David Neuhaus, sacerdote jesuita: “En la retórica de Netanyahu, destruir a Hamas y destruir Gaza se han vuelto inseparables”
El experto israelí cuestionó en diálogo con LA NACION la ofensiva del primer ministro israelí en Gaza y apuntó contra la comunidad internacional
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ROMA.- David Neuhaus es un jesuita israelí nacido en Sudáfrica de padres alemanes que huían del nazismo. Autor de varios libros, políglota e intelectual de 61 años que fue Vicario Patriarcal para los católicos de habla hebrea de Israel, doctorado en Ciencias Políticas y en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, Neuhaus no tiene pelos en la lengua a la hora de hablar de la actual guerra entre Israel y el grupo terrorista Hamas, la más letal de la historia.
En diálogo con LA NACION desde Jerusalén Neuhaus, que enseña Sagradas Escrituras, Teología Bíblica y Judaísmo, criticó duramente al actual premier israelí, Benjamin Netanyahu, y a su implacable operación militar en Gaza en represalia del 7 de Octubre, aunque también a la comunidad internacional que la está permitiendo.
“Lo que es shockeante no es la sed de venganza israelí, sino el respaldo a Israel de parte de los países más importantes de la comunidad internacional, especialmente de Estados Unidos”, dijo Neuhaus, que al margen de considerar esperable lo ocurrido el 7 de octubre, confesó que su principal temor ahora, cuando la guerra ya cumplió un mes y una semana, es que “la situación actual pueda simplemente continuar”.
-¿Le sorprendió el ataque del 7 de Octubre?
-Me sorprendió la intensidad del ataque y el hecho de que tantos militantes pudieran cruzar la frontera. Todos nos habíamos comprado lo que ahora parece un mito: que la inteligencia y el ejército israelí eran invencibles. Ese mito estalló el 7 de octubre. Sin embargo, desde hace meses, habíamos estado esperando algo. Las políticas extremistas del gobierno israelí de apuntalar la ocupación y de suprimir a los palestinos no iban a seguir sin una reacción. Los colonos echando a los palestinos de sus tierras, el cambio del statu quo en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén, el uso de la violencia en contra de todo en su modo, nos ha llevado a un punto de ebullición. La promoción estadounidense de la normalización de relaciones entre países árabes ricos e Israel, en nombre de más riqueza y de la guerra con Irán no podían seguir sin una reacción de los palestinos a la marginalización total de sus esperanzas en una resolución de su conflicto.
-¿Qué piensa de la Operación Espadas de Hierro de las Fuerzas de Defensa de Israel en respuesta al ataque, que aun no terminó y causó más de 10.000 muertos, entre ellos más de 4000 niños, y enorme destrucción en Gaza?
-La operación se basa firmemente en un deseo de venganza y de furia porque los militantes lograron penetrar en la fortaleza israelí. El mito “hasta la victoria” es parte integrante de la naturaleza tóxica de la operación. Lo que es shockeante no es la sed de venganza israelí, sino el respaldo a Israel de parte de los países más importantes de la comunidad internacional, especialmente de Estados Unidos. Era claro desde el principio que Israel no tenía la intención de reaccionar en forma proporcionada. Netanyahu, cuya credibilidad ya estaba destrozada mucho antes del 7 de Octubre, de repente era creíble en su narración de la situación. Las víctimas israelíes una vez más borraban cualquier preocupación por las víctimas palestinas.
-¿Cree que es posible con esta durísima ofensiva eliminar a Hamas y liberar a los rehenes, como Israel dice?
-Eliminar a Hamas es el objetivo declarado de la operación, según los israelíes. Sin embargo, lo que de hecho está ocurriendo es el incesante bombardeo de Gaza. En la retórica de Netanyahu estas dos cosas, destruir a Hamas y destruir Gaza, se han vuelto inseparables. Sus informes diarios sobre el número de “terroristas” muertos implican que todos los gazatíes, hombres, mujeres, niños, son terroristas que busca destruir. Las vidas de los rehenes han sido muy relativizadas por los estrategas.
-¿Qué piensa de las “pausas humanitarias” de cuatro horas acordadas, en lugar de un cese del fuego, reclamado por 120 países en la Asamblea General de la ONU y también por el papa Francisco?
-Al crecer la presión internacional, Netanyahu va a tener que ceder en algunas cuestiones, pero hay un conflicto de intereses total entre los que reclaman un cese del fuego para que se detenga la masacre y el interés de Netanyahu en seguir adelante con la guerra para que la masacre pueda seguir y pueda quedarse en el poder. Las llamadas “pausas humanitarias” son simplemente formas que tiene Netanyahu de tener su torta y de comerla: mantener a la comunidad internacional ineficaz y seguir la guerra.
-¿Qué tan culpable es la comunidad internacional de esta guerra?
