Crisis en el Instituto Nobel: cómo busca evitar una “idea abominable” para no sufrir presiones en los premios
Por los problemas financieros, tuvo que recurrir al Parlamento noruego, a riesgo de su independencia
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OSLO.- La plantilla, ya de por sí limitada, se ha reducido y los empleados de la biblioteca han tenido que ayudar en el mantenimiento del recinto. Corren tiempos difíciles en el Instituto Nobel de Oslo, donde se concede uno de los premios más prestigiosos del mundo: el Premio Nobel de la Paz.
Para preservar los muros centenarios en los que se seleccionan, anuncian y reciben a los laureados cada año, el instituto, que tiene problemas financieros, tuvo que recurrir al Parlamento noruego, a riesgo de su independencia.
”Nos encontramos en una situación en la que, durante los últimos 20 años, nuestros ingresos se han reducido mientras nuestros gastos no han dejado de aumentar”, explica el director, Olav Njølstad, en su despacho forrado de libros sobre Adolf Hitler y la Guerra Fría.
Situado al borde del Parque del Palacio Real, el venerable edificio amarillo ha visto pasar a Nelson Mandela, Desmond Tutu, el Dalai Lama, Aung San Suu Kyi, Malala y Barack Obama.
Es allí, más precisamente en la secretaría, donde se reúnen desde 1905 los cinco miembros del Comité Nobel, nombrados por el Parlamento, de acuerdo con la voluntad de Alfred Nobel (1833-1896).A pesar de su prestigiosa historia, el edificio podría pronto tener que ser puesto a la venta. Desde un recorte en 2013, la dotación anual -5,3 millones de coronas suecas (unos 600.000 dólares)- que paga la Fundación Nobel no ha aumentado.
La fundación gestiona el legado de Alfred Nobel y supervisa los distintos comités Nobel, el de literatura y ciencia de Estocolmo y el de la paz de Oslo, y les paga una suma que se supone cubre sus gastos de funcionamiento. Pero mientras que el cheque no ha aumentado en los últimos ocho años, los gastos del Instituto Nobel de Oslo sí han subido.
”Sin ingresos adicionales, nuestra tesorería se agotará en dos o tres años”, advierte Njølstad. Todo lo que se podía cortar se ha cortado. La plantilla pasó de ocho en los años 1990 a cinco. Dos bibliotecarios tuvieron que hacer de jardineros después de que el contrato del paisajista fuera rescindido, hasta que un generoso vecino se ofreció a hacerse cargo del mantenimiento de los espacios verdes.
El caso Liu Xiaobo
Es por esto que en la Fundación Nobel de Estocolmo ha nacido la idea de deshacerse del costoso edificio. ”Tener una propiedad en déficit constante y que por tanto erosiona el capital del Nobel no es una forma satisfactoria de gestionar el capital”, explicó su director, Vidar Helgesen.
Para evitar esta “idea abominable”, Njølstad pidió al Parlamento que complemente las necesidades del instituto con un cheque anual de 8 millones de coronas noruegas (900.000 dólares). Pero para algunos expertos, como Dan Smith, director del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (Sipri), esto supone un “riesgo”.
”La financiación del Parlamento podría dar lugar a presiones de uno u otro grupo político en el futuro”, afirma. “Yo sería muy, muy cauteloso si estuviera en el lugar del comité o de quienes dirigen el Instituto Nobel”. Njølstad asegura que la subvención serviría únicamente para los gastos de funcionamiento y no comprometería la independencia del Comité Nobel, cuyas decisiones a veces irritan al poder en Oslo.
”Otras instituciones están financiadas, a veces hasta el 100%, por el Estado, y nadie cuestiona su independencia”, dice, citando como ejemplo a los tribunales o a la investigación universitaria. La independencia es un valor cardinal de la comisión: los ministros no pueden ser miembros desde 1936, los parlamentarios desde 1977 y sus suplentes desde 2017.La solicitud del Instituto Nobel no generó mucho entusiasmo en el Parlamento.”El asunto plantea varias cuestiones fundamentales y prácticas, y merece un debate político abierto”, afirmó la presidenta de la Cámara, Tone Wilhelmsen Trøen. La solicitud se estudiará “en otoño”, pero el caso de Liu Xiaobo está todavía fresco en la mente de muchos.
La concesión del Premio Nobel al disidente chino en 2010 enfureció a Pekín, que, haciendo la amalgama entre el Comité Nobel y el gobierno noruego, congeló las relaciones diplomáticas bilaterales y las importaciones de salmón. Los diputados no quieren que se repita este tipo de confusión en un momento en que China y Noruega están negociando un acuerdo de libre comercio.
Agencia AFP
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