De taxista a hacker: "Guccifer", el espía de líderes de EE.UU. que sufre en prisión
Sin ser un experto, se las ingeniaba para ingresar a cuentas de millonarios y políticos
ARAD, Rumania.- Se regodeaba atormentando a los miembros de la familia Bush, a Colin Powell y a otra hueste de prominentes norteamericanos, y también despistando al FBI y al Servicio Secreto, que no lograban descubrir siquiera su nacionalidad y menos aún su identidad. A principios de este año, sin embargo, el escurridizo delincuente cibernético conocido como "Guccifer" perdió su altanera compostura y entró en pánico.
Destruyó a hachazos su disco rígido y su celular.
Ese espasmo de destrucción precautoria, en su hogar de Transilvania, una región rural de Rumania, no le fue de mucha ayuda, especialmente porque dejó tras de sí piezas que se convertirían en evidencia esparcida por el barro.
Dos semanas después, el 22 de enero, la cacería global del misterioso hacker que primero reveló los autorretratos pintados por George W. Bush y sustrajo un tesoro en mails personales de políticos, oficiales militares y celebridades, finalmente terminó en un raid matutino en su hogar.
"Los estaba esperando, pero el impacto igual fue enorme", dijo el hacker, que ahora cumple una condena de siete años de prisión. Ésta es su primera entrevista desde la penitenciaría de esta ciudad, Arad. "Ser hacker es difícil, pero más difícil es no dejar huellas."
"Los estaba esperando, pero el impacto igual fue enorme", dijo el hacker, que ahora cumple una condena de siete años de prisión.
En más de un sentido, sin embargo, sus dos años de correrías entre las cuentas de mail de los famosos de Estados Unidos demostraron lo fácil que es ser un renegado en Internet incluso con pocas habilidades cibernéticas.
El hacker que firmaba "Guccifer" -un nombre de guerra acuñado, según él, para combinar "el estilo de Gucci y la luz de Lucifer"-, resultó ser Marcel-Leher Lazar, un ex taxista desempleado de 43 años. No era un experto en computadoras ni tenía equipos sofisticados: sólo una burda computadora de escritorio marca NEC, un celular Samsung y ninguna capacitación especial, más allá de lo que fue encontrando en la Web.
A Viorel Badea, el fiscal rumano que llevó el caso, lo dejó perplejo que Lazar haya llegado tan lejos con tan poco. "No era realmente un hacker, sino apenas un tipo inteligente", dijo Badea.
Según el fiscal, en vez de meterse en las cuentas de mail de sus víctimas usando virus u otra clase de herramientas de hackeo, Lazar peinaba la Web en busca de información sobre sus objetivos y luego simplemente adivinaba las respuestas correctas a las preguntas de seguridad.
A Lazar le llevó seis meses de ensayo y error adivinar las respuestas para acceder a los mails de Corina Cretu, una política rumana de 47 años que le envió fotos de sí misma en bikini y un mensaje seductor a Powell, ex secretario de Estado norteamericano.
El hacker que firmaba "Guccifer" -un nombre de guerra acuñado, según él, para combinar "el estilo de Gucci y la luz de Lucifer"-, resultó ser Marcel-Leher Lazar, un ex taxista desempleado de 43 años
Powell, que niega haber tenido un romance con Cretu, la había instado a borrar de inmediato todos los mensajes intercambiados, tras descubrir que su propia cuenta de mail había sido hackeada.
Lazar, que es mitad húngaro, reconoció que su principal herramienta era la prueba y error. Dijo que trabajó brevemente en una fábrica de computadoras. "Me echaron a las dos semanas", confesó.
Para cubrir sus huellas, hacía sus incursiones a través de un servidor de Rusia. Imaginó que así podría ocultar todos los rastros que condujeran a Rumania, donde ya tenía un historial policial.
Lazar confiaba tanto es sus habilidades para evitar ser detectado que a fines del año pasado empezó a jactarse de sus hazañas en The Smoking Gun, un sitio web de Estados Unidos , que el 6 de junio publicó un desafiante correo en un inglés a medias del todavía no identificado "Guccifer": "No estoy preocupado, voy a cambiar de servidor, jugar un poco al backgammon en Yahoo !, mirar la tele y jugar con mi familia y con mi hija".
Al día siguiente, sin embargo, Lazar se sorprendió al enterarse de que George Maior, jefe de la agencia de inteligencia interior de Rumania, había anunciado que las autoridades muy pronto atraparían al hacker más buscado por los norteamericanos.
Presa del pánico, decidió que era hora de destruir la evidencia de su actividad y salió hacha en mano a romper su celular y su computadora al patio de su casa en la aldea de Sambateni, a unos 20 kilómetros de Arad, la ciudad de Transilvania donde ahora está preso. "Supe que venían por mí", recuerda Lazar desde la cárcel.
Traducción Jaime Arrambide
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