Cuba: el régimen hace una histórica apertura económica, pero endurece el control político
CARACAS.- Arrinconada por la feroz crisis económica coyuntural y sistémica, la revolución cubana amplió el listado de actividades en las que pueden intervenir los cuentapropistas, de las 127 actuales hasta más de 2000, lo que supone la mayor flexibilización laboral durante la revolución y un paso más en la “actualización” del socialismo cubano.
El Estado se reserva, no obstante, 124 actividades económicas que considera estratégicas. La decisión gubernamental, tantas veces reclamada por los economistas, provocó cierto alborozo entre los cuentapropistas, vistos siempre con sospecha por el gobierno. Alegría con reticencias, porque desde que el comandante Fidel Castro “mandó a parar” no hay felicidad plena en la isla, mucho menos para los sectores que quieren abrir sus ventanas de par en par, como los periodistas independientes, excluidos de la reforma.
“Destrabando procesos: nuestro Consejo de Ministros amplía opciones del trabajo por cuenta propia y elimina restricciones en beneficio de sus más de 600.000 trabajadores, duramente golpeados por recrudecimiento del bloqueo contra Cuba y efectos de la pandemia”, justificó el presidente Miguel Díaz-Canel tan histórica medida.
“Volvemos al año 67, costó más de medio siglo para reconocer que la ´ofensiva revolucionaria´ fue un error. Ahora hay que reconstruir muchas cosas para que el sector privado de pequeña escala pueda recuperar la vitalidad que tenía antes de la revolución”, explica a LA NACIÓN el economista Pavel Vidal, antiguo funcionario del Banco Central de Cuba.
La revolución sabe que el sector de los cuentapropistas puede generar empleos e inventar mil y un servicios tanto para las familias como las empresas. Inventar es un arte que los cubanos han perfeccionado durante los 62 años de revolución, obligados por las circunstancias.
De todos modos, el reto es enorme. La pandemia cerró el grifo del turismo, el gran sustento nacional, que ahora depende en buena medida de los ingresos que consigan para el país las brigadas médicas repartidas por el mundo. La caída del PBI es del 11% y la liquidez de las divisas está en mínimos históricos.
Este escenario en recesión acompañó desde principios de año el lanzamiento de la reforma monetaria, que cabalga con todos los obstáculos previstos y alguno más. La tasa de cambio, fijada por el gobierno en 24 pesos cubanos por un dólar, es pulverizada semana a semana. En la web Revolico se ofrecía esta semana hasta 52 pesos cubanos por un billete verde americano.
El gobierno de Díaz-Canel necesitaba tomar la iniciativa y echarse en manos de los cuentapropistas para paliar parte de la crisis. “Es la cara buena de la crisis, está sirviendo para acelerar algunas de las reformas que necesita el modelo económico cubano”, sentencia Vidal.
Los más optimistas esperan que el castrismo se atreva también con las pequeñas y medianas empresas. “Si se diseñase una medida adecuada, especialmente para favorecer a las pymes en el corto plazo, pudiera crearse una oportunidad para reanimar muchas actividades en sectores hundidos, principalmente de la industria nacional”, adelanta el economista Pedro Monreal.
Pese a la apertura, el gobierno cubano se mueve a la misma velocidad que el más lento de los dinosaurios, lo que provocó la crítica inmediata de cuentapropistas, que incluso no dudaron en encarar a Díaz-Canel a través de las redes sociales: “Destrabando procesos cuando los trabaron ustedes mismos”, “Con la cantidad de inspectores y la escasez de productos, los particulares y el pueblo se vuelven magos para llevar a casa productos muy caros y escasos, con las tiendas vacías” y “Golpeados por el bloqueo interno, deje de echarle la culpa a Estados Unidos”, fueron algunos de los comentarios en las redes.
Precisamente la principal apuesta del deshielo acometido por el expresidente Barack Obama era potenciar a los cuentapropistas, como principal motor del cambio económico, social y político. El regreso a la Casablanca de Joe Biden levantó expectativas y una cautelosa esperanza en La Habana, incrementadas tras el anuncio de que Washington “revisará” parte de las políticas de Trump hacia la isla.
Obama también quiso potenciar a los periodistas independientes, incluso se reunió con algunos de ellos durante su visita a La Habana. Ahora son los grandes perdedores porque el Partido Comunista pretende mantener el control ideológico: quedan prohibidas la edición y maquetación de periódicos, revistas y libros. También la producción audiovisual y cinematográfica, grabaciones musicales y artes plásticas. El Estado también se reserva las actividades inmobiliarias, jurídicas y arquitectónicas, incluso la investigación científica privada.
El gobierno cubano redobló la persecución y hostigamiento contra los periodistas independientes, incluso con encierros esporádicos obligatorios en sus hogares y contra los que lanza campañas de desinformación en la televisión. La penúltima víctima es Yoani Sánchez, directora del medio digital 14 y medio.
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