Crisis en Italia: el paso “suicida” de un expremier que quedó en la mira por la incertidumbre política
La fuerza que conduce Giuseppe Conte se negó a dar su voto de confianza al gobierno de Draghi y desató una grave crisis
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ROMA.- “Giuseppi”, como le dicen despectivamente al expremier italiano Giuseppe Conte, no podría haber elegido peor momento para desatar esta crisis política inexplicable de verano, que podría marcar el fin de su breve carrera política.
Conte, que, de desconocido abogado y profesor universitario, primero estuvo al frente de una coalición de gobierno bicolor y contra natura entre la Liga y el M5E, y después de la crisis del verano de 2019, pasó a estar al frente de una coalición contraria, entre el M5E y el PD, para muchos dio este jueves un paso “suicida”. Pase lo que pase el miércoles próximo, cuando Mario Draghi en verdad podría poner sus condiciones ante el Parlamento y seguir adelante con su ejecutivo, Conte, que dentro de todo fue popular en su segundo gobierno –el que enfrentó primero la pandemia-, quedará marcado como el culpable del momento de incertidumbre, la caída de la Bolsa y el aumento del spread que se generaron con la innecesaria e “irresponsable” crisis desencadenada por su partido.
Una crisis que puso en stand by al gobierno de Draghi, uno de los italianos más respetados en el exterior de los últimos tiempos, que volvió a hacer creíble al país, más allá de su gigantesca deuda pública y problemas estructurales que “Súper Mario” y su equipo estaban intentando resolver. De hecho Draghi, un exbanquero prestado a la política, un tecnócrata, estaba siendo más que apreciado por la opinión pública, por una dote que no se veía desde hace tiempo en la dirigencia política: seriedad.
¿Por qué Conte pateó el tablero? ¿Fue una “vendetta” porque nunca logró elaborar el luto de que su gobierno cayó, a principios de 2021, en una maniobra pergeñada por el expremier Matteo Renzi para salvar a Italia del desastroso Conte, reemplazándolo con “Súper Mario”?
Difícil decirlo. Lo que se sabe es que Draghi nunca se llevó bien con Conte, que cuando dejó el Palazzo Chigi por falta de números pasó a ser el líder del M5E. Un movimiento anti-sistema, populista, que fue el más votado en las últimas elecciones de 2018, pero que, al estar en el poder, se fue incinerando. Primero fue fagocitado por la Liga de Matteo Salvini y, después, se fue “biodegradando”, tal como graficó hace unos días el fundador del movimiento, el cómico Beppe Grillo, al comentar la debacle.
Al encontrarse al frente de un partido con diversas almas, que no es de izquierda ni de derecha, como se ufanaba, pero dividido en todo y casi líquido, Conte -famoso por su indecisión e idas y venidas y que nunca demostró dotes de líder- intentó resucitarlo. Ya casi irrelevante, para recuperar consensos aprovechó la guerra en Ucrania para desmarcarse y ostentar una posición “pacifista” tampoco demasiado clara, que finalmente provocó una fractura interna insanable.
De hecho, llevó al exlíder del M5E y canciller, Luigi Di Maio, político fiel a Draghi y a la OTAN, a escindirse y crear un nuevo partido centrista que atrajo a muchos y diezmó al M5E. No contento con eso y pese a ser parte de la mayoría de gobierno, Conte intentó luego, siempre para recuperar consensos, encarar una batalla por la cuestión social. Para peor, se enfureció con Draghi al trascender que, en una supuesta conversación telefónica, le había pedido a Grillo su cabeza.
Lo cierto es que la gota que rebalsó el vaso y provocó esta crisis fue que cuando hubo un encuentro cara a cara entre Draghi y Conte para dirimir diferencias, el “abogado del pueblo” le dio al premier una carta-ultimátum con nueve puntos, con reclamos que iban desde la defensa de la renta de ciudadanía (caballito de batalla del M5E) al salario mínimo. Draghi escuchó, tanto es así que se reunió con los sindicatos el lunes pasado y anunció que muchos puntos estaban en la agenda. El decreto que hoy los senadores del M5E no quisieron aprobar prevé nada menos que 24.000 millones de euros de ayudas para familias y trabajadores. Pero esto no bastó. Y, con la excusa de que los “grillini” están en contra de la construcción de una planta de residuos para Roma, que la ciudad necesita a gritos y por cálculos de rédito políticos, prefirió hundir a uno de los mejores gobiernos que se recuerden en Italia y en Europa.
Habrá que ver si en estos cinco días frenéticos que se avecinan, una eternidad para la política italiana, el atormentado “Giuseppi” recapacita y, como es su costumbre dentro de su indecisión crónica, cambia de idea y convence a su tropa retobada de que vuelva a apoyar a Draghi. Otra voltereta que nadie entendería.
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