Daniel Ortega: “Rosario me dijo ‘por qué no le decimos al embajador que se lleve a todos estos terroristas’”
El dictador nicaragüense reveló detalles de cómo decidió la salida de los 222 presos políticos deportados a Estados Unidos
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BOGOTÁ.- “¡Viva Nicaragua libre!”, gritaban uno a uno los desterrados este jueves por el dictador Daniel Ortega. “¡Viva!”, respondían turbados por la emoción familiares, amigos y correligionarios llegados hasta un hotel de Washington para recibirlos.
Daba igual que la proclama la dijera el líder estudiantil Lesther Alemán o el excandidato presidencial Félix Maradiaga. Nicaragua, que tanto hace llorar a sus gentes, derramó emociones y lágrimas de alegría mientras se vivía en directo los detalles de un hecho sin precedentes: el destierro a Estados Unidos de 222 presos políticos de la dictadura sandinista, a quienes se les ha despojado de su nacionalidad.
“Se produjo un hecho que yo llamaría sorprendente, porque ya en varias ocasiones venía planteando que toda esta gente que estaba en prisión por atentar contra la soberanía y el pueblo eran agentes de potencias extranjeras”, dijo Ortega. “Que se los llevaran, decía. En otra ocasión desafiamos al gobierno norteamericano, que tanto nos ha vilipendiado y acusado de tener presos políticos. No iban armados en el Congreso (de Washington) como si lo iban los terroristas en abril (2018)”, agregó.
“Hace pocos días estaba por salir el embajador de Estados Unidos y entonces me dice Rosario que por qué no le decimos al embajador que se lleve a todos estos terroristas. No se trataba de negociar nada, que quede claro. Esta gente son víctimas de la política imperialista, los utilizan, financian y arman”, señaló.
“Rosario llamó al embajador y le planteó. No se me ocurría una respuesta positiva. No estamos pidiendo que nos levanten las sanciones, no pedimos nada a cambio. Es un asunto de honor y patriotismo. La respuesta fue que como iba a su país iba a consultar con sus superiores. Nos preguntaron por una sola persona, a (Rolando) Álvarez, al obispo, también. No queremos que quede ningún rastro”, cerró Ortega.
Tensión y esperanza
La tensión se disparó temprano, también la esperanza. Los familiares se alertaron ante los movimientos en distintos penales, incluido el siniestro Chipote capitalino. Los rumores dieron paso a las certezas de que se había puesto en marcha un proceso masivo de excarcelación por orden presidencial. Las negociaciones exprés, según el embajador estadounidense en Managua, se llevaron a cabo a lo largo de esta semana.
“Estábamos dormidos en la cárcel y nos despertaron, nos vistieron, nos montamos en buses y llegamos al aeropuerto”, desveló Juan Sebastián Chamorro, uno de los siete precandidatos presidenciales. La inmensa mayoría supo al abordar el avión que su destino era la libertad.
El propio régimen confirmó la noticia cuando el avión ya iba camino de la libertad, a través del juez Octavio Rothschuh, presidente del Tribunal de Apelaciones, “en cumplimiento a la resolución firmada el 8 de febrero de 2023, que ordenó su deportación inmediata por cometer actos que menoscaban la independencia, la soberanía, la autodeterminación del pueblo y por incitar a la violencia, al terrorismo y a la desestabilización económica y por lesionar los intereses supremos de la nación”.
“Aquí seguimos, en resistencia. Veníamos juntos en ese avión un montón de nicaragüenses que queremos la libertad para nuestro país. Es una gran alegría estar de nuevo acá”, resumió tras aterrizar Suyen Barahona, una de las lideres de la disidencia sandinista.
En el avión que aterrizó en Washington viajaron los siete precandidatos presidenciales, incluida Cristiana Chamorro, que sufría casa por cárcel. La hija de la expresidenta Violeta Barrios, la ´Madre de la Democracia´, estaba condenada a ocho años de cárcel acusada falsamente de lavado de dinero. Los otros aspirantes que han recuperado la libertad son Arturo Cruz, antiguo embajador en Estados Unidos; el activista Félix Maradiaga, líder de la Unidad Nacional Azul y Blanco; el economista Chamorro, primo de Cristiana; el periodista Miguel Mora; el líder campesino Medardo Mairena y el abogado y político conservador Noel Vidaurre. La flor y nata de la política nica.
