Crisis en Italia: Draghi abierto a oír las razones de los partidos que le piden que se quede
En vísperas de su presentación en el Senado, se captaban señales de apertura hacia una solución feliz, con el primer ministro retirando su dimisión por el bien del país; el jueves, nueva cita en Diputados.
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ROMA.- Con el clamor internacional, pero sobre todo nacional para que no deje el timón del país porque, en caso contrario, el barco se va a pique, Mario Draghi finalmente mañana se presentará ante el Parlamento. Explicará los motivos de se renuncia –congelada por el presidente–, recordará que para seguir adelante hace falta espíritu de unidad, dictará condiciones para seguir adelante y dirimirá la inexplicable crisis política que puso los pelos de punta en Italia y en muchas capitales del mundo.
Draghi hablará a las 9.30 (hora local) ante el Senado, donde habrá luego un debate y una votación que, de acuerdo con los rituales del sistema político italiano, volverá a repetirse el jueves, este vez en la Cámara de Diputados. En ambas cámaras cuentas con los votos necesarios para seguir adelante.
Aunque seguía confusa la situación política, con los partidos alterados por días de reuniones frenéticas y el fantasma de las elecciones anticipadas, en el ambiente se captaban señales de apertura hacia una solución feliz, con Draghi aún en Palazzo Chigi y retirando su dimisión por el bien del país, imposibilitado de ignorar el impresionante operativo clamor en su favor.
Aunque todo el día se la pasó limando su discurso, Draghi también se mostró dispuesto a oír las razones de los partidos que le piden que se quede. Tuvo temprano por la mañana una reunión con Enrico Letta, líder del Partido Democrático (centroizquierda), que lo respalda como nadie y que en los últimos días trabajó para convencer a todo el mundo a seguir adelante con la misma fórmula. Esa reunión, de la que nadie quiso que nada trascendiera, duró una hora y fue interpretada positivamente por los analistas. Y dio pie a una ulterior reunión con los dos partidos de derecha que también forman el gobierno de unidad de Draghi, la Liga de Matteo Salvini y Forza Italia del expremier Silvio Berlusconi, que al principio protestaron porque se sintieron dejados de lado y que también pidieron audiencia al premier.
Algo que también fue juzgado positivamente mientras no se descartaba, ya entrada la noche, fue un cara a cara con el culpable de esta situación, el expremier y líder del Movimiento Cinco Estrellas (M5E), Giuseppe Conte.
En una jornada eléctrica, en la que siguió recibiendo llamados internacionales presionándolo para no irse, Draghi también tuvo una conversación telefónica con el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, de quien se demostró el aliado más convencido en los últimos meses de guerra en el corazón de Europa. “La discusión se centró en los últimos desarrollos de la situación sobre el terreno y el premier reiteró el pleno apoyo y solidaridad del gobierno italiano a Ucrania”, dijo una nota de Palazzo Chigi, que también fue interpretada como un buen auspicio o, al menos, una señal de continuidad.
PM Draghi had a telephone conversation this afternoon with President Zelensky of Ukraine.
— Palazzo_Chigi (@Palazzo_Chigi) July 19, 2022
The discussion focused on the latest developments in the situation on the ground. PM Draghi reiterated the 🇮🇹 Government’s full support for and solidarity with 🇺🇦
De 74 años y la personalidad más prestigiosa de Italia, Draghi además se reunió con Sergio Mattarella, el presidente del país y árbitro máximo de la crisis política, con quien, en una dupla más que aceitada, seguramente terminó de diseñar la estrategia de salida de la poco comprensible pero compleja situación institucional que se creó el jueves pasado, que puso al gobierno de Draghi al borde de la cornisa.
Ese día el expresidente del Banco Central Europeo (BCE), en el poder desde febrero de 2021, presentó su dimisión después de que el Movimiento Cinco Estrellas (M5E), primera fuerza de su coalición, en un hecho político considerado “grave” en un sistema parlamentario como el italiano, no votó la confianza de un decreto de ayudas económicas, igualmente aprobado en el Senado. La renuncia no fue aceptada por Mattarella, que invitó a Draghi a explicar sus razones ante el Parlamento –donde nacen y mueren los gobiernos–, en una movida concordada para darle tiempo a todas las fuerzas políticas del heterogéneo gobierno de unidad nacional a reorganizarse, de una forma u otra.
Solución
Y ahí está, justamente, la solución del enigma. Como el gobierno de Draghi jamás cayó, es decir, nunca tuvo un problema de falta de números en el Senado, sino que, como él mismo explicó, lo que dejó de existir fue el espíritu de unidad nacional, el nuevo hecho político al que se asistirá a la hora de la verdad, mañana y pasado mañana, es la metamórfosis del M5E. Lo que probablemente aflorará en las votaciones, en efecto, es la misma unidad nacional, pero con un M5E depurado de su ambiguo líder, Conte. Se espera el éxodo de una treintena de legisladores filo-Draghi, que formarán una renovada pata de su mayoría de gobierno. El M5E, de tener el 33% de los votos en las últimas elecciones de 2018, fue desintegrándose por sus volteretas y ambiguedades y ahora sólo cosecha un 11%, según sondeos.
Lo cierto es que, más allá del hecho político innegable de que Draghi cuenta con los números para seguir adelante en las dos cámaras del Parlamento, el operativo clamor de los últimos días y horas -con más de 1600 alcaldes pidiendo estabilidad, así como las principales cancillerías del planeta- fue demasiado fuerte como para ignorarlo, creen todos los analistas.
Sólo tres italianos de cada diez quieren elecciones anticipadas, certificó hoy un sondeo de Alessandra Ghisleri para La Stampa, un dato que seguramente ayudó a convencer a Draghi a estirar los tiempos y quedarse en Palazzo Chigi.
“Italia no quiere la crisis, quiere estabilidad”, en efecto, fue el grito que se levantó en los últimos días desde el país real. Ese país que trabaja, que había comenzado a levantarse de la pandemia, que ahora se encuentra con el litro de nafta a más de 2 euros y sin poder llegar a fin de mes por la inflación, alejado de los jueguitos de palacio de los partidos políticos, que comienzan a estar en campaña electoral en vista de las elecciones que, caiga a o no el gobierno, tendrán lugar en Italia en marzo o abril que viene, cuando terminará naturalmente la Legislatura. Un clamor que alguien como “Súper Mario”, un pragmático, no puede desoír.
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