¿De dónde viene el fuego enemigo? Los sistemas de localización del pasado vuelven a usarse en la guerra de Ucrania
El Kremlin informó la “alta eficiencia” que tuvo en combate un sistema de “reconocimiento acústico-térmico”, que rememora los antiguos equipamientos de la Primera Guerra Mundial, y que en algunos aspectos supera al radar
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A lo largo del tiempo se fue estilizando el diseño de los equipos de localización por sonido para detectar aviones o fuego enemigo, pero el fundamento sigue siendo el mismo desde hace más de un siglo: sencillamente escuchar amenazas cercanas. Días atrás el Kremlin informó que tuvo “alta eficiencia” en el terreno de Ucrania la utilización de su sofisticado sistema de reconocimiento acústico-térmico que tiene el extraño nombre de 1B76 Penicillin.
“Varios sistemas de reconocimiento de artillería de 1B76 Penicillin se han probado en condiciones de combate en Ucrania. Los complejos han demostrado una alta eficiencia en el marco del combate de anti-batería con la artillería de las tropas ucranianas, incluso con los sistemas de artillería militar ucranianos utilizados por los países de la OTAN”, dijo una fuente de la agencia oficial rusa RIA Novosti.
El sistema acústico, básicamente defensivo, puede parecer anticuado en tiempos de drones, satélites y radares sofisticados como el Sentinel AN/MPQ-64 que los norteamericanos entregaron a Ucrania, pero tiene un punto a favor que explica su vigencia: son equipos “pasivos” y solamente escuchan, no emiten ningún tipo de señal (un radar “activo” lanza ondas electromagnéticas), el enemigo no puede hallar su ubicación ni sabe de su existencia y tampoco puede bloquearlo.
Los expertos consultados por LA NACION sostienen que en el combate actual el sistema de localización es un tramado amplio con satélites, guerra cibernética, drones, captación de imágenes, radares y también equipos acústicos, térmicos y visuales. “Un equipamiento no es más relevante que el otro porque funciona como un conjunto”, explicaron.
El 1B76 Penicillin, que desde hace apenas dos años se utiliza en el terreno de combate, consiste en realidad en dos “jirafas mecánicas” ubicadas a poco más de un kilómetro de distancia una de la otra. Cuando con su largo “cuello” detectan un sonido o una onda térmica sospechosa en un rango de hasta 40 kilómetros, forman una especie de triángulo con esa onda y el análisis de los datos les permite determinar la velocidad y dirección de la amenaza. El tiempo para obtener las coordenadas precisas del objetivo es inferior a 5 segundos. A partir de allí se decide la respuesta que debe dar la artillería.
Los primeros equipos
La búsqueda de amenazas enemigas mediante la identificación del sonido que producen, se comenzó a discutir allá por 1909. Desde entonces, nada ha cambiado demasiado en sus fundamentos.
El primero en reivindicar su uso en una guerra fue el comandante británico Alfred Rawlinson (1867-1934), de la Reserva Naval Real de Voluntarios, que durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), en el otoño de 1916, necesitaba un medio para localizar zeppelines en condiciones de nubosidad e improvisó un aparato con un par de bocinas de gramófono montadas en un poste giratorio. Rawlinson afirmó haber obligado a un Zeppelin a deshacerse de sus bombas en una ocasión.
Durante las siguientes décadas proliferaron los amplificadores de sonido, también portátiles, y apareció una infinitud de modelos mientras las mentes militares los adaptaban para uso bélico.
Aquellos primeros equipos necesitaban básicamente de un operador humano que con sus propios oídos estaba atento a escuchar alguna amenaza y definía la dirección de donde provenía. No podía hacer mucho más que eso.
El país que se tomó más en serio el desarrollo de estos localizadores fue Japón, que diseñó las conocidas como “tubas de guerra” para detectar la cercanía de naves enemigas.
Aunque durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) se extendió el uso del radar y los localizadores acústicos fueron entrando en desuso, las tropas de Adolf Hitler también diseñaron su propio Anillo Detector de dirección acústica (Ringtrichterrichtungshoerer).
Con el paso del tiempo los radares tuvieron un uso mucho más preponderante. En la guerra de Ucrania, por ejemplo, el sistema de radar Sentinel que los norteamericanos entregaron a Kiev en junio pasado está jugando un rol muy importante. Es uno de los radares más modernos. Sin un radar de precisión, Ucrania estaría disparando a ciegas como se hacía en el pasado.
El Sentinel AN/MPQ-64 tiene una capacidad de girar 30 revoluciones por minuto 360° y detecta blancos hasta 40 kilómetros de distancia. Pero puede ser identificado por el enemigo por su emisión de señales de radio, de ahí su vulnerabilidad frente a los localizadores acústicos.
Si bien el sistema acústico sigue vigente, los expertos consultados sostienen que hay una evidente superioridad ucraniana en cuanto a equipamiento de localización gracias al apoyo de Occidente. “Moscú tiene un poder de fuego mucho mayor, pero está atrás en la guerra tecnológica”, dijeron.
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