-¡Esta es una pregunta explosiva! Los israelíes quisieran que nos creamos que el conflicto empezó el 7 de octubre. Pero hay que recordar que el conflicto empezó cuando la comunidad internacional (primero la Liga de las Naciones y después las Naciones Unidas) aprobó el principio del etnocentrismo judío en Palestina. El reconocimiento por parte de la comunidad internacional de la Declaración Balfour, garantizando una patria judía en la Palestina gobernada por los británicos sin nunca consultar a quienes vivían en Palestina, es seguramente un punto de inflexión, sino la génesis del conflicto. Sin embargo, la mayor parte de la culpa deriva del fracaso en la implementación de la Resolución 181 de NU que preveía la partición de Palestina: el hecho de que en 1948 se estableció un Estado judío y no un Estado palestino. Desde entonces, la comunidad internacional fracasó en su obligación de tratar a los israelíes y a los palestinos igualmente.
-¿Qué piensa que va a pasar al final en en Gaza?
-Gaza es una encarnación del conflicto. El 70% de los que viven en Gaza no son gazatíes sino refugiados que fueron expulsados de sus casas por los israelíes en 1948. Gaza es una de las áreas más densamente pobladas del mundo, convertida en una prisión a cielo abierto en 2008 cuando Israel impuso un bloqueo y golpeada una y otra vez por bombardeos israelíes entre 2008 y 2021. A Israel le gustaría que centenares de miles de gazatíes se fueran a Egipto, para de este modo neutralizar este recordatorio de un conflicto en su frontera sur. Aunque yo deseo que los gazatíes puedan tener libertad, lo que probablemente va a pasar es que van a seguir en este proceso sin fin de destrucción y reconstrucción que no deja abierto el horizonte ¿hasta cuándo?
-El viejo conflicto palestino-israelí, que había sido olvidado, ahora está de nuevo sobre el tapete y muchos hablan de la solución de los dos Estados: ¿cree que es posible, vista la multiplicación de asentamientos en los últimos años?
-La solución de los dos Estados parecía la única resolución posible a un conflicto que desde el principio estalló en 1947-1948. Un Estado, Israel, pasó a existir y el otro, Palestina, no. En los últimos 75 años la comunidad internacional no ha hecho prácticamente nada para que los palestinos pudieron vivir en libertad y seguridad, como los israelíes. Por su parte, los israelíes hicieron todo para torpedear a la solución de los dos Estados y Netanyahu fue especialmente activo en cuanto a esta agenda desde la década del 1990. Los israelíes mudaron a centenares de miles de sus ciudadanos a los territorios ocupados, así que hoy parece imposible separar a Israel de los territorios ocupados en 1967. Insistir en la equidad hoy podría significar el llamado a un Estado secular y democrático en el que judíos israelíes y palestinos árabes puedan tener una igualdad plena y un Estado unitario.
-A más de un mes del ataque, considerado el 11-9 de Israel, ¿cómo ha cambiado el clima en Israel?
-El clima es de miedo, rabia, duelo, deseo de venganza. Las libertades básicas están siendo restringidas para que no puedan oírse críticas a las políticas israelíes. Sin embargo, Israel nunca aparece tan unido como en época de guerra. La rabia hacia Netanyahu y su gobierno está en un punto de ebullición. La falta de confianza en el aparato estatal, incluido el Ejército, es difusa. Todo esto podría dar lugar a cambios impredecibles en la vida del país. Quizás cada vez más se cuestionarán ese mito básico sobre el que se fundó el país, mitos que están siendo clamorosamente desafiados por la guerra actual.
-¿Cree que Irán podría finalmente sumarse a la guerra?
-No creo que Irán tenga interés de involucrarse en forma directa. Puede ser más ventajoso mirar desde los costados. Lo que puede suceder, no obstante, es que Israel puede llegar a arrastrar a Irán en la guerra. La supervivencia política de Netanyahu puede depender de la continuación de la guerra, que podría extender a Cisjordania y al Líbano y eventualmente más allá.
-¿Cuál es su temor mayor?
-Mi temor mayor es que la situación actual pueda simplemente continuar. Quienes llaman a la “restauración de la calma” parecen ignorar que volviendo atrás, a antes del 7 de octubre, es volver a un período de guerra y estancamiento. Muchos israelíes creían que estábamos ingresando a un período de prosperidad y serenidad con la normalización de las relaciones con Arabia Saudita sobre la mesa. Esta mentira de que podíamos ignorar a los palestinos para siempre borrándolos lentamente, seguramente nunca más debe ser parte de nuestra realidad. No obstante, mi temor es mitigado por mi esperanza de que tanta sangre derramada no puede finalmente ser en vano.
-¿Qué pasará con Netanyahu después de la guerra? ¿Quién lo sucederá?
-La esperanza es que la carrera de Netanyahu se termine. Su influencia destructiva sobre la situación ha sido enorme. Sin embargo, el peligro es pensar que su salida automáticamente pueda abrir el horizonte. Necesitamos una nueva generación de líderes con una visión diferente a la de nuestro presente y pasado inmediato. Quienquiera suceda a Netanyahu, y yo no tengo idea de quién puede ser, espero que sea alguien que habla un lenguaje muy distinto al usado hasta ahora.
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