Cruje el “milagro económico” de Bolivia y envía una alerta a los otros países de América del Sur
La caída de los fabulosos ingresos por el gas subrayan una fragilidad común a los países de la región; su dependencia de un escaso puñado de productos exportables los hace sensibles a los vaivenes externos e internos
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LA PAZ.- El “milagro económico” de Bolivia, que en las décadas de 2000 y 2010 permitió a millones de personas llegar a la clase media con un gasto público continuado, se tambalea y está enviando un alerta a la región, que lucha contra la alta inflación, la debilidad de las arcas estatales y un tibio crecimiento.
Durante años, el país sin salida al mar disfrutó de una de las tasas de crecimiento más altas de América del Sur, apoyado por el auge de la demanda por recursos naturales, principalmente el gas natural, que ayudó al gobierno de izquierda del exmandatario Evo Morales a financiar programas sociales y reducir la pobreza.
Pero durante la última década, la producción de gas se ha desplomado en alrededor de un tercio, arrastrando las reservas de moneda extranjera de más de 15.000 millones de dólares en 2014 a 3500 millones en febrero pasado, cuando el Banco Central dejó de publicar abruptamente el dato.
El agotamiento de las divisas provocó el pánico a principios de año con filas fuera de los bancos para retirar dólares. Los rendimientos de los bonos se dispararon y en mayo el gobierno se vio obligado a vender la mitad de sus reservas de oro de 2600 millones de dólares para obtener efectivo. “En términos prácticos, Bolivia se quedó sin liquidez”, dijo el economista José Gabriel Espinoza, exdirector del Banco Central.
El gobierno defiende un crecimiento económico relativamente robusto del 3,5% en 2022 y la inflación sigue baja en torno al 3%, gracias en parte a los costosos subsidios al combustible. “Bolivia se mantiene estable”, aseguró este mes el ministro de Economía, Marcelo Montenegro.
Sin embargo, las menguantes reservas y las exportaciones más endebles subrayan una vulnerabilidad común en América Latina, donde la mayoría de las economías dependen en gran medida de las materias primas, sensibles a vaivenes de los precios globales, los fenómenos meteorológicos y el estado de ánimo político.
La gran sequía en la Argentina afectó la producción y las reservas de granos, poniendo en peligro el acuerdo de deuda de 44.000 millones con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En el segundo productor mundial de cobre, Perú, se espera que la inversión en minería caiga un 19% este año y la producción se estancó en medio de los disturbios políticos en curso desde diciembre pasado.
Alberto Ramos, economista para América Latina de Goldman Sachs, dijo que en la región los gobiernos de Brasil, Chile y Colombia también estaban adoptando cada vez más estrategias de alzas tributarias y mayores gastos en el sector público.
“El modelo ahora está cambiando hacia un Estado muy grande, un enfoque de impuestos y gastos”, afirmó. “Eso es problemático dado que el sector público gasta muy mal. Eso conduce a un bajo rendimiento macroeconómico (...) y eventualmente podría terminar en una crisis”, agregó.
Soja, carne y oro
Bolivia ha intentado diversificar la producción ante su excesiva dependencia del gas, impulsando la producción de soja y carne vacuna, mientras que la venta masiva de oro ayudará a superar el déficit del presupuesto público, pero solo por un corto tiempo.
“Eso ha puesto un poquito de calma también a la gente, pero la verdad es que esa cantidad de dólares, 1300 millones, no alcanza mucho para Bolivia”, dijo el analista financiero Jaime Dunn. “Estamos en un momento de calma tensa, donde hay que ver qué pasará en las próximas semanas”, añadió.
A principios de año, algunos bancos vieron corridas para retirar depósitos por el temor a la caída de las reservas de divisas, mientras la demanda por dólares en el mercado negro se disparaba, presionando la paridad cambiaria de la moneda local, el boliviano, que ha estado justo por debajo de siete unidades por dólar desde 2008.
En abril, el gobierno tuvo que intervenir al importante prestamista Banco Fassil, aunque las autoridades señalaron que se trató de un caso aislado debido a la mala gestión de sus directivos.
Moody’s redujo la calificación soberana del país en marzo diciendo que los problemas cambiarios ponen en riesgo la “estabilidad macroeconómica de Bolivia en general”.
Los rendimientos de los bonos soberanos se dispararon desde menos del 10% en diciembre hasta un máximo de más del 40% en mayo, antes de ubicarse en menos del 25% en junio.
Espinoza consideró que la reciente turbulencia estaba poniendo en riesgo el “milagro económico” de grandes gastos del gobernante partido socialista MAS, de Evo Morales. Y sostuvo que el gobierno tendría que cambiar de táctica.
De lo contrario, “muy difícilmente vamos a poder encontrar un escenario en el que se estabilicen las cuentas macroeconómicas”, señaló. “Si no solucionas esto, vamos a vivir siempre comprando tiempo. Y el oro en algún momento se va a terminar”, añadió.
Raúl Cortés Fernández y Daniel Ramos
Agencia Reuters
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