidente intenta agradar a su base, es apenas una manera de decir ‘al menos intenté' que no se paralizase todo”, agrego Avritzer, quien consideró que el recurso tiene muy pocas posibilidades de ser atendido. “Pero en este momento, el presidente se quedó sin discurso: no puede hacer una proclama fuerte contra el aislamiento porque le pesa el curso de la investigación por el manejo de la pandemia en el Senado”.
El derechista repetirá sus paseos en motos por el país, siguiendo el que hizo en Brasilia el 9 de mayo y en Río de Janeiro, marcado por grandes aglomeraciones, el domingo pasado. Tres días después de haber dicho que tenía síntomas de coronavirus, indicando una posible reinfección, el presidente cruzó la ciudad de Río en moto arrastrando miles que acompañaron un trayecto de 40 kilómetros. Según dijo el jueves, el próximo paseo podría ser en Belo Horizonte o Porto Alegre.
“Es un encuentro que no tiene ninguna tendencia política, incluso porque no estoy afiliado a ningún partido político. Fue un movimiento por la libertad, por la democracia y en apoyo al presidente”, declaró el presidente, que intenta mantener a su base movilizada.
A casi tres meses de haber recuperado sus derechos políticos, Lula da Silva lidera la carrera para 2022 y se impondría por 55% a 32% frente a Bolsonaro, según una encuesta de Datafolha publicada el 12 de mayo. El peor dato para el presidente que reveló esa encuesta fue su propio nivel de aprobación, con un 24% de aprobación en el nivel más bajo de su mandato.
“Quien no esté contento conmigo, tiene a Lula en 2022”, le dijo esta semana a un seguidor que le pidió que adopte un pulso más fuerte contra gobernadores. Además de reforzar el tono de campaña, el presidente reforzó sus viajes por el país, esencialmente en regiones donde cuenta con mayor rechazo, el noreste brasileño.
La economía tampoco trae buenas noticias al palacio del Planalto. El desempleo llegó a 14,7% en el primer trimestre, según reportó el jueves el instituto de estadística brasileño. Se trata de la peor tasa desde 2012, cuando inició la serie histórica. Casi 15 millones están en la fila de espera por un puesto de trabajo. La región norte y noreste del país, sin auxilio de emergencia hasta marzo, empujaron el dato negativo nacional.
La urgencia por ofrecer buenas noticias, mientras el repunte de la economía se hace esperar con una vacunación lenta, se cuela en el discurso oficial.
“¿Ahora viene la elección? Vamos para el ataque. Va a haber Bolsa Familia mejorado, Bonus de Inclusión productiva... va a haber una porción de cosas buenas para que ustedes aplaudan. Todo correcto, hecho con seriedad, sin perforar el techo (de gastos)”, dijo el ministro de Economía, Paulo Guedes, en una entrevista publicada por Folha de S. Paulo el 23 de mayo. Guedes explicó que el gobierno federal pasó “tres años a la defensiva, controlando gastos” y que está próximo a cambiar su postura.
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