Rebelión civil
Y muchos más, dirigentes, activistas, empresarios, líderes estudiantiles y sociales, los más destacados de una sociedad civil que el sandinismo quiso callar por la fuerza. La lista de los héroes nicas es tan larga que harían falta varias crónicas para detallar a todos los perseguidos desde que en 2018 estallara la rebelión civil contra Daniel Ortega y su mujer, Rosario Murillo. La persecución arreció en 2021, con el objetivo de facilitar el triunfo del líder sandinista en el fraude electoral de noviembre.
La disidente del sandinismo Ana Margarita Vijil y su sobrina, Tamara Dávila; el excanciller Víctor Hugo Tinoco; la luchadora Violeta Granera, el empresario José Aguerri; los líderes estudiantiles Lesther Alemán y Max Jerez; el gerente del diario La Prensa, Juan Lorenzo Hollman. Y así hasta completar la lista de 222 desterrados, incluida Dora María Téllez, la histórica Comandante Dos y ministra de Salud en los primeros años de la revolución.
“¡Qué pasa, mi hermano del alma!”, exclamó Maradiaga mientras repartía decenas de abrazos. “Cuando la oscuridad de la celda se hacía insoportable para el alma humana, siempre entraba una luz por la ventana. Nicaragua se lleva en la sangre, jamás voy a dejar de ser nicaragüense”, dejó muy claro el líder de la Unidad Nacional Azul y Blanco.
Ortega ya lo había dicho hace meses: “Los que están presos son hijos de perra de los imperialistas yanquis. Se los deberían llevar para Estados Unidos, no son nicaragüenses”. Dicho y hecho. El Parlamento sandinista redactó por vía de urgencia una ley especial que despoja de su nacionalidad a los 222 desterrados “por lesionar los intereses supremos de la nación”.
La primera votación fue concluyente: 85 a favor y ninguno en contra. Ni siquiera hubo debate: las reformas constitucionales se resolvieron en nueve minutos por unanimidad. Hasta los falsos partidos de oposición y los evangélicos votaron a favor.
Washington dejó claro desde el primer minuto que se trata de una decisión “unilateral” de Ortega, pero que “facilitó su transporte y entrada a Estados Unidos, además de atención médica de emergencia y apoyo de emergencia a corto plazo, incluidos los costos básicos de vida y seguimiento psicosocial”. Disponen de dos años de protección bajo la fórmula del parole migratorio. Los presos políticos nicaragüenses han sufrido torturas y malos tratos de forma constante, además de sobrellevar condiciones muy duras en sus encarcelamientos.
Y los que faltan. Según las organizaciones de derechos humanos, son 38 los presos políticos que quedan desde ahora en las mazmorras de la dictadura. A la cabeza, monseñor Álvarez (56 años), el obispo de Matagalpa.
Las fuerzas gubernamentales lo “desaparecieron” el año pasado durante cuatro meses, tragado por las fauces de la dictadura en una casa clandestina. Se trata del primer obispo encarcelado, y ahora procesado, en plena embestida revolucionaria contra la Iglesia Católica, uno de los pocos baluartes que queda en pie en la Nicaragua de hoy.
Sus familiares denunciaron que fue sacado de madrugada en su casa, donde cumple detención preventiva. Se teme que haya reemplazado a los desterrados en sus celdas del Chipote. Pero el dictador contó este jueves que al llegar a la escalera del avión, Álvarez pidió hablar con obispos locales y cuatro sacerdotes católicos que estaban en la nave; cuando se lo negaron optó volver a su lugar detención. “Ahora está en la cárcel Modelo. Lo tratamos de una manera increíble, pero este señor es un desquiciado”, dijo Ortega.
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