Daños irreversibles a la reputación europea
LONDRES.– Más allá de que los griegos hayan dado un fuerte respaldo al euro ayer, la forma caótica en que Europa ha enfrentado la crisis podría socavar su influencia geopolítica durante los próximos años y dejar a la región en franca desventaja frente a un mundo que está cambiando a toda velocidad.
Con una serie interminable de llamadas telefónicas y cumbres convocadas a último momento, los mandatarios de Europa mantuvieron unido al bloque, en medio de una creciente tensión entre los Estados, un costo político en alza y la alarma de los mercados.
Retrospectivamente, sin embargo, los observadores internacionales dicen que esas medidas resultaron ser insuficientes y tardías. En especial los funcionarios norteamericanos, que se quejan de la falta de miras de los líderes europeos a la hora de estimar la magnitud del problema, o de sus pocas ganas de tomar las indigeribles decisiones políticas necesarias.
El resultado, dicen los funcionarios norteamericanos, es que una de las regiones del mundo que deberían ser de las más estables se ha convertido en una de las más impredecibles.
Por un lado, la eurozona podría estar a punto emprender el camino hacia una integración fiscal y política casi total, como una especie de "súper Estado". En el otro extremo, podría deshilacharse y sumirse en un caos de rivalidades regionales.
"En prácticamente todas las conversaciones que mantuve durante el último año, con chinos, con indios, con casi todo el mundo, lo que escucho es siempre lo mismo", dice Fiona Hill, directora del proyecto sobre Europa del Instituto Brookings, con sede en Washington. "Europa ya no es confiable. De ser una fuente de estabilidad parece estar convirtiéndose en un motor de la inestabilidad."
Hill afirma que las antiguas certezas se encuentran amenazadas. Hasta Gran Bretaña, que no integra la eurozona, pareció de pronto a punto de quebrarse, con el referéndum previsto en Escocia sobre la posibilidad de independizarse, y cuyo resultado, según los expertos, no está cantado.
La cocción a fuego lento de las deudas soberanas y la crisis bancaria se está precipitando. El fin de semana pasado trajo consigo la decisión de los líderes de la eurozona de rescatar a los bancos de España. Y ayer el futuro del euro se puso en juego en un pequeño país como Grecia.
Algunos sostienen que es muy pronto para firmar el acta de defunción de Europa o de las instituciones de la Unión Europea. Gracias a la gestión de Catherine Ashton en política exterior del bloque, algunos dicen que Europa ha logrado avances reales en sus negociaciones con Irán. Pero dada la gravedad de sus problemas inmediatos, a Europa le queda poca energía para ocuparse de otras cuestiones.
"En este momento, los europeos están totalmente consumidos por la batalla para salvar la eurozona", dice Ian Bremmer, presidente de riesgo político de la consultora Eurasia Group. "La crisis en marcha es la más grave y profunda que han vivido en décadas. Con ese cuadro de situación, no puede esperarse que los líderes europeos prioricen ninguna otra cosa."
El continente podría entonces verse relegado por las potencias emergentes, no sólo los Bric, sino también otros Estados, como Turquía, Indonesia y Sudáfrica.
En el mejor de los casos, de todos modos esto dañaría la credibilidad de los líderes europeos cuando intenten convencer al resto del mundo de que los tome en serio en diversos temas, desde el intercambio comercial hasta la importancia de los derechos humanos y la democracia.
"Lo más probable es que Europa siga predicándole a todo el mundo", dice Nikolas Gvosdev, profesor de estudios en seguridad nacional de Policy Research, un grupo de estudios de Nueva Delhi. "La muerte del euro marcaría el fin del experimento europeo de forjar una integración política y financiera más estrecha. Pero además tendría consecuencias internacionales más amplias."
Traducción de Jaime Arrambide
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