Coronavirus: cuestionado en todos los frentes, Boris Johnson atraviesa su peor momento
PARÍS.- La popularidad del primer ministro británico, Boris Johnson, se derrumba como un castillo de naipes no solo en los sondeos, sino en el seno de su propia formación, nueve meses después de haber conducido a su partido a una aplastante victoria en las elecciones generales. Para algunos es apenas un mal momento. Otros piensan que se trata de una real incapacidad para resolver los problemas de su país.
"Su triunfo en las elecciones, que le aseguraron una mayoría absoluta de más de 80 diputados en el Parlamento, también debería haberle permitido llevar a bien el Brexit que deseaba. Sin embargo, desde el mes de marzo, Boris Johnson se vio confrontado a la crisis del Covid , que administró muy mal subestimándola y confinando demasiado tarde a su país. Después él mismo se enfermó gravemente", recuerda Catherine Marshall, profesora de historia y civilización británica en la Universidad de Cy Cergy-Paris.
A esa situación excepcional se agregó más tarde la rebelión de los parlamentarios conservadores, divididos en múltiples facciones. Esa lista de protestas es extensa: un grupo, muy a la derecha, dirigido por Iain Duncan Smith, ex líder de los tories. Otro integrado por nuevos diputados provenientes de circunscripciones laboristas del norte. Ambos le reprochan al primer ministro las nuevas medidas restrictivas sanitarias, sin siquiera haber pasado por los Comunes.
Un tercer grupo, formado por diputados del llamado "comité 1922", miembros de base del Partido Conservador, también exigen del premier que toda decisión sea, antes que nada, anunciada a la Cámara. La múltiple rebelión terminó obligando a Johnson a prometer que el Parlamento tendría un futuro "derecho de supervisión".
Pero a toda esa multitud también se suman los remainers, favorables al mantenimiento de Gran Bretaña dentro de la Unión Europea (UE). Unos 20 diputados reunidos en torno a Robert Neill, que nunca digirieron el reciente proyecto de ley del gobierno sobre mercado interior que viola una parte del acuerdo de divorcio firmado con Bruselas. "Tuvieron la sensación de que, al violar la ley internacional, el país se comporta como un ‘estado canalla’", afirma Marshall.
Quedan por fin aquellos que, dentro del partido, piensan que Johnson no tiene los riñones necesarios para el puesto que ocupa y depositan sus esperanzas en el edificio vecino al 10 Downing Street, residencia del joven canciller del Tesoro (ministro de Finanzas), Rishi Sunak, de 40 años, considerado cada vez más como "la estrella naciente del partido".
"Fue capaz de proponer soluciones a la crisis del Covid. Dice la verdad ante el Parlamento, por ejemplo cuando anunció que no podrá salvar a todas las empresas. Y da la sensación de que conoce los temas que trata, contrariamente al primer ministro", explica Tim Bale, profesor en la Queen Mary University de Londres.
Sin control
Boris Johnson "parece haber cedido el control de su administración a aquellos que ni siquiera comparten sus propios valores", declaró recientemente a la prensa estadounidense el conservador pro-Brexit, Crispin Blunt, en clara alusión a Dominic Cummings, principal consejero -o monje negro- del primer ministro, detestado por la mayoría de los tories.
Por su parte, dos tercios de los británicos -y 46% de electores conservadores- estiman que su gobierno perdió el control de la pandemia, según un sondeo del Instituto YouGov del 5 de octubre. Todavía peor para el premier: ConservativeHome, un blog conservador de primer nivel, lo clasifica entre los cuatro miembros menos populares del gobierno, en una encuesta del 3 de octubre. Johnson obtiene una tasa de satisfacción de menos de 40%, mientras que Sunak obtiene todos los sufragios con 81,9%.
Comparados con los niveles de popularidad que tenía inmediatamente después de las elecciones del 12 de diciembre de 2019, el primer ministro perdió 37 puntos entre los conservadores y 55 puntos entre el público en general.
"Si los conservadores habían elegido a Johnson, no fue porque pensaban que tenía la estatura necesaria para ser un buen primer ministro, sino porque querían ganar las elecciones a cualquier precio", afirma Tim Bale. "Ahora están casi seguros de que nunca estará a la altura", agrega.
Incluso la prensa conservadora, generalmente muy favorable al jefe del gobierno, le reprocha sus últimas decisiones. Johnson "gobierna en medio del desorden, la desbandada, las idas y vueltas y la confusión", asestó The Spectator, donde fue jefe de redacción.
Analizando la posibilidad de que Johnson sea víctima de los "efectos secundarios del coronavirus" que casi lo mata en abril, el periódico ultraconservador Daily Mail escribió: "Cualquiera sea la causa, se ha vuelto dogmático y enemigo del debate".
"Ya no puede ser primer ministro y debería retirarse apenas concluya el Brexit", advierte Toby Young, un ex ferviente partidario de Johnson en las columnas del Spectator.
Pero recuperar la simpatía de sus electores será muy difícil si Johnson no consigue llegar a un acuerdo de libre comercio con la UE antes de fin de año. En momentos en que las negociaciones parecen estancadas, un no deal con Bruselas terminaría por traducirse en mayores dificultades económicas para el Reino Unido, ya azotado por la pandemia.
Escocia aparece como otra bomba de tiempo para Johnson. "Desde hace algunas semanas, tenemos la impresión de que el gobierno escocés de Nicola Sturgeon anuncia medidas contra el Covid-19 y que el gobierno de Londres las copia, improvisando algunos días después. Eso basta para alentar cada vez más el proyecto independentista de la primera ministra escocesa. Es uno de sus argumentos para afirmar que el Reino Unido ha dejado de funcionar", explica la periodista francesa Assa Sameke-Roman, instalada en Escocia.
Por fin, el primer ministro británico debe también enfrentarse a la creciente popularidad del nuevo jefe de la oposición laborista. Convertido en una de las estrellas de la política británica en poco tiempo, Sir Keir Starmer no le da tregua en las sesiones de preguntas al gobierno en el Parlamento.
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