Joanna Rodríguez, Edamelis Moreno y Namibia Flores compartieron sus historias y miradas sobre un cambio que les permite soñar con los Juegos Olímpicos de París 2024
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Joanna Rodríguez ansiaba con desesperación un reciente cambio de reglas por parte de las autoridades cubanas para finalmente permitir que las mujeres compitan en boxeo.
Ya en sus 30, se quedaba sin tiempo para aspirar a un título olímpico o mundial de boxeo. Trabajaba como guardia de seguridad en un bar por la noche, por lo que se sentía obligada a elegir entre su carrera deportiva y poner comida en la mesa.
Ahora, sin embargo, como líder del peso pesado femenino en Cuba, espera que su nombre algún día pueda estar junto a los de los grandes del boxeo cubano como Félix Savón o Teófilo Stevenson.
“Esta [nueva regla] lo va a cambiar todo”, dice después de una agotadora sesión de entrenamiento en un lúgubre gimnasio en el centro de La Habana. “Incluso podría cambiar la forma de pensar, porque aquí hay mucho machismo tanto entre hombres como entre mujeres”, acota. Joanna pronto debería tener la oportunidad de demostrar su valía en el escenario internacional.
Pero para la mujer a quien Joanna considera pionera del boxeo femenino en Cuba -su entrenadora, Namibia Flores-, la decisión del Gobierno cubano llegó con una década de retraso. El boxeo femenino se introdujo como disciplina olímpica en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Conocí a Namibia unos años después de esos juegos, cuando ella se preparaba para salir de Cuba para seguir una carrera de boxeo en el extranjero.
Sin embargo, el peso de la familia y sus costumbres se volvió demasiado grande y regresó a la isla poco después. Ahora que es demasiado mayor para ser elegible para boxear de manera competitiva para Cuba, como dice ella, “ajustó”, su sueño olímpico. “Es un momento agridulce”, admite Namibia, tras dos décadas de dedicación a un deporte en el que no se le permitía competir.
“Estoy muy feliz de que haya sucedido, por supuesto. Pero al mismo tiempo, un poco triste. Esperaba que fueran mis puños, mis guantes los que trajeran a Cuba la victoria”. En cambio, espera asistir a París 2024 como la principal entrenadora de boxeo femenino en la isla. “Solo estoy tratando de hacer mi parte”, agrega.
Dada su agilidad y ferocidad incluso ya retirada, Namibia bien puede resultar crucial para que Cuba recupere un título que una vez disfrutó: el país con el mayor número de oros olímpicos de boxeo en el mundo.
La elevada posición de Cuba en el boxeo amateur disminuyó desde que el resto del mundo comenzó a permitir que las mujeres peleen mientras la isla gobernada por comunistas se aferró fuertemente a una visión obsoleta de la feminidad defendida por la difunta esposa de Raúl Castro, Vilma Espín.
La esposa del expresidente cubano era la titular de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y al parecer consideraba que los rostros de las mujeres cubanas eran demasiado hermosos y preciosos para ser mancillados por el boxeo. En el mejor de los casos, era una errada forma de “sobreprotección”, como me dijo un joven boxeador.
Otros, sin embargo, lo consideraron una discriminación absoluta en una nación donde los roles de género arraigados son difíciles de sacudir, a pesar de la retórica del Gobierno de igualdad absoluta.
Sin embargo, en el proceso de selección del primer equipo de boxeo femenino cubano el mes pasado, tales debates se dejaron de lado para que las luchadoras probaran por primera vez una competencia significativa. Durante años, las boxeadoras cubanas se vieron reducidas a simplemente observar a los hombres desde un costado.
Por una vez, sin embargo, fueron los hombres los que observaron. Se realizaron combates en siete categorías de peso para determinar quién vestiría los colores de Cuba en los Juegos Centroamericanos en junio. Luego de una pelea agotadora, Edamelis Moreno fue elegida en la categoría de peso pluma. “Todo el mundo sabe lo que han hecho los hombres cubanos en boxeo a lo largo de los años, han alcanzado un nivel increíble”, me dice.
“Con respecto al resto del mundo, nosotras [las cubanas] estamos un poco atrasadas porque recién se aprobó este cambio”, añade. Afortunadamente, dice, ya existe una gran cantidad de conocimientos y experiencia en el boxeo para aprovechar.
“Entrenando duro, siguiendo las instrucciones de aquellos que realmente entienden el boxeo y, por supuesto, dándole mi total compromiso, estoy segura de que traeremos a casa resultados positivos”, manifiesta. Además de llegar demasiado tarde al ring, estas boxeadoras enfrentan mayores desafíos diarios que la mayoría de las demás competidoras.
Cuba está al borde de su peor crisis económica desde la Guerra Fría. Elementos esenciales como guantes de boxeo, sacos de boxeo y cuerdas para saltar han sido difíciles de conseguir durante mucho tiempo. Pero en estos días es difícil incluso encontrar suficientes alimentos o vitaminas, especialmente para el régimen de un boxeador de elite.
“Requirió un gran esfuerzo”, admite la peso pesado Joanna Rodríguez, quien a veces ha tenido problemas para continuar su entrenamiento con una hija de 8 años que mantener. Aun así, dice, después de haber sido vetadas de las competencias durante tanto tiempo, las mujeres cubanas están acostumbradas a boxear con un brazo atado a la espalda. Al menos ahora son libres de lanzar un golpe limpio.
*Por Will Grant
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