Cuando ni estar a la vanguardia del antiterrorsimo es suficiente
Nueva York.- Durante más de una década, España pareció ser inmune a las constantes erupciones de violencia islamista que sacudieron a otros países europeos, donde jóvenes radicalizados, por lo general de familias inmigrantes de bajos recursos, llevaron a cabo devastadores atentados con explosivos, vehículos y armas de fuego.
Las fuerzas de seguridad españolas se forjaron una buena reputación como unas de las más hábiles operadoras antiterroristas de Europa, un intenso combate que se desarrolló bajo la superficie engañosamente plácida de un país cuya extensa costa mediterránea, y justo frente a Marruecos, lo convierte en un atractivo punto de entrada de los jihadistas a Europa.
Pero la ilusión de una España santuario se esfumó el jueves pasado cuando una camioneta arremetió en zigzag por La Rambla de Barcelona, dejando un tendal de 13 muertos y unos 100 heridos. Otra persona murió en un segundo ataque en una cercana localidad costera. Ahora, las autoridades se apresuran para determinar cómo un grupo que incluía a adolescentes pudo llevar a cabo un ataque coordinado y bien planificado en un país que había logrado esquivar el peligro durante tanto tiempo, a pesar de ser un blanco tan simbólico y tentador para los islamistas.
Desde 2004, cuando una serie de bombas estallaron en la central de trenes de Atocha, con un saldo de 192 víctimas, España ha desbaratado una larga lista de complots terroristas, incluso en la zona costera que rodea Barcelona, donde ocurrieron los atentados del jueves.
Más de 700 sospechosos de terrorismo fueron arrestados desde 2004, según el Ministerio del Interior español. Entre ellos, un plan de atacantes suicidas paquistaníes en el subte de Barcelona en 2008, una célula terrorista en Melilla, el territorio español en el norte de África, y los nueve hombres, casi todos marroquíes, arrestados en abril en conexión con los ataques de marzo de 2016 en Bruselas, que hicieron blanco en el aeropuerto y estaciones de subte de esa ciudad.
El año pasado, las autoridades españolas frustraron un posible plan para embestir a la multitud con un camión, similar a los ataques de Berlín y Niza, e interceptaron un embarque de 20.000 uniformes que eran contrabandeados a los jihadistas en Irak y Siria.
"Las autoridades españolas son de las mejores de Europa en esta materia -dice Matthew G. Olsen, ex director del Centro Nacional Antiterrorista de Estados Unidos. Mi impresión es que han sido muy exitosos en la detección y desarticulación de posibles atentados."
Del mismo modo que el 11 de Septiembre cambió de manera radical la visión estadounidense, los atentados de 2004 en Madrid hicieron que los españoles aprovecharan su experiencia en el combate contra ETA e introdujeran una seguidilla de leyes que ayudaron a desbaratar células radicalizadas.
Pero el éxito del antiterrorismo depende en parte de la suerte, y el jueves pasado España se enfrentó con un plan cuyo tamaño y complejidad representan una aleccionadora prueba de realidad.
Algunos de los jóvenes involucrados en los atentados de Barcelona y Cambrils eran adolescentes, y los investigadores creen que llevaban una doble vida, mientras planificaban el ataque, durante un año, desde Alcanar, una apacible aldea costera a 200 kilómetros de Barcelona.
Los ataques son un duro recordatorio del desafío que enfrenta Cataluña, una región con reputación de ser un pujante foco del extremismo islámico.
El boom económico de Cataluña, hogar de un poco más de un cuarto de los casi dos millones de musulmanes que viven en España, atrajo a grandes cantidades de migrantes musulmanes de Marruecos, Argelia y el sudeste de Asia. Pero a muchos de ellos les costó integrarse y se sintieron atraídos por las mezquitas salafistas radicalizadas que surgieron en los alrededores de los pueblos chicos.
En un cable diplomático de 2007, funcionarios del Departamento de Estado norteamericano advertían que la zona, con su gran población de inmigrantes musulmanes varones, solteros y marginados, se había convertido en un "imán para los reclutadores de terroristas".
De hecho, la zona ya estuvo bajo la lupa en 2001, durante la investigación de los ataques del 11 de Septiembre.
"El lugar tiene su historia", dice Lorenzo Vidino, director del Programa sobre Extremismo de la Universidad George Washington. "Si uno mira los mapas de Google, al lado de Cambrils está Salou, y ahí donde Mohammed Atta tuvo su última reunión en Europa antes del 11 de Septiembre", dice Vidino en referencia al piloto del primer avión que se estrelló contra las Torres Gemelas, quien, según se cree, se reunió en Salou con un líder de Al-Qaeda antes de los ataques de 2001.
Pero España no es un foco primario de los militantes islamistas. A pesar de ser un férreo aliado de la OTAN, el país ha jugado un papel marginal en las guerras de Estados Unidos en Irak y Afganistán. Y aunque han enfrentado con decisión a las células terroristas en su territorio, las autoridades españolas siempre se han enorgullecido de sus esfuerzos por integrar a los musulmanes a la sociedad española en general.
A pesar del colapso económico y del alto desempleo a partir de la crisis financiera de 2008, tampoco España ha vivido el surgimiento de movimientos políticos antimusulmanes de línea dura, como ocurrió en otros lugares de Europa.
Pero España no puede escapar al atractivo simbólico histórico que tiene para los islamistas. Entre los siglos VIII y XV, gran parte de la península ibérica estuvo gobernada por califas musulmanes, y los sitios web de los extremistas suelen fantasear con un regreso a la era del Al-Andalus, como era conocida la España medieval.
Hasta la semana pasada, este año habían sido arrestadas 54 personas bajo sospecha de actividades terroristas en España, donde la amenaza de que regresen elementos islamistas desde Siria es relativamente baja.
Pero al igual que muchas otras agencias de inteligencia de Europa, los espías españoles están sobrepasados por la cantidad de potenciales complots terroristas que intentan monitorear, según Seth G. Jones, especialista en terrorismo de la Rand Corporation. "Están totalmente desbordados de pistas -dice Jones. Es imposible que puedan cubrir todos los casos abiertos actualmente."
Traducción de Jaime Arrambide
Declan Walsh, Eric Schmitt, Raphael Minder y Rukmini Callimachi
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